Por Mercedes De Biase
La militancia secundaria es el primer piso de justicia para los jóvenes, porque es la posibilidad de pararnos con los ojos abiertos ante un mundo complejo, diverso y, como actores, hacer nuestro aporte para que nuestros derechos y los de nuestra comunidad sean una realidad efectiva.
Es el primer espacio político en que nos insertamos en la sociedad. Es el momento en que nuestra voz se hace voz pública, en que nuestro hacer da frutos: desde construir pequeñas acciones solidarias hasta conquistar logros más grandes que puedan transformar la realidad de los estudiantes y del país. La participación en la militancia secundaria es el momento en que nuestro hacer se vuelve un hecho político.
Por ejemplo, nosotros militamos en la UES un modelo de país como el de Perón y Eva, para que la gran mayoría del pueblo argentino tenga trabajo digno, acceso a la salud y a la educación, o sea, un pueblo en el que cada uno de sus miembros se pueda realizar en una comunidad que también se realice.
Estos son, entendemos, nuestros principios fundamentales y por ellos militamos cada día poniendo en práctica entre nosotros mismos la solidaridad y el valor de lo colectivo: este es el lugar donde conocí lo que es el compañerismo, la solidaridad, el hacer por y para otros; que nada se logra en soledad porque la única forma de sobreponerse a las adversidades es entre todos.
Nuestra militancia —la de los que tenemos más o menos 16 años— empezó cerca de 2019, año en que todavía gobernaba Macri, y donde todos nosotros militamos por un país que se volviera a poner de pie con Alberto como presidente y Cristina como vicepresidenta.
Luego nos tocó el momento de poner a prueba la cadena irrompible que forjamos los estudiantes secundarios, que fue el de la pandemia, donde casi todo lo que veníamos haciendo se pudo sostener en la virtualidad. Nos abrimos a una nueva etapa, con sus nuevas formas. No es menor el modo en que se sostuvo el vínculo casi cotidiano entre los jóvenes y cómo pudimos sostener nuestros espacios de participación y de representación. Por supuesto que la presencialidad tiene algo imposible de reemplazar… pero nos organizamos y acá estamos de vuelta. Así, este año en nuestro liceo Víctor Mercante, la agrupación Diana Teruggi fue reelegida por los estudiantes para seguir conduciendo el Centro y representándolos en sus derechos estudiantiles.
No dejamos de ver que también en los centros de estudiantes se reflejan las dificultades o las contradicciones en la construcción que se repiten en otros ámbitos de nuestro movimiento, desde arriba hasta abajo. Pero también hay otra realidad dentro de los secundarios, nosotros trabajamos día a día siguiendo el ejemplo de los compañeros que nos precedieron pero le agregamos nuestra propia forma de hacer porque entendemos que más allá de los resultados de elecciones o acuerdos, nada sólido se puede construir si no se trabaja entre todos.
Algo que venimos conversando entre nuestros pares es el modo en que cambió la forma de hacer política en nuestros espacios. Si bien tenemos un legado hermoso que nos dejaron los militantes que pasaron por nuestras escuelas antes que nosotres, y que llevamos como bandera, cada día reinventamos las formas de trabajo y de militancia, porque el mundo mismo cambia y nosotros cambiamos con él.
Queremos formarnos como cuadros políticos capaces de hacer nuestra contribución para un futuro más justo para nuestro pueblo y de dignidad para nuestra nación y, como dijimos antes, tenemos la certeza de que eso solo es posible si es entre todos.