La pandemia de COVID-19 ha transformado radicalmente nuestro mundo, las civilizaciones de todo el mundo se vieron confrontadas con la fragilidad de la existencia humana y la impermanencia de la vida tal como la conocíamos, poniendo de manifiesto no sólo la vulnerabilidad de nuestras instituciones y sistemas, sino también los profundos desafíos éticos que enfrentamos. En este contexto, las reflexiones sobre el futuro político cobran importancia crítica.
Sin dudas, nuestra era puede dar testimonio de una privatización total del ser humano, donde las personas están encerradas en su propio mundo de deseos y ansiedades, sin conexión con la realidad exterior, lo que implica una privación tanto de la capacidad de observar y escuchar a los demás como de ser observados y escuchados por otros/otras. En esta dinámica, nos encontramos en confinamiento dentro de la subjetividad de la propia experiencia, sin acceso ni conexión con las experiencias de los demás.
La privatización del sujeto humano ejerce una clara influencia en la apatía política, porque si el sujeto político se desvanece, cede su lugar únicamente al anhelo individualista. ¿Será que el “realismo capitalista” ha penetrado todos los aspectos de la vida social y cultural? La cultura del espectáculo y la constante presión por el éxito contribuyen a esta epidemia de depresión y ansiedad, que se viraliza a ritmos vertiginosos y erosionan aún más nuestra capacidad para imaginar alternativas al orden actual, y sin vacilar promueven la despolitización. Otro aspecto a analizar es que la desinformación y la polarización socavan la credibilidad de los expertos y las autoridades, lo que dificulta la toma de decisiones informadas y basadas en la evidencia. No hay voces válidas; o, mejor dicho, cualquier voz puede terminar siendo válida.
En la era digital, las plataformas en línea terminan configurando nuestras relaciones sociales, moldean nuestra comprensión de la identidad, el poder, en las relaciones de poder que se establecen en el ámbito de la psique individual y colectiva. En la era digital, nuestra vida privada y pública están cada vez más entrelazadas a través del panóptico social digital y la ingeniería algorítmica, esto configura nuevas formas “sutiles” de control y manipulación.
Este escenario representa la materialización de las aspiraciones de los defensores del libre mercado y la reducción del rol del Estado. A medida que las personas se encuentran más aisladas, se reduce el espacio para la participación política, se reduce el espacio para lo político, y se amplifica la exclusión social. Esta ausencia de participación política y la falta de alternativas imaginativas refuerzan y perpetúan la hegemonía del neoliberalismo.
La falta de imaginación política, mata.
Muy bueno. Muy claro. Gracias
Gracias Mariano!
Excelente nota. Muchos puntos para reflexionar y evaluar. El ser humano privatizado tiene una tendencia individualista y mezquina,. Hoy, la mirada al prójimo, en general, sucede desde la virtualidad, mientras tanto, perdemos empatía sobre la realidad más cruel. Al mismo tiempo que defendemos una causa noble desde las redes, pasamos por al lado de personas en la peor situación, ignoradas por completo. Políticamente, existen quienes sacan provecho de este letargo colectivo, se ve reflejado en las problemáticas actuales del sistema democrático y las tendencias políticas ideológicas. Gracias por la invitación a la reflexión.
Estoy tan de acuerdo Juan, funcionan como antiojeras muchas veces, gracias por tu aporte me sirve para seguir indagando
Excelente. Muy buen reflexion.coincido en cada palabra.
Muchas gracias Betina, solo un granito de arena para la reflexión colectiva