En junio de 2008 el colectivo Carta Abierta, con la firma de más de 1.500 personas de la cultura, la educación, las ciencias y las artes, presentó un documento donde examinaba el surgimiento de una “nueva derecha“. Lo que en ese momento era definido como “un conjunto de procedimientos y de prácticas que se difunden peligrosamente en las más diversas alternativas políticas”, ha ido adquiriendo cuerpo en la sociedad hasta convertirse en una alternativa con la capacidad electoral de terciar en las elecciones presidenciales de este año.
Tres tristes tercios
En su última entrevista televisiva, la Vicepresidenta Cristina Kirchner mencionó que la próxima elección presidencial será de tercios, siendo uno de ellos el representado por Javier Milei de la extrema derecha argentina. Esta frase, que se multiplicó producto de la centralidad política de la enunciadora, vino a reconocer una amenaza que crece y constituye un nodo ineludible del análisis de candidatos y estrategas electorales.
Esta fuerza que ¨tercia¨ en la escena electoral, y que podría ingresar al balotaje presidencial, se constituye impugnando moralmente a la ¨casta política¨, que en la democracia argentina integran las fuerzas con representación parlamentaria que se han alternado para gobernar el país y las provincias; primero como un bipartidismo y últimamente en forma de dos grandes coaliciones.
Este tercio que irrumpe con un discurso ubicado en la extrema derecha del espectro ideológico trastoca la arquitectura política originada en el inicio de la democracia en 1983 y consolidada a partir del núcleo de coincidencias básicas que dio origen a la reforma constitucional de 1994 como plataforma normativa de las políticas neoliberales promovidas por el Consejo de Washington, adoptada plenamente por el gobierno del Dr. Carlos Menem y seguida por el gobierno del Dr. De la Rúa, hasta el colapso del sistema financiero en 2001.
Esta crisis que dio origen a un movimiento ciudadano inorgánico, de alto impacto político, que puso en crisis los partidos tradicionales a partir de la consigna ¨que se vayan todos¨, parece recreada ahora desde agentes financieros que capitalizan nuevas insatisfacciones sociales e incertidumbres sobre el futuro, configurando una opción electoral.
La transición a esa crisis que abrió las puertas a la primera secuencia de los tres gobiernos kirchneristas que condujeron un ciclo de políticas públicas de base popular y nacional, explícitamente contrarias al neoliberalismo, culminó con una de las batallas impositivas más significativas conocida como ¨la Resolución 125¨, que buscaba equilibrar las cuentas fiscales, reducir la incidencia de los factores externos sobre el precio de los insumos de los alimentos y sentar una política redistributiva a partir de un sistema de retenciones móviles aplicado sobre las exportaciones de granos.
La virulencia de las patronales agropecuarias dio lugar a un clima destituyente donde el actor principal fue la derecha tradicional al inicio del primer gobierno de Cristina Kirchner y que capitalizó el PRO llevando a la presidencia a Mauricio Macri, con un programa neoliberal.
Podría decirse que la épica fundada sobre las consecuencias de este clima destituyente contra Cristina Kirchner y las crecientes invocaciones a la antipolítica fueron incubando una radicalización de sectores de la derecha argentina hasta llegar a esta nueva versión ideológicamente más extrema y políticamente más agresiva. De la grieta que facilitaban aquellos ataques contra la legitimidad gubernamental y el negacionismo sobre la violación de DDHH incipientes surgieron mutaciones que alcanzaron su máxima expresión con el intento de asesinato de la Vicepresidenta y una reivindicación lisa y llana de la dictadura de 1976.
Acción Libertaria
En las Bases de Acción Política y Plataforma Electoral Nacional 2023 del Partido Libertad Avanza, presentada a mediados de mayo ante la justicia electoral se sostiene que las propuestas, divididas en tres etapas, forman parte de una reforma integral, para revertir “70 años de políticas populistas”, que durará 35 años. Entre otras cosas propone: un fuerte recorte del gasto público del Estado y una reforma tributaria que empuja una baja de los impuestos, la flexibilización laboral y una apertura unilateral al comercio internacional, con una una reforma financiera que impulse una banca libre y desregulada junto a la libre competencia de divisas. Según ellos esto serviría para avanzar en una una reforma previsional para recortar el gasto del Estado en jubilaciones y pensiones, alentando un sistema de capitalización privado, junto a un programa de retiros voluntarios y achicamiento del Estado. Mientras que en esta etapa comenzarán a eliminarse de forma progresiva los planes sociales a medida que se generen otros ingresos como consecuencia de la generación de puestos de trabajo en el sector privado y la liquidación del Banco Central, estableciendo un sistema de banca Simons, con encajes al 100% para depósitos a la vista, plantea en su plataforma.
Finalmente avanzaría en la reforma profunda del sistema de salud, con impulso del sector privado, competitividad libre entre empresas del sector, una reforma del sistema educativo y la ampliación de un sistema de seguridad no invasivo para la población y la eliminación de la coparticipación.
Propone la privatización inmediata de las empresas del Estado que tengan déficit, una reforma integral de las relaciones laborales incluyendo eliminación de las cargas patronales que gravan el trabajo y la eliminación de las indemnizaciones sin causa, remplazándolas por un seguro de desempleo.
En salud propone arancelamiento de todas las prestaciones que den los hospitales públicos. Descentralizar las derivaciones hospitalarias, autogestionar el servicio de la salud en trabajos compartidos con la salud privada, cambiar la ley de salud mental, el sistema de guardias y las residencias médicas.
Pretende instaurar la libre portación de armas, un nuevo sistema de autodefensa y bajar la edad de imputabilidad. Se realizaría un incremento de las restricciones a los extranjeros, como el pago de las residencias, la prohibición de ingreso con antecedentes penales y la deportación inmediata para delincuentes que no sean argentinos.
Para el sistema educativo la plataforma sostiene la modificación del Estatuto del Docente, y la eliminación de la obligatoriedad de la Educación Sexual Integral (ESI) en todos los niveles de enseñanza. Pero lo central es que propone que todas las escuelas van a ser aranceladas, incluidas las públicas, y que busca reemplazar la educación gratuita y obligatoria mediante un sistema de mercado basado en la entrega de voucher-cheque educativo para los padres de los alumnos, financiando la demanda (estudiantes) en lugar de financiar la oferta (escuelas), lo significa dejar de financiar al Ministerio de Educación; esta opción fue introducida en Chile en 1981 por Pinochet inspirado en la propuesta de Milton Friedman y que es crecientemente cuestionado por las nuevas generaciones debido a la segmentación social que provoca, dejando afuera del sistema a una parte importante de la población. No es casual que la mayoría de las explosiones sociales que últimamente ha tenido Chile sean originadas en protestas estudiantiles.
Los otros países en el mundo que han experimentado con esta alternativa son Suecia y Nueva Zelanda, cada uno de ellos con una gran presencia del Estado y del presupuesto público en todos los servicios públicos, que los ha hecho unos de los países más igualitarios de la tierra; sin embargo así y todo varios informes de la OCDE a partir de 2012 alertan a Suecia sobre el incremento de la segregación social y la disminución de la calidad educativa (según PISA) que los está llevando a revisar la experiencia, que en ambos casos solo ha incrementado la educación privada, como rasgo común.
La insistencia sobre este punto contrasta con las normas argentinas. Una reforma educativa es legalmente imposible ya que requiere para ser aplicada la eliminación del artículo quinto de la Constitución, la nacionalización del sistema escolar y cambiar el régimen federal de impuestos, por eso hay que tomar en cuenta que su insistencia no se refiere solamente a la eficiencia del gasto, al contrario prevalece una idea moral introduciendo el mercado educativo como un mecanismo que evite a las familias “ser rehén del adoctrinamiento del Estado” y ¨las basuras marxistas¨ docentes.
La ampliación de la base socio-electoral de este tercio autoritario no es un dato menor del sistema político nacional, este conjunto de propuestas de gobierno y sobre todo la base moral que las sostiene, como la reivindicación in totum̈ de la última dictadura militar, hubieran sido imposibles hace apenas una década. Un triunfo electoral alteraría profundamente el contrato social que dio lugar a cuarenta años continuos de democracia, no solo por la conflictividad social que suponen sus medidas, sino porque crearía un riesgo para sostener la gobernabilidad democrática.
La ola derechista
Esta escalada autoritaria no es una anomalía argentina. Tanto en el capitalismo más desarrollado como en países periféricos y semiperiféricos se observa un auge de ideologías de extrema derecha. América Latina tampoco escapa a esta creciente tendencia de surgimiento de líderes y partidos políticos con aptitud electoral enrolados en ese espectro político e ideológico. Si bien no es una ola homogénea, comparten aquí y allá, la xenofobia, el rechazo de la inmigración, la ambigüedad discursiva con programas que niegan la complejidad de los problemas y una apelación abstracta a la gente contrapuesta a las élites (la casta) y a poderes no identificados.
En Europa han irrumpido con fuerza transcurriendo la primera década del siglo XXI, en casi todos los casos basados en la ampliación de grupos neonazis y neofascistas persistentes desde mediados de 1980, que empezaron a participar electoralmente de los parlamentos. Por ejemplo, en Eslovaquia, Hungría, Polonia y República Checa, la extrema derecha ha logrado el control de los ejecutivos desde donde implementa su proyecto político liberal basado en el rechazo de la inmigración no europea y los derechos de las comunidades LGBTIQ+. Casi todos los países europeos cuentan con su representación parlamentaria, en otros tienen fuerte capacidad de veto, como Francia y Suecia y en otros integran coaliciones inestables de gobierno.
Estados Unidos ha tenido una experiencia nacional con Donald Trump basado en un sector que en menos de una década logró dominar ideológicamente al Partido Republicano. Lo disruptivo de esta política emergió en toda su intensidad con la toma del Capitolio, algo impensado para la democracia de USA, como muchas de las experiencias de gobierno extremas que tienden a crecer en muchos Estados donde gobiernan en alianzas o de forma plena.
En América Latina las experiencias de Rodolfo Hernández en Colombia que si bien perdió realizó una gran elección, el triunfo reciente de Katz en la elección constituyente de Chile, la experiencia caótica de Bolsonaro en Brasil luego de la destitución de Dilma Roussef, muestran un crecimiento electoral; más las experiencias basadas en políticas de excepción institucional como la de Jeanine Áñez en Bolivia, de Dina Boluarte en Perú. Todos casos que recuperan muchas experiencias destituyentes en la región, y en particular la ocurrida hace diez años cuando por un golpe parlamentario se destituyó a Fernando Lugo en Paraguay, por mencionar solo algunos casos más cercanos.
Una mirada más atenta de esta ola global permite distinguir una línea de argumentos que propone un capitalismo carente de regulaciones y el predominio del mercado como asignador de sentidos sociales y culturales, promoviendo la incubación del desprecio militante contra los derechos sociales y la aceptación de las diversidades.
En general impugnan la democracia política en sus versiones más plebeyas y justifican la desigualdad social a partir de la promoción de la meritocracia. Surgieron como antiestatistas furiosos propuestos a eliminar todo rastro del Estado benefactor, para desde ahí avanzar en el ejercicio del culto al poder jerárquico basado en la diferencia económica, sosteniendo como piedra angular la libertad basada en la propiedad privada.
En tal sentido no sería desacertado considerar a estas nuevas expresiones como la profundización y ampliación de aquellas promesas originadas en las políticas neoliberales estructuradas y promovidas por el Consenso de Washington y dinamizadas por el capitalismo financiero en una agresiva ampliación de la globalización de las desigualdades y la hiperconcentración del capital aprovechando los cambios del paradigma tecnológico y una enorme autonomía del sector financiero.
Podría decirse que ante el fracaso de las promesas del globalismo neoliberal, en lugar de adoptar un pensamiento crítico que corrija o transforme sus resultados retomando los valores más comunitarios y de equidad social, esta nueva derecha pretende llevar adelante este programa al interior de sus fronteras nacionales, criticando la globalización pero sosteniendo la desigualdad estructural, justificándola en las (in)capacidades relativas de las personas como una nueva base moral del capitalismo del Siglo XXI.
Convencionalmente se van ubicando en el espectro político de reivindicación extrema y ahistórica de la doctrina de la seguridad nacional basada en la frontera ideológica anticomunista del siglo XX y de las dictaduras cívico militares originadas en la década de 1970. Actualmente impugnan explícitamente las políticas de derechos humanos y de juicio y castigo a los culpables del terrorismo de Estado.
En tal sentido el caso de Chile es ilustrativo, todos estos aspectos convergieron hace una semana, provocando el triunfo de la derecha y la extrema derecha en la elección de los 50 miembros del Consejo Constitucional que debe redactar una nueva propuesta de constitución nacional. Este triunfo incluyó un discurso basado en la reivindicación de la Constitución impuesta por el dictador Augusto Pinochet. La tarea de redactar el nuevo texto constitucional quedó en un bloque de derecha que tiene el 56,5% del total de consejeros, integrado en un 35,5% de la extrema derecha del Partido Republicano y un 21% de la derecha tradicional Chile Seguro.
El líder de este bloque más extremista es José Antonio Kast, quien fundó el partido Republicano en 2019. En las elecciones de 2021 declaró que “Pinochet votaría por mí, es evidente” en la misma conferencia de prensa donde se comprometía a ¨crear una zanja en la frontera norte de Chile para controlar la migración al país¨ basado en argumentos xenófobos y racistas.
Lo ocurrido en Chile, a poco menos de un año del triunfo del presidente Gabriel Boric, que expresa la izquierda progresista, luego de un plebiscito que rechazó la propuesta constitucional lograda como acuerdo de múltiples y diversas expresiones sociales y culturales emergentes en la elección realizada en mayo de 2021 y rechazado en el plebiscito de 2022.
Una de las marcas analíticas de este proceso, y que parece común en otras situaciones donde emergen espacios y líderes de extrema derecha, es que esto tiende a ocurrir con mayor vehemencia cuando la inestabilidad social e institucional domina el escenario político. Esto no solo ocurre por razones propias de las dinámicas de la sociedad y las crisis económicas, sino que son aceleradas por estos grupos emergentes, provocando situaciones de zozobra institucional y riesgo democrático, muy movilizados por medios de comunicación concentrados en su etapa originaria.
Se nutren de amplios sectores de la sociedad que tienden a adoptar posiciones cada vez más radicales en torno a temas vinculados a la seguridad, la xenofobia y posiciones antiinmigrantes, apelando a un pasado mítico donde reinaban valores patriarcales, donde los blancos propietarios ordenaban la sociedad ¨cómo debe hacerse¨ y las personas de color de diversas procedencias étnicas ¨sabían ocupar su lugar subordinado¨; donde no existían ¨degeneraciones¨ como la homosexualidad, el lesbianismo y la transexualidad.
Parece que el dominio de un funcionalismo basado en la precarización conceptual tiende a asignar roles sociales rígidos de ley y orden, opaca el pensamiento crítico construido sobre la base de luchas emancipadoras. En ese marco cuestionan el feminismo, en particular la posición sobre la sexualidad es considerada como un aspecto reservado privadamente a la familia y las tradiciones y no como bien público organizado en torno a la salud. En el caso argentino el combate férreo contra la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral es uno de los hitos centrales, así como las posiciones que niegan en toda situación la interrupción voluntaria de los embarazos.
Pero esto no se expresa como el conservadurismo clásico, en general de base religiosa, que se instaló luego de la segunda guerra mundial a partir de la derrota del nazismo y el fascismo, sino que, al contrario, nacen como una crítica a la ineficacia de ese conservadurismo democrático y, por diversas operaciones discursivas, retoman aquellos aspectos más oscuros de las épicas neonazis y neofascistas, combinadas con una fuerte opción por las novedades tecnológicas.
Disonancias y disloques
No son movimientos políticos e ideológicos que carezcan de lecturas, al contrario, desde hace algunas décadas esta nueva derecha es un sector prolífico en la producción de revistas, libros y un uso muy activo y eficaz de las redes digitales. La subestimación por parte de intelectuales y dirigentes de fuerzas políticas democráticas, progresistas y de raíz nacional y popular parece ser simétrica a los del conservadurismo y la derecha tradicional, unificados ahora en ¨la casta¨.
No puede desconocerse que los derechos civiles y sociales más avanzados, tutelados por el Estado están en riesgo. Estos enfrentan una derecha extrema y militante que entre otras insumos para su acción política inspiran sus organizaciones en textos ¨libertarios¨ como el Manual agorista escrito por Samuel Edward Konkin III que postula: a) La Contraeconomía como una herramienta para disminuir el poder del Estado, militando el traslado y el aumento de todas las actividades económicas de todo tipo al mercado informal y sin regular, promoviendo la evasión fiscal; b) La Desobediencia Civil como táctica cotidiana para desligarse e ignorar completamente al Estado en la vida personal y c) La Adopción Tecnológica Plena en todos los casos donde cuestionan la regulación de las instituciones, como las transacciones de dinero y la fabricación de armas con impresoras 3D para la defensa personal.
Es preciso asumir que la irrupción en el escenario electoral ha provocado un disloque conceptual sobre cómo interpretar este fenómeno que crece de forma continua. Las distancias entre las categorías de análisis y los hechos novedosos parecen configurar verdaderas disonancias cognitivas. Una de ellas es que simultáneamente protagonizan procesos electorales, pero reivindican dictaduras con heridas aún abiertas y recientes situaciones de excepción institucionales, anticipando sus posiciones ante situaciones similares.
Todo el material simbólico construido desde las recuperaciones democráticas en América Latina parece haber quedado librado a nuevas significaciones y sobre todo a novedosas apropiaciones de fuerzas sin convicción democrática ni sentido de justicia social, provocando articulaciones contradictorias y formas de abordaje inadecuadas. Hay que asumir que existe una debilidad en el pensamiento crítico, sea este de base progresista y/o de raíz nacional y popular para enfrentar esta combinación de derecha conservadora y antipolítica, que hasta no hace tanto andaban por separado.
Asumir este desafío de nuevas batallas culturales y políticas requiere nombrar con mayor precisión los antiguos adversarios políticos y los nuevos enemigos de la democracia que convergen de forma novedosa. Es necesario un esfuerzo adicional que permita superar los contextos de postverdad que facilitan el daño de las operaciones negacionistas más absurdas sobre los fundamentos democráticos de una sociedad donde la libertad sea consistente con la igualdad y la ampliación de los derechos políticos y sociales.
Siempre un placer leerte cro,gracias por tu visión
Gracias por la invitación a pensar. Los argumentos neomarxistas acostumbran a culpar lo que sindican como enfoques neoliberales de políticas públicas por las desgracias que compartimos en Argentina. Puede que generar alternativas concretas de acción requiera de incluir en el análisis otras consideraciones. Hemos de reconocer que los procesos económicos son la resultante de las instituciones moldeadas por el sistema político. En general son ellas las que reglan el intercambio en el mercado y la empresarialidad misma, tanto como la distribución de poder. Son de evolución histórica, lo que configura las oportunidades de cambio en el tiempo. Desde 1983 al menos, nuestro sistema político se ha orientado esencialmente a la captura de rentas del estado como medio de acumulación de riqueza antes que la competencia en mercados abiertos. La naturaleza del estado argentino es del tipo capturado. Botín de grupos de perpetradores que indistintamente de su filiación política siguen su interés por apropiarse de los recursos públicos y los símbolos de poder estatal para sus proyectos privados o influir en sus decisiones como método de acumulación de riquezas. En el tiempo hemos concebido una oligarquía que sustrae recursos de la sociedad civil para apropiarlos canalizados en el gasto público, el descalabro fiscal, los sobreprecios, los impuestos confiscatorios o el simple saqueo. Su dinámica de usufructo finalmente la ha disociado de las necesidades y preferencias sociales de manera invariable y ajena a la condición de oficialista u opositor de cada actor. En ese punto, la insatisfacción generalizada de las demandas sociales al extremo de la tragedia y en procesos como el que transitamos, volátiles, inciertos y pauperizadores, parece ofrecer oportunidades de cambio por la vía de la representación social. Está claro que no será rápido, ni se liquidará en una sola elección, pero el trance promueve ofertas electorales cuyos fundamentos conceptuales se soportan en la noción que consigna la imposibilidad del estado para la coordinación social. En definitiva, puede que estemos asistiendo al agotamiento de una oligarquía y a su reemplazo por una nueva elite que la sociedad deberá controlar mejor. Lo que no hay es ninguna conspiración y aquellos mil quinientos que la invocaron en su momento no eran más que pequeños beneficiarios del estado botín. Lo que debemos excluir en todo caso es la mentira como recurso argumentativo de los pretendidos dirigentes que no terminan por trascender su naturaleza de perpetradores.
Excelente artículo Necesitamos exposiciones de este tipo y profundidad.