Sin ánimo programático, ni aspiración a inventar el agua tibia, les propongo a quienes se sientan interpelados por este envío, algunas reflexiones sobre distintas cuestiones vinculadas con el debate y la práctica política del presente, que intentan revisar algunas convicciones del sentido común amasado durante los últimos años.
El objetivo de estos puntos no es más que aportar al saludable estado deliberativo en curso y en un formato amigable para el subrayado, la tachadura, el aporte y sobre todo, la multiplicación de listas mejores que esta, pensadas entre muchas cabezas, que no se separan de donde sus pies pisan. Bien desde abajo, desde donde nace siempre lo nuevo como argumento de un verdadero proyecto emancipador.
Sin más vueltas. Dice así:
Propuesta 1: Recuperar la territorialidad como herramientas estratégica y metodológica de intervención de las organizaciones sociales y el Estado.
Tres resistencias conspiran contra esta recuperación: La primera, pero no la más importante, la penetración que lograron las redes sociales para imponer una subjetividad construida “a distancia”. La segunda, las dificultades propias y exteriores que encontraron los movimientos sociales para gestionar políticas públicas y para desarrollarse más allá de su perfil sindical en un sector particular de la sociedad, usualmente estigmatizado por propios y extraños. La tercera, la decisiva, la valoración negativa sobre la territorialidad y sus formas reales de organización e intervención que creció como balance al interior del kirchnerismo, que siempre fue parte integrante de la cosmovisión del radicalismo y sus subproductos y que terminó por consolidarse como sentido común, en buena parte de la sociedad, manijeos varios mediante.
Sin embargo y a pesar de las tres resistencias comentadas, la realidad patea la puerta. El ataque evidente y sin discriminaciones, a todas las formas de territorialidad social y estatal que asumió como estrategia el gobierno de Milei, dice, reafirma, lo evidente. La territorialidad, aún bajo sus formas realmente existentes, encarada por los movimientos sociales, los trabajadores territoriales del estado y la comunidad en su conjunto, contiene una potencialidad que deja a la intemperie y como parcial cualquier balance negativo o condenatorio sobre ella. ¿Cómo profundizar en la territorialidad? ¿Por qué no se avanzó en ese sentido? Son algunas de las preguntas válidas y pertinentes para este presente, pero las respuestas más interesantes no van a surgir de ninguna oficina, ni academia.
En el mientras tanto, los sommeliers de la participación ciudadana podrán dedicarse durante los próximos años a medir la efectividad del modelo de gestión actual y su 0800:SUERTE.
Propuesta 2: Revalorizar la militancia como rol solidario y comprometido con la comunidad y a las movilizaciones como forma efectiva y festiva de intervención.
En rápido recuento el 17 de Octubre conquistó la liberación de Perón, el Cordobazo, el final de la Dictadura de Onganía, Diciembre de 2001 el final del ciclo de ajuste, desocupación y represión de los años noventa. Por el contrario, las construcciones discursivas que, vacían de contenido estas formas de intervención y los compromisos personales que contienen, que hoy se reproducen de forma irreflexiva desde el campo propio con enlatados del tipo: “eran infiltrados” o “no estaban haciendo nada”, en primer lugar aportan a la desmovilización, pero más allá, abonan el camino al “algo habrán hecho” que llegará más tarde pronunciado por otras voces.
Propuesta 3: Asumir que los análisis cuantitativos y las explicaciones simples y pregnantes no son atributos de los libertarios, ni del macrismo, sino una forma de comunicar útil y necesaria.
Propuesta 4: Abandonar la conceptualización eurocéntrica de Izquierda y Derecha como interpretación del campo político.
Nada nuevo, aunque tampoco asunto saldado, ni siquiera demasiado discutido. Sin embargo, insistir sobre esto, pienso, se vuelve urgente ante el manotazo de adjetivos para dar cuenta de lo que constituye el fenómeno político más transitado del momento: la Derecha en todos sus envases, la “nueva” a la que apeló Natanson para interpretar el Macrismo, la “ultra” la que definiría tanto a Milei, como a Bolsonaro, Trump u Orban. Dos motivos para abandonar esta conceptualización: uno histórico y otro de tipo operativo. El primero, porque no fue esta caracterización, con su contrario, la izquierda, la articuladora de las dinámicas de organización y confrontación de nuestro pueblo, al menos desde el peronismo en adelante, sino de un sector de su activismo. Si la raya que partió al medio la historia de la argentina contemporánea tuvo que ver con el peronismo como principal aglutinador del mundo popular. Esto no significa desconocer la importancia de distintas expresiones de la izquierda, ni tampoco se trata de un argumento identitario el que propongo, sino un argumento para la intervención política. En segundo lugar, la no operatividad de la conceptualización “derecha”, en este caso está dada porque su significante, no sólo no es transparente, es decir, no está cristalizado, sino en disputa. Para muchos de los militantes que se definen como de derecha sin ponerse colorados (sobre todo jóvenes), —por supuesto, en el medio de esto, también circula el aire frío de varias derrotas precedentes-, no está en juego la historia del liberalismo argentino o mundial como tal, sino en cambio una nueva perspectiva política y antropológica sobre la sociedad, articulados por conceptos, incluso revulsivos, enfrentados al ideario conservador clásico, por ejemplo, el argumento de la Casta. Vinculado con esto, un último argumento para desechar el concepto de la derecha y la inflación de la que es objeto, tiene que ver con que el abordaje geográfico aliado a la concepción del justo medio, nos dejan en las manos de los “estrategas del éxito” electoral y sus instrumentos de medición que indican lo esperable: con El Acertijo se puede enfrentar al Guasón. Es decir, la pertinencia de un frente “moderadamente de derecha” para enfrentar a la “derecha radicalizada”.
La inutilidad de la conceptualización sobre las derechas para designar lo que a veces no entendemos, nos deja, sin embargo, frente a una tarea pendiente: ¿Cómo definimos al monstruo?
Propuesta 5: Recuperar los análisis multicausales, por sobre la construcción, de “Chivos expiatorios” al paso, en bares, oficinas, pero también en unidades básicas o locales políticos.
Bajo esta metodología, propia de la propaganda libertaria, pero inútil para el análisis y la interpretación suelen caer, alternativamente o todos a la vez, dirigentes políticos propios o ajenos, movimientos sociales o enteros sectores sociales. El resultado es parte de la composición del presente. Néstor apareció para salvar al pueblo desde un helicóptero, Milei es un error de la Matrix. Por este camino no sólo la derrota cultural y política será más larga y profunda, sino que va a pasar inadvertida.
Propuesta 6: Detener la inercia que empuja hacia la condena o la exaltación total de la experiencia kirchnerista en términos identitarios y concentrarnos en su interpretación histórica en el terreno de las demandas que lo precedieron.
Al dejar de lado la interpretación del Néstor enviado por los ángeles y detenernos en su vínculo histórico con el 20 de diciembre de 2001 y el proceso que lo continuó, el análisis nos deposita en la conformación de un actor social, con sus demandas, estilos y características particulares, sus potencialidades, sus posibles limitaciones, al mismo tiempo que también al interior de un proceso más largo, al que podemos llamar con justicia “la democracia de la derrota”, en los términos de Horowitz, frente al cual, el 20 de diciembre fue quizás, una demorada y parcial respuesta, como también fue parcial, ante las evidencias comprobables, la respuesta del kirchnerismo o del peronismo bajo su conducción en términos más generales. Sin embargo, y esto es lo importante, intentó ser una respuesta, y no una continuidad, por lo tanto, ante el objetivo de las profundas transformaciones pendientes, la posibilidad más productiva consiste en pensar en qué medida la experiencia de los últimos gobiernos populares avanzaron sobre las demandas sociales y las condiciones estructurales legadas por la dictadura genocida y su amplio frente social, en qué medida negociaron, y en qué medida, como totalidad, no expresan algo distinto.
Propuesta 7: Profundizar en la estimulante dicotomía que propone Miguel Benasayag: “Funcionar o existir” y derivar de ella la posibilidad de una contra cultura basada en un humanismo recargado.
Propuesta 8: Retomar la pertinencia de pensar en términos contra culturales, pero a condición de no interpretar la contra cultura como un anti estatismo, sino como una interpretación profunda sobre la dinámica social que, cuando corresponda, sea capaz de articular también una forma innovadora de “habitar el estado” no para reformarlo desde adentro, sino en constante diálogo, asunción y potenciación de las experiencias sociales que articulen la construcción del Nosotros necesario.
Propuesta 9: Recuperar el Peronismo de su interpretación Palermitana, (anclada en el consumo de productos culturales), pero también de su versión Morenista, (la visita guiada al museo de cera).
Pero no se trata esto de encontrar el “verdadero” peronismo, sino de adueñarnos colectivamente de su corpus teórico y sus manifestaciones históricas para dar cauce a la interpretación más pertinente para la intervención en este presente, lo que exige, por supuesto, también un diagnóstico anterior. En ese sentido el Peronismo, como legado, nos exige una comprensión que intente ser completa, que se detenga también en sus dificultades, sus zonas grises, y con un Perón que no deja de ser el de la aspiración a la comunidad organizada de los primeros cincuenta, pero que es también el que, a su regreso, dieciocho años más tarde, le confiesa a Abal Medina padre: “Parecemos de dos razas distintas”.
Durante el ciclo que se abrió desde el año 2003 hasta el presente la lectura oficial, entiendo, abordó sólo a uno de estos dos Perón y todavía no cambiamos la clave de la lectura.
Propuesta 10: Volver a nombrar la palabra Revolución y escuchar como suena.
Si la revolución fue durante casi todo el siglo veinte, y en nuestro país particularmente durante los años setenta, un horizonte de sentido, durante los noventa, si bien la historia dio un giro por el cual se pusieron en suspenso muchos de sus contenidos, incluso su probabilidad, lo que obligó al activismo social y político a pensar más allá de su tradicional marco conceptual, no por eso, desapareció como referencia, como palabra incómoda o como la clave que nos permitía entrar a la comprensión de una generación entera. Esa contraseña que también nos permitía mirar una imagen del Che a los ojos y encontrar una conexión. Durante los años 2003-2015 el setentismo se hizo presente, pero de forma difusa. Del militante, su entrega más que su proyecto. De su compromiso, su voluntad antes que su concepción revolucionaria. Desde el 2015, ocurrió mucho menos y todo lo contrario también.
Hoy no se ven remeras del Che, ni menciones a los setentistas, ni al gordo Cooke, ni a Santucho, ni a Rearte y la revolución cayó presa también de la cultura de la cancelación. Sin embargo, paradójicamente, buena parte de la juventud se plantea la lucha contra los privilegios de la casta y el estado, al cual el Che denominaba burgués.
La revolución, alguna forma de revolución, traducida como una expectativa de cambios profundos, aunque contradictorios, está en el aire, pero la interpretan a su modo otros, por cierto, con muchas más herramientas para hacerlo, con guiños del pasado y por supuesto con ánimo de que no cambie nada en realidad.
De este lado del mostrador no hay elementos para transformar la revolución en un horizonte de sentido como sucedió en los setenta, pero quizás sí llegó el momento de nombrarla para saber cómo se siente decirla, para dejarnos interpelar por ella, para escuchar como suena en este tiempo su sonido y que nos dice.
Territorialidad con su respectivo ordenamiento, militancia profunda en la comunidad, habitar el estado, volver al movimiento peronista y cerrando “revolución” (y que LINDO suena!!!!)
De todo me llevo ese increíble combo, esa maravillosa receta. Realmente, me movilizo la nota. La comparto, estoy conociendo la revista a través de un link por otro tema debatido aquí que me llegó. Pero sinceramente, veo autores muy interesantes, lindos escritores y una ¡gran propuesta desde la página! Felicitaciones a todos.
Hermoso texto para salir a debatir y reconstruir lo roto
Me encantó leer esta nota. Varias puntas para reflexionar, pensar. Pensar en estos tiempos, y escribir lo que se piensa, es casi un incipiente inicio de proceso revolucionario, celebro la posibilidad de compartir!