La DPP-15/24 que convocó la Sesión Pública Especial el 14 de marzo donde fue rechazado el DNU N°70/23 Bases para la Reconstrucción Económica Argentina, aceleró dinámicas políticas que ya eran vertiginosas. El gobierno nacional de extrema derecha constituido por el anarco-liberal Javier Milei y la derechista-conservadora Victoria Villarruel en alianza electoral con Juntos por el Cambio, cuya fórmula presidencial pasó a integrar el gabinete en dos áreas claves como seguridad y defensa, quedó parado al borde de un abismo que, en el lenguaje religioso que domina las comunicaciones gubernamentales, empiezan a resonar en los pasillos del poder como esas profundidades ilimitadas y oscuridades perfectas que se manifiestan desde del origen. En un contexto de transformaciones cada hecho puede ser una revelación, no sólo para el oficialismo.
LA ETÉREA LEGITIMIDAD DEL CIELO
Ya era un dato la fragilidad de la estrategia legislativa que había provocado el retiro del proyecto Ley de Bases y Punto de Partida para la Libertad de los Argentinos el pasado 6 de febrero en la Cámara de Diputados. Ambas iniciativas dadas a conocer en diciembre y consideradas los pilares básicos de un programa refundacional del país fueron rechazadas por mayorías calificadas de ambas Cámaras en menos de un mes.
El alto grado de exposición del presidente Javier Milei como enunciador de esta estrategia legislativa colapsada, habilita a pensar en el incremento del riesgo sobre la estabilidad de su gobierno. En política nadie es impune ante el fracaso por mucho tiempo ni puede posponer por su voluntad las consecuencias materiales y simbólicas de sus decisiones. Los dirigentes políticos pueden manifestarse apelando a la subjetividad y sus ideales, pero en situación de gobierno se reconocen solamente por su eficacia, en ese sentido la democracia no es un sistema menos cruel que otros con sus dirigentes.
La obsesiva y excluyente apelación a las fuerzas del cielo deberían haber alertado a los estrategas de vocaciones militaristas y nostalgias dictatoriales que merodean en el entorno presidencial. Afectos como son a las metáforas sobre la guerra, se siguen pareciendo a aquella mula del Mariscal de Sajonia que relataba Perón, la que por más que lo acompañará en más de diez campañas, la pobre mula no sabía todavía nada de estrategia. La prueba es que lo privaron al presidente de recordarle aquella máxima de Sun Tzu que decía: El buen general (líder) debe estar en armonía con el cielo y la tierra.
Sun Tzu decía también que El buen general (líder) es el sostén del Estado, por lo que constituir un gobierno requiere no sólo unidad de concepción, sino que en el ejercicio de la función requiere de lealtades con el proyecto y el respeto intelectual como base de la unidad de acción, lo contrario condena a la soledad a quien ejerce el poder, reforzando la inercia que surge de la naturaleza de su ejercicio.
Es posible que en el presidente Milei domine más su carácter que la capacidad estratégica y no sea sencillo ayudarlo, como sugería rompiendo en llanto ante las cámaras de canales nacionales el diputado nacional por Córdoba, Rodrigo de Loredo, presidente del bloque de la Unión Cívica Radical, demostrando una inusual emotividad reformista y un novedoso casus Foederis al persistir en fundamentar su alianza desde la primera línea de combate legislativo con un gobierno de extrema derecha.
Cien días de gobierno bastan para sostener la hipótesis que el gobierno nacional no solo se ha constituido de forma apresurada sino que además lo ha realizado de forma tal que su cemento interno tiene la fragilidad solidaria de voraces gerentes en disputa por intereses empresariales y financieros no siempre concurrentes y algunos cuadros ideológicos que, salvo estos 100 días de gloria, habitaban los márgenes del mundo político y los bordes de los espacios intelectuales y académicos reconocidos.
La escena de la Casa Rosada de estos días puede ilustrarse con una sola pincelada. El gesto de Karina Milei echando al Jefe de la Casa Militar, Coronel de Caballería Alejandro Guglielmi, encargado de la custodia del presidente, por sospechas de espionaje en favor de Macri, publicado a los cuatro vientos.
Podrá haber motivos psicológicamente atribuibles a ciertas heridas de la infancia, pero estos 100 días permiten también intuir por qué en situación de gobierno persisten preferencias por el amor fraternal como fundamento íntimo de la toma de decisiones de fuerte impacto público y social. Es una marca de época, desde el inicio del gobierno son más recurrentes los relatos de dirigentes de alto nivel como gobernadores, legisladores e intendentes de grandes ciudades que fortalecen también ese vínculo, legitimando, a veces inadvertidamente, un fundamento vidrioso en el manejo de los asuntos del Estado.
COMUNICACIÓN Y AGENDA PRESIDENCIAL
El primer discurso presidencial ante la Asamblea Legislativa, el 1 de marzo de 2024, fue fundamentado desde una irrenunciable vocación fundacional. En otro contexto podría pasar solo como una entusiasta desmesura discursiva nocturna, pero, como ya se sabe, el ámbito define drásticamente los significados de toda lingüística, en particular cuando se trata del Congreso Nacional en el instante en el que convergen los vértices de los tres poderes de la República, que definen, cumplen y hacen cumplir las reglas sociales, normas y convenciones de todo el país.
La estrategia comunicacional oficialista estuvo dirigida a lograr la mayor audiencia posible y lo logró. De acuerdo a los estudiosos de los ratings mediáticos, fue el presidente que más oyentes tuvo en la historia de las asambleas legislativas, su exposición rompió el récord de rating en la historia de las transmisiones televisivas en Argentina, alcanzando un pico de 50 puntos combinando las audiencias de la televisión abierta y la televisión por cable. La comunicación del propio gobierno destacó este hecho al compararse con el récord previo establecido por Cristina Kirchner en 2014, que solo había conseguido 35 puntos de rating.
No es una novedad la centralidad que para el equipo presidencial tienen las métricas del ecosistema mediático para evaluar su performance de gobierno. Lo que sí puede ser más novedoso es que es este reduccionismo y no otro el motivo por el cual las herramientas del combate político y las amenazas que se profieren se suelen centrar en épicos ataques de tanques de trolls, olvidando la complejidad de la disputa de poder en democracia.
El tiempo dedicado por el propio presidente a las redes sociales ha sido motivo de análisis estas semanas y no es para menos, es sin duda otro récord para su gestión y se ha convertido en una cuestión de Estado. La trazabilidad de los sistemas digitales permite saber, por ejemplo, que un día dio 621 “me gusta”, promediando 3 horas y 20 minutos conectado a X (ex Twitter) y que esto coincidió con una pelea con una cantante, también es posible saber qué día que regresó de una gira de alto impacto geopolítico (Israel, Italia y el Vaticano), dedicó a Twitter 3 horas con 45 minutos y dio 489 likes.
Esto no es un tema menor, no tanto por el tiempo personal que le pueda dedicar un presidente a la comunicación en diversos medios u otras actividades similares, las que podrían ser compensadas por el funcionamiento eficaz del gabinete; sino por las evidentes debilidades que se manifiestan en la ponderación de los temas de la agenda presidencial, donde lo estratégico tendría el mismo nivel de dedicación y peso que temas que solo repercuten en la farándula y los egos.
Comprender el lugar de importancia que tienen cada uno de los temas en la enunciación de la agenda presidencial es siempre una variable clave de todo análisis de gobierno, más cuando el mismo gobierno no ha remitido aún para su tratamiento legislativo el presupuesto 2024 y es imposible distinguir las prioridades de gestión. Sin el anclaje de los compromisos presupuestarios y ante la ambigüedad de la agenda comunicacional, la brújula de la administración pública parece haberse desmagnetizado, creando una sensación de falta de rumbo que, si no se corrige pronto, va a incrementar el riesgo no solo para el funcionamiento del gobierno, sino también para la estabilidad de las instituciones.
EL PACTO DE MAYO
En ese contexto el presidente Milei empezó diciendo en la Asamblea Legislativa que, asumimos el desafío de conducir la Nación, en lo que es posiblemente el momento económico más crítico de su historia. Luego de más de cien años de insistir con un modelo empobrecedor, y habiendo olvidado casi por completo las ideas que hicieron grande nuestro país, enfatizando que los últimos veinte años han sido particularmente un desastre económico, una orgía de gasto público, emisión descontrolada, que tuvo como resultado la peor herencia que ningún gobierno en la historia argentina haya recibido jamás.
Concluyó diciendo que quiero convocar, tanto a gobernadores como a expresidentes y líderes de los principales partidos políticos a que depongamos nuestros intereses personales y nos encontremos el próximo 25 de mayo en la provincia de Córdoba para la firma de un nuevo contrato social llamado Pacto de Mayo, un contrato social que establezca los diez principios del nuevo orden económico argentino. De esta manera, espero que podamos dejar atrás las antinomias del pasado, abandonar las recetas del fracaso y volver, tal como hicieron nuestros padres fundadores hace más de 200 años, a abrazar, de una vez y para siempre, las ideas de la libertad.
Si como se dijo el ámbito define los significados lingüísticos; el poder que disponga el enunciador, que siempre es relativo a un campo de lucha, es el que define la eficacia de la estrategia semiótica en el plano político. En tal sentido el rating puede amplificar la fortaleza o la debilidad relativa, pero no es una medida de éxito en sí mismo, esto no parece estar claro en el gobierno.
A veces se pierde de vista, a la hora de comunicar, las diferencias profundas en los posibles significados para la sociedad que pueden generar tanto el ámbito como el momento en que se realiza, las redes sociales contribuyen a esa falta de distinción. El acto de gobernar, donde la comunicación es parte, lo condiciona todo, ya que es ante todo un intercambio de problemas, donde la eficacia está dada por la capacidad de cambiar problemas de baja calidad por problemas de mejor calidad.
También pasa desapercibido, sobre todo cuando se tiene una baja estima por lo público, el Estado y la misma política, que el poder también es un bien escaso, aún más que el económico. Y que como todo bien escaso se gana o se pierde con cada acción.
En tal sentido la estructura del discurso pone en evidencia una cierta desmesura que parece solo compatible con una debilidad estructural del gobierno, no reconocida por sus propios actores, en particular por la idealización de la legitimidad de origen que desplaza el interés por construir una nueva legitimidad de ejercicio.
Por otro lado, los resultados adversos para la vida social y el interés nacional en el corto plazo empiezan a obturar la visión de futuro que pretende dar el presidente hacia la sociedad, quedando solo la confrontación contra una casta política difusa. Esto tiene a su favor que los sindicados como casta aún no reaccionan con eficacia.
Este vacío entre ambas legitimidades – de origen y de ejercicio-, podría acrecentarse ante insistencia en reproducir como una letanía el valor fundante de la legitimidad de origen. Los resultados legislativos ya deberían ser una alerta roja sobre la presunción de eficacia de este rezo a un sistema de poder político formado en la dureza de la política nacional. Es un error de cálculo grave la comunicación del gobierno basada en una exigencia o un ruego de que la política incluya en sus cálculos esta racionalidad política tan reduccionista.
En tal sentido, la insistencia en la precondición establecida por el propio presidente para sentarse en la mesa del Pacto de Mayo de aprobar antes el DNU N° 70/23 y el proyecto de Ley Ómnibus, puede operar como un factor que horade de forma agresiva la frágil base de poder que hoy lo sostiene, termine estimulando la extensión de hipótesis basadas en que la acción del Senado es el inicio de un tiempo de descuento de una anticipada transición presidencial.
EL DOMINIO DE LA CRUELDAD
Desde diciembre de 2023 todas las variables están subordinadas a un agresivo programa monetarista y diversas iniciativas económicas y de eliminación de regulaciones que sólo pueden interpretarse por sus graves consecuencias inmediatas. Todas concurren a paralizar (enfriar) la economía con el objeto de eliminar distorsiones que, según su diagnóstico de fuerte impronta ideológica y ajeno a las estadísticas, debilita el crecimiento del país.
Luego de 100 días de gobierno cuesta distinguir los daños colaterales de aquellos que son inducidos directamente por decisiones presidenciales draconianas. Sorprende cómo en este punto la oposición desperdicia una oportunidad para tomar iniciativas en la batalla comunicacional, saliendo de posiciones de retaguardia.
La sociedad está indefensa ante un periodismo y una dirigencia política opositora que reduce escandalosamente sus opiniones a un discurso fragmentado y abstracto dominado por conceptos macroeconómicos y operaciones menores. Se pierde de vista que en medio de esa guerra de posiciones sigue operando lo que Austin llama el enunciado performativo, el que por el mismo hecho de ser expresado realiza el hecho. Los más de 300 artículos del DNU N° 70/2023 vigentes, que no han sido objetados judicialmente, siguen operando como un ariete normativo, impactando de forma diaria e imprevisible sobre innumerables situaciones de la vida cotidiana; desde las compras en el supermercado, pasando por medicamentos, vivienda, cuotas de prepagas, escuelas, tarjetas de crédito, entre muchas, incluyendo la destrucción de una gran cantidad de regulaciones antiguas y delicadas que establecen normas esenciales del código civil y comercial y que fueron conformando una verdadera ciudadanía social durante el proceso de consolidación de la democracia desde 1983.
La destrucción o el cambio drástico de sentido de cientos de transacciones que impactan de forma directa sobre la vida cotidiana genera una multiplicación exponencial de microcaos en la base material de la sociedad, que ya empieza a afectar la institucionalidad vigente.
Lo ocurrido en el Senado corrige parcialmente la ausencia de pronunciamientos de la Corte Suprema y el silencio ambiguo de una gran cantidad de dirigentes políticos y líderes sociales donde, más allá de sus identidades políticas opositoras, se tocan peligrosamente con los cálculos oficialistas, compartiendo una crueldad infrecuente en las políticas públicas de la democracia.
Se ha formado una especie de núcleo de coincidencias básicas entre oficialistas y opositores, donde unos apuestan a estirar todo lo posible la paciencia social para soportar los ajustes que promueven y otros apuestan a que el escarmiento sobre los cuerpos del pueblo opere como un castigo ante los resultados electorales de noviembre de 2023.
Sobre el hielo delgado que apenas opaca una tragedia social provocada por políticas públicas que causaron que más del 57% de la sociedad argentina sea pobre y al menos siete de cada diez niños, sea pobre o indigente, parece haberse instalado una dinámica política basada en una guerra de posiciones entre élites, que ha incluido la crueldad como una derivación necesaria e inevitable.
La caída real de los salarios (-19,3% privados), (-25% públicos) y jubilaciones (-23,2%) desde que asumió Javier Milei explican la disminución drástica del consumo y convalidan los datos de CAME que indican que las ventas minoristas en general cayeron -28,5 % interanual, siendo la de los alimentos el -33,1% interanual, son contundentes para las estadísticas y dramáticos en el seno de cada familia.
LA BALA DE PLATA
Milei mencionó a Milton Friedman como referencia teórica de su política económica en la Asamblea Legislativa. No se puede negar coherencia en ese sentido, una de las contribuciones de Friedman a la economía es su estudio de la función del consumo. A diferencia de Keynes, que decía que el consumo de un periodo dependía exclusivamente del ingreso del mismo periodo, Friedman postuló que este dependía del ingreso permanente, es decir, del ingreso a largo plazo. Esto tiene consecuencias en las estrategias políticas oficialistas.
No es una referencia de teoría económica desconocida para Argentina y América Latina. En el último cuarto del siglo XX los Chicago’s Boys aplicaron linealmente sus políticas en las dictaduras del cono sur, sus resultados económicos fueron pésimos, los sociales desastrosos. Lo que es una novedad es que tal programa surja de las elecciones.
La apuesta de Javier Milei es por el mediano plazo, considerando que siendo ciertas las expectativas de consumo a largo plazo (Friedman mediante), es posible mantener la paciencia social en el mediano plazo y que en tal sentido podría conservar el gobierno, aun delegando todo su poder a las grandes corporaciones.
No puede descartarse en el análisis del escenario que su hipótesis, aún sostenida desde la crueldad social en el corto plazo, puede no ser tan irracional en la política en el mediano plazo e incluso en la economía del largo plazo. El país va a ser más pobre, el interés nacional se verá resentido y la calidad institucional será peor, pero no se puede obviar en el análisis que ni la cercanía a la recesión e incluso la depresión parece alertar a la ciudadanía que aún mantiene alto su apoyo al gobierno y tiene expectativas sobre sus políticas económicas.
Una estrategia basada en la voluntad de lograr la estabilización de los precios, sostenida en la capacidad de soportar el ajuste de la sociedad, ha tenido históricamente argumentos a favor. Sobre estos cálculos, más graves o más atenuados, se sostuvieron los diversos planes de estabilización que se dieron en democracia desde 1983. Todos vinieron precedidos de agudizaciones de crisis inflacionarias de variada intensidad, donde lo central para la sociedad no era solamente la dimensión económica del precio de las cosas, sino la creciente incertidumbre existencial sobre la vida cotidiana, no hay que olvidar que los precios son una referencia necesaria que provee información sobre lo cotidiano y el futuro de las personas, familias y comunidades.
La eficacia de la bala de plata en este caso se mide por el tiempo ganado para lograr la estabilización de precios. Posponiendo el tiempo sicológico de descuento de la sociedad. Lo concreto es que el sistema político parece haber empezado con el rechazo del DNU un camino que aún no tiene su anclaje social.
Habría que asumir que la política más tradicional todavía no sale de su desconcierto. La salida sistémica, anticipando una renovación presidencial, mediante una Asamblea Legislativa o con la Corte Suprema, que se empezó a conversar estas semanas, no debería obviar que si bien puede haber dudas sobre si los votos fueron o no un aval al programa de la Libertad Avanza, no parece haber dudas que sí fueron contra un estado de cosas vigente, incluido sus dirigentes más notables.
La propuesta de derecha ultra capitalista triunfante no surgió como una respuesta a un Estado de Bienestar que en su vocación por garantizar derechos sociales obturaba libertades de nueva generación, sino como una respuesta residual ante una crisis del modelo neoliberal-conservador instaurado en 2015 por la coalición de Juntos por el Cambio y continuado en 2019, con un variante neoliberal- progresista, expresada por el Frente de Todos. En la problematización de este núcleo parecen anidar las posibles respuestas para iniciar el camino de alternativa transformadora basada en una vocación soberana y federal con desarrollo económico y justicia social, recuperando la capacidad movilizadora de una democracia plebeya.
El programa político y el estilo violento de Milei no es una excepción en la escena política global, pero sí lo es en Argentina. Su irrupción trastoca de forma dramática las identidades políticas argentinas e introduce nuevas prácticas en la relación entre poder y democracia, aún inciertas en su evolución. En términos de identidades políticas nada podrá ser lo que era, no hay lugar para las nostalgias de las restauraciones partidarias; menos aún en medio de una creciente violencia institucional y una disminución de los derechos sociales y ciudadanos que se han empezado a combinar de una forma que la democracia argentina no conocía.
Mieli no es producto de una patología argentina, es un legítimo producto de una democracia en crisis y es un emergente sólido de un occidente en transformación donde la extrema derecha es la segunda fuerza política en la mitad de los 27 países de la Unión Europea y se considera que pueden llegar a ser la segunda fuerza política en el parlamento de la Unión Europea luego de las elecciones de este año, detrás de la derecha tradicional que hoy es primera fuerza.
En tal sentido la variable a analizar no es su capacidad social de instalación, es urgente poner el foco sobre la solidez democrática y si sus instituciones, tal cual están, pueden dar respuesta a esta combinación de diagnósticos sociales precisos y malas alternativas de gobierno.
Tampoco sirve analizar solo el último gobierno como causa excluyente. Si en 2011 la inflación por primera vez superó el 10% (12,67%) con leves subas en 2012 (13,13%), no se puede dejar de analizar el impacto de largo plazo en la memoria social y sus consecuencias electorales del pico de inflación durante 2014 (28,27%), la que si bien tuvo una leve baja en 2015 (17,19%), esta se sintió como una continuidad en 2016 (34,59%), si las tendencias superan las experiencias de gobierno, es necio centrar las disputas embanderados de forma clásica.
ENTRE LAS ESTRATEGIAS Y LOS AUGURIOS
Por un lado, nada indica que el gobierno, en el proceso de constitución a cielo abierto de un nuevo bloque político de extrema derecha con el horizonte del Pacto de Mayo, vaya a modificar su arquitectura difusa y por momentos caótica, construida al andar con pujas de palacio crecientes, y por otro lado, nada indica que aún en medio de una creciente guerra de zapa en la burocracia del Estado, si van estabilizando los precios, el gobierno no logre el tiempo necesario para llegar a las elecciones 2025 con poder suficiente.
Esta situación agrega una complejidad notable en todo el sistema político, que se nutre a su vez de variadas crisis, coyunturales y estructurales, que exigen un esfuerzo analítico adicional. En algún sentido el país inició un experimento social y político que exige trabajar artesanalmente conceptos clásicos como poder, dominación y legitimidad en democracia, que requieren ser reformulados y comprendidos en sus operaciones y clivajes inscriptos en nuevas formas del capitalismo donde las transformaciones digitales compiten y se solapan en el territorio con el capitalismo industrial y el más primario de los recursos naturales.
Las disputas de estos días entre el gobierno nacional con las provincias, que para muchos se presentaron como combates federales que amenazaban suministros energéticos estratégicos, quedaron reducidos en la práctica a disputas judiciales por autorizaciones a endeudamientos para gastos corrientes como ocurrió en Chubut.
Sin embargo, algunas luces se prenden en las zonas grises, en este contexto se destacó la voz del gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, quien en el marco de la convocatoria de los gobernadores patagónicos ubicó el conflicto en un plano más estructural, en esa oportunidad señaló cuatro números duros voy a dar: de los cuatrocientos once mil millones de dólares que debe nuestro país, el 85 % fue contraído por el gobierno central; solo el 5,2% fue contraído por las provincias. El gobierno central viene con un déficit estimado del 2,9% del PBI, todas las provincias argentinas tuvimos un superávit del 0,6% en 2023, y sin la deuda del 1%, gasto público vs PBI, el gobierno nacional representa el 22% del gasto público nacional, las provincias el 19% y los municipios el 8%; y no emitimos moneda, si es que quisiéramos entrar en el debate actual.
Es ilustrativo, no sólo por los datos, sino porque cuando estos permiten ubicar el centro de los conflictos, la política se cualifica y es posible intercambiar problemas de forma virtuosa, sobre todo en una democracia que está destinada a gestionar ignorancias, muchas de ellas inducidas por el dominio de las fake news.
Una tesis surge de esto: No es que los desafíos estructurales del país no existan, es que no todos los dirigentes los pueden ver y menos aún enunciarlos correctamente, siendo esto un déficit para convocatorias ciudadanas. Es probable que en el ejercicio de estas virtudes pueda distinguirse una nueva generación de dirigentes nacionales, con experiencias de gobierno en las provincias, que se puedan ir sacando la sombra de la casta. En este sentido el discurso de Weretilneck adquiere una especial significación, indicando un camino para recorrer en la relación interjurisdiccional entre el gobierno nacional, las provincias y municipios, en el marco de revisar las consecuencias de largo plazo de la Constitución Nacional de 1994.
Muy poco es lo que parece en estos días, mientras en esa confusión persista la eficacia semiótica del concepto de casta política el gobierno tiene oportunidad de mantener la iniciativa con un grito de batalla que identifica un enemigo de las personas de bien, que con sus acciones impiden su desarrollo personal y comunitario, y obturan de forma implacable el pleno despliegue de las capacidades laborales y la misma movilidad social basada en el mérito en, como dicen, un país de mierda. Mientras esto siga siendo sentido común, el ajuste tiene aún su oportunidad.
Del otro lado se irán ubicando, los que, como el gobernador de Río Negro, se esfuercen en definir bien los problemas de gobierno y que sean estos los que delimiten los problemas políticos. El escenario está abierto, los desafíos de una política emancipadora pertinente al siglo XXI convocan a la lucidez patriótica.