Todo lo que hicimos
la mentira y la verdad,
todo lo que hicimos
sigue vivo en un lugar.
Todo poco a poco
va dejando de importar,
todo menos esos
paraísos en el mar.
Fito Páez, 1992
Hace treinta años, Fito Páez lanzaba el que sería el disco más vendido de la historia del rock nacional. Ese mismo año, León Gieco se preguntaba, casi rapeando, “¿qué nos dirán por no pensar lo mismo ahora que no existe el comunismo?”. Dos años antes en Tercer Mundo, el mismo Fito también rapeaba “yo no quiero dólares, Bunge & Born”. En 1991, los Redondos en su emblemático disco La mosca y la sopa nos gritaban “fijate de qué lado de la mecha te encontrás, con tanto humo el bello fiero fuego no se ve”. En 1993, un año después de que Fito editara El amor después del amor, Divididos nos preguntaba a todos “¿Qué ves cuando me ves? Cuando la mentira es la verdad”.
Pleno menemismo. La era de la boludez
Una de las tantas pieles que tuvo el peronismo cuando funcionó más como partido del orden que como movimiento de transformación. Algunos que compraron las acciones de esa farsa, muy descontentos con ciertas pieles posteriores que adquirió nuestro movimiento, parecen soslayar esta etapa en la que todas nuestras banderas históricas fueron arriadas en pos —supuestamente— de adaptarse al contexto geopolítico y económico mundial. Y Pese a lo que nos dijeran, ni se detuvo el tiempo ni se terminó la historia. Son los mismos que podrían decir, parafraseando a Lenin, que el setentismo es la enfermedad infantil del peronismo y el noventismo entonces, ¿qué sería entonces para ellos, su etapa madura aunque no se animen a decirlo públicamente? ¿O vamos a negar esa parte de nuestra historia?
Hace pocos días, Máximo, en ese maravilloso experimento periodístico denominado El Método Rebord que pone en duda ciertas verdades establecidas respecto de formatos periodísticos, duraciones en la post pandemia, etc., se refería a esos años diciendo justamente que aquellos que tenemos hoy entre cuarenta y cincuenta años nos quedamos sin política y que solo teníamos al futbol y al rock como experiencias posibles de participación colectiva. Ellos eran nuestros únicos héroes en este lío, el Indio, el Diego y algunos pocos más.
Cambio de pantalla. Y yo que andaba ciego…
Así como hay una obra de teatro llamada Diez personajes en busca de un autor, podríamos titular la realidad actual del movimiento nacional con la siguiente frase: mil peronistas en busca de un Sujeto. Porque uno de los grandes problemas de la etapa parece ser ese: la falta de certezas y de claridad respecto de cuál es el sujeto al que quiere/puede/debe representar hoy el peronismo. Daniel Ezcurra, en una nota publicada hace poco en Avión Negro, nos decía que donde otros veían un paisaje, Perón vio a un Sujeto. Y agregó en un artículo posterior que ese Sujeto se autopercibió como tal el 17 de octubre de 1945. Impecable. Esa dialéctica por la cual alguien vislumbra a un Sujeto y éste se siente expresado y representado por ese alguien es la piedra angular del movimiento nacional. Es el punto a partir del cual se articula el conjunto de los factores que le dan existencia real y no abstracta.
El debate interno entre quienes nos consideramos peronistas está cada vez más picante por razones políticas, por razones ideológicas y —para qué negarlo— también por razones mucho más pedestres que nada tienen que ver con el altruismo. Entre el progresismo leve de una vocera que se la pasa discutiendo cosas insustanciales por redes sociales y los imitadores de Bolsonaro y Trump que le echan la culpa de todo a los inmigrantes, a los mapuches y al juez Zaffaroni, hay un montón de compañeros y compañeras que nos debemos un profundo debate —y no una puesta en escena para la foto—. Se terminó el tiempo de la impostura y el tacticismo.
Decía Jauretche que el saber del movimiento nacional y popular se construye más desde lo empírico que desde lo puramente teórico y que no sirve pretender aplicar recetas fabricadas en ninguna academia para entender a nuestro pueblo que, dicho sea de paso, es la palabra mágica que define a nuestro Sujeto histórico. Iniciemos ese camino, entonces.
Nueva pantalla. Ah… tu corazón
“A la gran masa del Pueblo, combatiendo al capital” reza nuestra querida marchita. Como decíamos, el Sujeto del movimiento nacional y popular no puede ser otro que el Pueblo. Si avanzamos un paso más podemos decir que, a lo largo de la historia, nuestra columna vertebral fue la clase trabajadora. Porque sí, —aunque se espanten los ortodoxos de turno— el peronismo no niega el concepto de clase. Ahora, esa columna vertebral fue mutando en el tiempo junto con la estructura económica de la argentina como el sujeto Pueblo que fue mutando también, ampliando y complejizándose a partir de los cambios sociales y culturales. En los albores del peronismo, los obreros ligados al complejo agroexportador, con especial protagonismo de los trabajadores de los frigoríficos, fueron quienes dieron el puntapié inicial. Durante los treinta años que van del 45 al 75, cuando la Argentina se propuso otra matriz productiva, fueron los sectores ligados a la industria, los textiles o los metalúrgicos, por ejemplo, quienes ocuparon el centro de la escena. Después del rodrigazo, y como consecuencia del proceso de desindustrialización, le tocó el turno a los gremios de servicios. Desde los 90 en adelante, los sindicatos de transporte fueron centrales en la resistencia a las políticas neoliberales. En estos años se fueron agregando los desocupados, los trabajadores informales y los de la economía popular. Como dijimos, la columna vertebral va mutando. El sujeto también. Recordemos si no, la cuestión de las ramas del movimiento. ¿Cuándo surgió la rama femenina y por qué? ¿Cuándo la juventud reclamó para sí misma el derecho de constituirse como cuarta rama? Podríamos poner otros ejemplos.
La equivalencia de las demandas de los distintos sectores subalternos de la que habla Laclau no puede ser un proceso ad infinitum ni carente de jerarquías. Si queremos proponerle un orden a la sociedad, debemos ordenarnos nosotros, tener en claro qué es lo principal y qué lo accesorio sin que implique la negación de la demanda parcial de ningún actor de nuestro pueblo. La identidad peronista es una identidad en perpetuo movimiento y es imprescindible comprender esto para salir de la encrucijada. Si queremos seguir siendo actores protagónicos de la historia de nuestro país, y no un mero objeto de observación de futuros antropólogos, tenemos que redefinirnos a partir de nuestras banderas históricas.
Penúltima pantalla. Justicia social, Independencia económica, Soberanía política
Es imposible no vincular estas tres banderas con una justa distribución del ingreso, con una autonomía respecto del poder financiero internacional y sus organismos multilaterales, con el control de los recursos naturales y con la integración no subordinada en un mundo geopolíticamente cada vez más complejo y violento. Decirlo así parece fácil, pero es el desafío en el que nos va la vida y la existencia a futuro de nuestro movimiento.
Última pantalla. Resistimos en los 90
Sabemos que liderazgo no nos falta. Lo que nos falta es encontrar las instancias en las cuales ese Sujeto Pueblo y esa clase trabajadora consoliden la dialéctica imprescindible con ese liderazgo. Pero eso no es mágico. Se necesita la construcción de un conjunto de intermediarios que, expresando la diversidad actual de nuestro movimiento, no pongan por encima sus intereses facciosos ni sus demandas parciales respecto a las demandas de conjunto.
El mito de un vínculo directo y sin intermediarios entre el líder y las masas puede ser un buen recurso literario o retórico pero en la realidad, la persistencia del peronismo durante los setenta años que el mufa nos tira por la cabeza, tiene que ver también con la existencia de un profundo entramado de organización popular que siguió funcionando, incluso, en los momentos más negros de nuestra historia, y que se expresa y se expresó en instituciones sindicales, sociales y culturales de todo tipo, que también se fueron modificando con el tiempo. Tenemos una cabeza, tenemos un corazón, tenemos una columna vertebral, tenemos un alma. Porque aunque algunos hablen del envilecimiento de la militancia popular, sabemos que la inmensa mayoría de quienes formamos parte del peronismo, lo hacemos porque seguimos soñando con una patria justa, libre y soberana.
Lo que hay que ejercitar son los brazos y las piernas. Hay que moverse. Esa generación a la que se refería Máximo en la entrevista de la que hablábamos hoy y que tiene entre cuarenta y cincuenta años, tiene una responsabilidad histórica. Perón no estaba solo. Estaba Evita, estaba el GOU, estaban Espejo y la CGT. Estaba Cooke. Estaba Cámpora. Estaban Cafiero y tantos otros. Si pensamos un rato no tardaremos mucho en descubrir quiénes son los veinte o treinta integrantes de esta generación que deberían estar sentados en una mesa, imaginaria o no, como potencial representación de un Sujeto, en algún punto, a reconstruir y como depositarios de un mandato. El famoso comando táctico. Sea desde el lugar en el que sea y dejando de lado el chiquitaje y el internismo berreta. Desde el primer dirigente hasta el último militante, todos tenemos el bastón de mariscal en la mochila. De eso depende que detrás del muro en el que cada tanto nos lamentamos pueda haber, todavía, paraísos en el mar.
Excelente artículo. Historias y dialéctica al servicio de la autocrítica, casi un análisis FODA muy elegante como para considerarlo un ejercicio cuasi-académico. Gracias Horacio por brindar luz e invitar a la acción.
Muy buena nota, que invita a reflexionar y pone también un horizonte de trabajo.
Donde los abuelos de los blanquitos chetos que están en Qatar, Perón vio un sujeto a.visibilizat y darle dignidad y derechos, el verdadero hecho revolucionario,maldito, odiado, hasta el presente. El peronismo es una construcción fundamentalmente empírica es el hacer con ese sujeto en el horizonte. Lo que describe está brillante nota actualiza está realidad de espacios ocupados por el arte y la música porque la política que debería ser revolucionaria está ausente, sobre todo en las perezosas y funcionales estructuras PJ y demás en la CABA. Miles de locales, me atrevo a decir que uno cada ocho manzanas, sin otro sentido quiero de los viejos ritos de contarlos para evaluar la dimensión de las agrupaciones para discutir luego los pequeños espacios que nos deja desde hace quince años el pro. Conceptualizar el sujeto a representar, completar un medelo de Ciudad sustentable, ambientalmente protegida, descontaminado de ruidos u gases, pensar los residuos sólidos urbanos no como la parte del león que se lleva el queso de presupuesto sino que deben pagar a una mega ciudad por lo que recolectan, en forma diferenciada e inteligente. Reformular espacios de hábitat y de entornos verdes, reformular la función social de las viviendas hoy odiosas y de los espacios de producción y trabajo. Ésta realidad de comodidad, pereza, anomia y corresponsabilidad con quienes no pierden medio voto desde hace 15 años nos convoca
Donde los abuelos de los blanquitos chetos que están en Qatar veían vacas y trigo Perón vio un sujeto a.visibilizar y darle dignidad y derechos, el verdadero hecho revolucionario,maldito, odiado, hasta el presente. CORREGIDO