Remontame en un barrilete
Quiero volar, quiero volar
Contame un cuento de hadas
Quiero soñar, quiero soñar
Y recordame si alguna vez te he mirado
Quiero llorar, quiero llorar
Y abrime ahora las tres puertas de tu vida
Quiero ver, quiero ser, quiero entrar.
“Quiero ver, quiero ser, quiero entrar” (PORSUIGIECO, 1976)
Preludio
En esta tercera entrega pretendemos cerrar el abordaje de algunos tópicos alrededor de los cuales gira y, creemos, debe girar el profundo debate que se está dando al interior del peronismo. La discusión está abierta en todos los ámbitos y en todos los modos y tonalidades posibles. Se debate más o menos cordialmente acerca de su conducción, acerca de la necesidad de un programa político que vuelva a ponerlo en carrera como potencial relevo en el poder cuando las condiciones lo ameriten. ¿Cuál es la esencia de nuestro movimiento? ¿Cuáles son los ejes estructurales que no pueden modificarse y qué temas deben incorporarse a una nueva agenda que dé cuenta de los cambios que se produjeron tanto en el país como en el mundo en los últimos años? ¿Cuál es la alianza social que queremos expresar de cara al futuro y quiénes pueden encarnar esa alianza en términos políticos?
Se debate también acerca de las responsabilidades y de las causas en el fracaso del gobierno del Frente de Todos, que culminó con la derrota ante este nuevo emergente político que todavía no podemos definir con certeza cuán permanente será en la etapa que se inicia. ¿Cómo enfrentar a un discurso que apunta al corazón de nuestro ideario sin transigir más de lo aceptable, pero entendiendo las nuevas coordenadas históricas? Es un montón.
Para esto, como un aporte más, desde este espacio en el cual nos venimos expresando desde hace meses con nuestras aguafuertes, elegimos nuevamente estructurar los temas a partir de la obra de Charly, ese músico gigante que desde hace cincuenta años viene pintando con sus canciones las distintas etapas por las cuales pasó nuestro país. Distintas formaciones, distintos estilos y melodías, pero una esencia indiscutible; y esa esencia es la que nos hizo elegirlo. Como ya hemos dicho, alguien que nunca perdió su capacidad de retratar la realidad, por más oscura que pareciera, y jamás cayó en el pesimismo derrotista que, creemos, es el peligro más grave ante el cual se encuentran algunos sectores de nuestro movimiento.
Botellas al mar. Eso son, una vez más, estas aguafuertes que pretenden hablar y preguntarnos sobre el pasado, sobre el presente y, fundamentalmente, el futuro del peronismo.
I. El karma de vivir al sur (Parte de la religión, 1987)
Me vas a hacer feliz, vas a matarme con tu forma de ser. Desde su surgimiento, el peronismo se plantó en la escena internacional desde una posición clara: la neutralidad en el conflicto que en aquellos años se expresaba entre el bloque capitalista y el bloque socialista, que parió lo que el fundador de nuestro movimiento denominó la “Tercera Posición”, que implicaba mantenerse equidistante en una disputa interimperial que se dividió el mundo en dos durante casi 50 años. La doctrina justicialista, por más que pueda variar en algunos de sus aspectos, es inseparable de esa posición equidistante que, por otra parte, no fue nueva en la tradición del Movimiento Nacional, ya que el yrigoyenismo había plateado la neutralidad en la Primera Guerra Mundial, pese a las presiones del imperio británico en aquellos años. Tampoco fue una posición sostenida solamente por la Argentina en el contexto de la Guerra Fría. El Movimiento de Países no Alineados surgió también en esos años de descolonización y expresó una posición similar de muchos otros países entre los cuales se encontraba, por ejemplo, la Yugoeslavia de Tito y el Egipto de Nasser, entre otros. Podemos decir que esa posición de equidistancia en los conflictos entre las grandes potencias de cada época es constitutiva de nuestra identidad, sin lugar a dudas.
Escuchar, entonces, a ciertos dirigentes que se arrogan la representación de los principios y valores originarios de nuestro movimiento hablando livianamente de que debemos alinearnos con “Occidente” en un escenario tan complejo como el actual, causa escozor e indignación. Decir esto implica negar una de las bases mismas de nuestra historia y nuestro ideario que, como venimos diciendo, siempre se planteó no alinearse en ninguno de los bandos en pugna, y mucho menos del lado del complejo imperial que siempre nos pensó y trató como colonia, que expolió nuestros recursos naturales desde hace siglos y que, incluso, ocupa parte de nuestro territorio.
Mucho más escozor causa escuchar esto en un contexto como el actual, en el cual el gobierno ha decidido ser furgón de cola del eje anglosionista en los albores de un conflicto que puede terminar trágicamente para el conjunto de la humanidad. Es impensable un peronismo -salvo quizás el de Lopez Rega o el de Menem- alineado con aquellos que formaron en la Escuela de las Américas a los militares que cometieron uno de los genocidios más grandes de nuestra historia. Perón ni siquiera quiso ser parte del Fondo Monetario; ¿alguien se lo puede imaginar acatando los dictados de la OTAN? El debate respecto de nuestro futuro como movimiento tiene límites que son infranqueables. Este es uno de ellos.
Me vas a hacer feliz, vas a mostrarme ese lado inconcluso. A su vez, los ejes de la política internacional se modificaron y pensar la misma en términos de Este-Oeste es tan disparatado como imaginar a Paolo Rocca acordando un nuevo pacto social con los sectores del trabajo. En el medio, pasaron cosas. Y así como es irrisorio pensar en la reconstrucción de ciertas alianzas a nivel interno, tampoco es posible no dar cuenta de que el eje divisorio de la política internacional ya no es aquel de la época de la Guerra Fría, sino que hoy la línea divisoria es una línea que divide a un mundo mucho más complejo entre un Norte que sigue viviendo de nuestro excedente y un “Sur Global” que puja por redefinir la geopolítica en este mundo en crisis.
El peronismo visualizó esto desde sus orígenes. El “ABC” que planteó Perón en la década del cincuenta y la recomposición de las relaciones internacionales con vastos países de ese incipiente Sur Global en los setenta son apenas una muestra de ello. Ni hablar del fortalecimiento del MERCOSUR y del surgimiento de la UNASUR durante los gobiernos de Néstor y Cristina. La excepción, una vez más, fueron los años del menemato y de las “relaciones carnales”, que implicaron un rebote trágico de ese alineamiento en estas tierras. El “No al ALCA” es lo contrario del panamericanismo y la idea de “América para los americanos” que algunos hoy se animan a plantear desde nuestras filas.
Sentir hasta resistir el karma de vivir al Sur. “¡Patria si colonia no!” fue y sigue siendo un grito más que significativo que expresó a nuestro movimiento durante toda su historia. Evita hablando del “capitalismo foráneo” es una muestra cabal de ello. Poner en duda eso es poner en duda las mismas bases doctrinarias que dicen encarnar algunos. Y aquí sí, como decíamos, no hay negociación posible. Somos Latinoamérica desde la gesta libertadora hasta hoy y nuestros enemigos son los imperios coloniales de siempre, aunque hoy las relaciones internacionales se hayan tornado más complejas que en otras épocas y nos encontremos en una situación de objetiva debilidad.
Nuestros pueblos originarios resistieron la conquista, nuestros libertadores se emanciparon de la corona española y en el siglo XX logramos un incipiente desarrollo industrial a partir de no seguir los dictados de ese imperio que siempre nos pensó como simple productor de materias primas para que consuman sus sociedades opulentas; nosotros no podemos resignarnos a que, además de seguir siendo “el granero del mundo”, ahora se piense en insertarnos al concierto internacional como la mina, la reserva de agua potable y de petróleo no convencional del mismo, desde una perspectiva neocolonial. La historia no terminó. Como no había terminado en los noventa con las famosas “relaciones carnales” de las que hablábamos. El conflicto geopolítico internacional está abierto. En ese contexto tenemos que pensarnos como país y ese es el proyecto que tiene el peronismo para ofrecerle a nuestro pueblo. Hay muchos autores que han teorizado sobre esto desde una perspectiva “decolonial”, y muchos de nuestros líderes en este siglo han tomado estas banderas que jamás fueron arriadas por los pueblos latinoamericanos. Las experiencias de los mineros bolivianos, el Movimiento Sin Tierra en Brasil, la emergencia como actor de los pueblos originarios y de las mujeres son marcas en el camino que debemos seguir si queremos continuar siendo nosotros mismos, pero adaptándonos a las nuevas demandas de los sectores subalternos de este lado del mundo, del que sin duda formamos parte. Yo sé que un día ya no habrá perdón. Yo sé que un día no habrá confusión.
II. Instituciones (Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, 1974)
Yo miro por el día que vendrá, hermoso como un sol en la ciudad. Durante los años setenta, en medio de un proceso de efervescencia política que recorría el mundo, algunos sectores juveniles -incluso dentro de nuestro movimiento- se planteaban como única alternativa posible la destrucción del sistema capitalista y sus instituciones. Esto provocó grandes debates y enfrentamientos –también hacia el interior del peronismo- con un saldo finalmente trágico. Sin embargo, el contexto de proscripción, las seguidillas de golpes militares, e incluso algunos guiños de nuestro conductor, otorgaron legitimidad a esos planteos. La situación cambió radicalmente después de las últimas dictaduras latinoamericanas. A partir de ellas, se generó un conceso mayoritario en el campo popular de toda la región respecto de la necesidad de sostener las instituciones de la democracia republicana, pese a todas sus falencias, que no son pocas. Hoy, pasados cuarenta años de la normalización institucional, esa “insatisfacción democrática” de la cual ha hablado tantas veces Cristina, es un mal que recorre a un gran conjunto de países. Es que los pueblos comprobaron que con la democracia no necesariamente se come, y a duras penas se cura y se educa.
Pero tanto aquí como en vastos sectores del mundo, el descontento por un orden que desmanteló el “Estado de Bienestar” y favoreció la concentración económica parece ser canalizado por los sectores más reaccionarios y antidemocráticos. Esto nos coloca ante un dilema: ¿Cómo defender la democracia sin aceptar mansamente las reglas del juego de las corporaciones que promovieron estas “salidas por derecha”? ¿Cómo ser rupturistas en nuestros planteos respecto de más democracia y más distribución a la vez que defendemos unas instituciones ostensiblemente en crisis? Ese también es uno de los debates que tenemos que darnos al interior del movimiento. Comprobamos recientemente, como se viene comprobando en distintas latitudes, que la moderación y los “buenos modales” no hacen más que aumentar el descontento social respecto de la política y generar el caldo de cultivo para estos experimentos distópicos que impulsa el poder. La experiencia de los mejores gobiernos peronistas, tanto del siglo XX como del actual, son ejemplos a seguir; pero se impone rediscutir y redefinir, como venimos diciendo, las alianzas sociales, económicas y políticas que definan un programa inicialmente defensivo como piso para avanzar en uno más transformador. Esto implica defender al Estado y a las instituciones actuales, pero a la vez plantar la semilla de un programa que verdaderamente se proponga un nuevo orden más justo y que contenga las demandas del conjunto de nuestro pueblo.
Los magos, los acróbatas, los clowns mueven los hilos con habilidad. Sabemos que el anarcocapitalismo que nos propone este gobierno es una trampa, que solo favorece a los más poderosos y deja desprotegidos no solo a los sectores populares sino también, como se demostró en estos meses, a los sectores medios. Pero su discurso ha logrado seducir, al menos coyunturalmente, a una porción importante de nuestro pueblo. Como venimos diciendo, el debate acerca de esta mentira y la movilización en la calle para enfrentarla se imponen, sin lugar a duda. Pero también se imponen la responsabilidad política, la generosidad y la osadía a nuestra dirigencia. Una cosa es construir una alianza táctica defensiva, y otra muy distinta es no proponer ejes programáticos que sienten las bases de un nuevo gobierno popular en el futuro.
Oye, hijo, las cosas están de este modo, una radio en mi cuarto me lo dice todo. La ciudad de Rosario es un laboratorio de experimentación respecto de qué es lo que sucede cuando el Estado es débil y no cumple sus funciones básicas en términos de salud, educación y seguridad. Si el Estado se achica, se agranda el espacio en el cual se adueñan de nuestras vidas las mafias y el narcotráfico. La propuesta de dolarización, a su vez, favorece el crecimiento de actores paraestatales que comienzan a regir los destinos y la vida de vastos sectores de nuestra sociedad, fundamentalmente donde la pobreza y la indigencia se enseñorean ante la ausencia de las instituciones de las que venimos hablando.
Como alguien dijo, “anarcocapitalismo” se parece demasiado a “narco capitalismo”. Ecuador, México, Paraguay y Brasil ya sufren las consecuencias del avance de aquellos sectores que van reemplazando al Estado y otras instituciones, en las favelas y en las villas, “por abajo”. Pero esto sería imposible sin la complicidad, “por arriba”, de esos mismos sectores de poder que participan del lavado de dinero y el comercio ilegal a gran escala. Eso es lo que nos propone Milei, con algunos de sus socios para los cuales el valor de la vida humana es tan nulo como el valor del Estado. Lo dicho: se impone entonces defender en primera instancia estas instituciones y este Estado, para poner un dique de contención al avance de los que quieren llevarnos a un orden, reiteramos, distópico, pero a su vez con tintes neofeudales desconocidos en estas tierras.
La defensa de lo que tenemos es el primer paso para poder plantearnos avanzar en un nuevo orden que no sea una deriva hacia la nada sino hacia un proyecto de país que contenga al conjunto de la población. Pero defender el Estado implica también repensarlo a partir de esta nueva realidad. El macrismo y la pandemia hicieron estragos en el mismo y, una vez más, tenemos que reconocer que del todo “no la vimos” y no hicimos lo suficiente por evitar esta situación. Conceptos como “democracia participativa”, “Salario Básico Universal”, entre otras reivindicaciones de aquellos sectores que se plantean un desarrollo económico con sustentabilidad ambiental a largo plazo, tienen que ser necesariamente parte de nuestro programa político si queremos expresar lo que siempre expresamos en este nuevo contexto.
El peronismo es un movimiento humanista, lo que implica la defensa de la vida y la dignidad por sobre cualquier otro valor, llámese propiedad o como se llame. Esto también es algo que se impone como parte de la agenda, como discusión en el presente y de cara al futuro. Defender el Estado para reconstruirlo con un cariz mucho más humano del que tuvo en las últimas décadas es nuestra obligación. De mis huesos la humanidad debes salvar.
III. Curitas (Filosofía barata y zapatos de goma, 1990)
Hay algo sangrando, hay algo que sangra. El nivel de virulencia que viene adquiriendo la discusión al interior de nuestro movimiento es en alguna medida comprensible después de la derrota electoral que sufrimos, pero no podemos permitir que el árbol nos tape el bosque. Nuestra dirigencia tiene que identificar claramente la diferencia entre la contradicción principal y las contradicciones secundarias. En este momento nos gobierna el enemigo. Un enemigo que puede arrastrarnos a una tragedia social y económica sin precedentes a nivel interno, y a tragedias de otro tipo a partir de su alineamiento internacional subordinado al imperialismo y las grandes corporaciones de este capitalismo salvaje, que pone en riesgo el futuro del conjunto de los que habitamos este planeta. Que se discuta quién conduce y quién acompaña es una cosa, pero que se rompan los puentes hacia el interior del movimiento nos puede llevar a una situación sin retorno, como la que sufrimos en la segunda mitad de la década del 70. No se puede seguir jugando con fuego. Como venimos insistiendo: primero está la patria. La discusión, si es programática, bienvenida sea. Pero si solo expresa la disputa por el botín de la lapicera a la hora de armar las próximas listas, estamos perdiendo el rumbo. Hay que cerrar esta etapa de pases de facturas urgentemente, de la manera que sea. No podemos defraudar una vez más a nuestro pueblo, y si no construimos una síntesis, no cabe duda de que lo haremos nuevamente. El movimiento nacional, que está de pie en las calles, como se viene demostrando, tiene que estar de pie también como alternativa política. Esto es una necesidad histórica que todos los actores deberían comprender, y deberían actuar en consecuencia, por más que sientan, cada uno de ellos, que les asiste la razón coyunturalmente. Esta pelea recién empieza y solo podremos darla todos juntos si queremos tener alguna chance de ganarla.
Hay veces que no puedo dormir. Hay veces que no quiero. Hay veces que me gustaría verte aquí. Aquellos que se siguen sintiendo parte del campo popular y ponen el cuerpo en los barrios y en las calles para enfrentar y resistir la política del gobierno libertario están a la altura de las circunstancias. Pero necesitan que nuestra dirigencia también lo esté, que acompañe y a la vez, proponga una esperanza real respecto del futuro. Las heridas se tienen que cerrar para que esto sea posible y en este contexto no existen actores inocentes. Cada cual tiene que asumir la responsabilidad que le corresponde en términos históricos. Parte de lo que nos pasa tiene que ver con la falta de respuestas tangibles capaces de mejorar las condiciones materiales de vida de los sectores populares, pero también la permanente sangría interna hizo lo suyo y esto es innegable. Hay que cerrar las heridas a nivel interno pero, fundamentalmente, nuestra dirigencia tiene que reencontrarse con nuestro pueblo, no solo en términos retóricos sino en términos de praxis.
Todo el mundo tiene penas, pero yo ya extraño hasta tus problemas. El proceso está abierto y no sabemos aún cuánto va a durar el mismo. La avanzada de las clases dominantes se da en todas las líneas, más allá de aparentes retrocesos momentáneos y parciales que quizás no sean tales. El monstruo que tenemos enfrente es gigantesco y poderoso, y hace pie en nuestros errores y en nuestra dispersión. La batalla es ahora, más allá de cuáles sean las características de la misma y cuáles sean las formas de su resolución. Las herramientas están por construirse y pueden ser más o menos parecidas a las utilizadas en otros momentos, pero siempre las hemos encontrado. Nuestro movimiento superó situaciones mucho más complejas y lo hizo siempre a partir de la comprensión de la necesidad de dar protagonismo a las organizaciones libres del pueblo más allá de la superestructura política, es decir, a los sindicatos, las sociedades de fomento, los clubes de barrio, las organizaciones sociales y un inmenso entramado al que hoy no podemos no sumar los feminismos y los sectores de la economía popular como parte del conjunto de los sectores subalternos de nuestra patria.
Se impone en esta etapa el protagonismo de ese entramado que es el que históricamente nos dio perdurabilidad en el tiempo como movimiento. Se impone el protagonismo popular. Y también se impone una dialéctica virtuosa entre la dirigencia, la militancia y nuestras bases. Nuestro “sujeto histórico” está a la espera de que esto suceda más temprano que tarde. Yo te extraño, yo te extraño. Me extraño a mí.
Coda
Yo quise el fin y había más. Yo quise más, no había fin. Lo que yo quise encontrar estaba atrás y no aquí. Uno de los espejos en el que también debemos mirarnos en términos históricos es el espejo de la resistencia peronista y el de las Madres y los sindicatos en la dictadura. El enemigo propugna el fin de un ciclo histórico, pero sabemos que hay más si nosotros estamos a la altura. El peronismo sigue existiendo pese a todo. No nos pudieron los golpes y las desapariciones. No nos pudo la traición menemista. No nos va a poder la situación actual.
Desde las sombras no vi las sombras y no vi luz. En esta etapa aparentemente oscura tenemos que volver a encarnar la esperanza para nuestro pueblo. Sin esperanza no hay futuro y sin futuro nadie nos va a acompañar. Tenemos un deber para con nuestra historia, para con los que quedaron en el camino y, fundamentalmente, para con el conjunto de quienes habitan esta patria. Hay que hacerse cargo. Hay que abandonar la nostalgia y el internismo permanente. Solo así tiene razón de ser nuestra existencia.
Los humildes de la patria, el “pueblo plebeyo”, no están en condiciones de quedarse en punto muerto; necesitan avanzar. Como ya dijimos, la historia no está escrita y no hay nada inexorable. Volvamos al optimismo con que iniciamos estas aguafuertes. Somos militantes del Movimiento Nacional y sabemos que cuando nuestro pueblo decide avanzar, lo hace “con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes”, como también lo propugnara nuestro fundador. No voy a esperar las caras que yo extraño. No voy a dejar que el destino hable por mí.
Playlist
Quiero ser, quiero ver, quiero entrar (Porsuigieco) https://open.spotify.com/intl-es/track/05dFNQc5lvHrwh0EIvnfPJ?si=1a69dbb01ae24fd8
El karma de vivir al sur (Charly García) https://open.spotify.com/intl-es/track/1ODANxW34eP0TVS63phHAu?si=8784c6f1c41a4b7b
Instituciones (Sui Generis) https://open.spotify.com/intl-es/track/0RPoVlxtkhJPaeeCNHTy85?si=a288592b544048ea
Curitas (Charly García) https://open.spotify.com/intl-es/track/1jYONbw7wZfVPbQDkffo5w?si=78712c9ca16f4cab
Tu amor (Charly García y Pedro Aznar) https://open.spotify.com/intl-es/track/3obYcaXHdTB1EvZE3PVQhd?si=b883569824c34173