FACUNDO JALIL
Camino en las madrugadas húmedas del conurbano bonaerense, lo hago casi siempre en el mismo horario y con similar destino. Practico lo que se llama “la rutina”, la que comparto con millones de hombres y mujeres a los que no conozco aunque sus cuerpos se funden con el mío para formar una única materia que viaja en un mismo sentido. Observo sus rostros y busco señales de sus historias, intento conocerlos, acercarme a ese otrx con el que nunca crucé una palabra pero sin embargo siento que algo me hermana. Mientras transpiro el mismo sudor de quien me toca pero no me abraza, pienso que la soledad es una trampa que nos mantiene distantes e invisibles.
¿A dónde nos llevará este incómodo bienestar?