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Home ConTextos / En la tempestad
ALGUNAS AGUA FUERTES SPINETEANAS ACERCA DEL PASADO EL PRESENTE Y EL FUTURO

ALGUNAS AGUA FUERTES SPINETEANAS ACERCA DEL PASADO EL PRESENTE Y EL FUTURO

Horacio BouchouxporHoracio Bouchoux
25 julio, 2025
en ConTextos / En la tempestad
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…Bajo la herencia, la inmortalidad

cultura y poder son esta porno bajón…

Por un color, solo por un color

No somos tan malos…

Algo va a estallar…

“La bengala perdida” (Tester de violencia, 1988)

 

Preludio:

Después de algunos meses de reflexionar acerca de este presente espantosamente distópico, volvemos a las fuentes. Pero en esta ocasión nuestras aguafuertes intentarán ser un tanto menos explícitas, por lo cual decidimos que las ideas florezcan a partir de uno de los poetas más gigantes de la historia de nuestra música. Uno que, más allá de alguna vez haber participado políticamente, retrató décadas de nuestra historia de una manera en la cual a veces nos suele costar encontrar referencias a sucesos concretos de manera clara. Pero ¿qué mejor que intentar desglosar desde su intrincada poética y sus metáforas aquello que nos es tan difícil describir con palabras y conceptos remanidos y hasta quizás gastados por el uso y el tiempo?

El Flaco recorrió durante su trayectoria de casi cincuenta años, a partir de diversos formatos musicales, desde el rock and roll más crudo hasta la zamba, pasando por el jazzrock y la balada acústica entre otros estilos, siempre con una calidad musical lograda por pocos artistas nacidos en estos confines. Será por eso quizás que su cumpleaños ha sido designado como el día del músico y de la música. Pero si hay algo que lo caracterizó más allá de su calidad musical es esa forma de decir que abre infinitas puertas y otras tantas lecturas posibles.

El presente es ominoso y aunque la tentación de partir del panfleto sea grande, cuando lo que se agrede es no solo nuestra dignidad  en términos materiales sino también en términos espirituales, cuando el oprobio y la injusticia se combinan con una permanente pretensión de esquematizar, simplificar y obturar nuestra capacidad de comprender e interpretar la realidad de otra manera que no sea la que nos dictan las caricaturas de este régimen, a través de la violencia simbólica y efectiva que ejercen sus personeros, es válido asirse de todas las herramientas que nos den la posibilidad de resistir y salir de lugar de bicho bolita en el que nos encontramos. Por eso, el Flaco.

Ya sabemos cómo termina esto: Dejaron todo bajo el vendaval y huyendo en el lodo, no se supo más. Alguna vez en helicóptero, otras tantas de manera un poco menos caótica. Aunque ya sabemos cuales son los costos de estos finales abruptos, la experiencia y la intuición nos indican que es posible que el desenlace de este proceso no sea ordenado. La tormenta tarde o temprano llegará y lo mejor que podemos hacer es estar en guardia para cuando esto suceda.

Si alguna vez la realidad de nuestro país y nuestra región fue descrita desde la literatura a partir del realismo mágico, uno de cuyos exponentes en la música podemos considerar a Spinetta, con el transcurrir de los años, ese realismo mágico fue trocando en ciencia ficción y podríamos decir que en el presente decantó en un género clase B, mezcla de película de terror adolescente y antigua cinta de video porno berreta. Entonces nos encontramos con perros clonados que se entremezclan con un dios de probeta, pero sin ninguna piadosa luz. Hoy parece más grave tirar bosta en la puerta de la casa de un perverso hijo de puta que reprimir a los más débiles; hoy vemos que la in-justicia festeja la bandera del imperio al cual responde y se pavonea en persecuciones otrora impensables. Entonces, cuando la crueldad y la psicopateada permanente pretenden ser un arma de disciplinamiento social y político, debemos intentar por todos los medios evitar que el desgano y la apatía nos ganen. Porque, aunque sepamos que la mujer que sabe el devenir porque ve mirando con el ojo del sur está confinada como parte de esta pretensión de disciplinamiento, no hay otra opción que no sea la de enfrentar al poder en todas sus formas ya que, de no hacerlo, los riesgos de que el costo social, económico y en vidas humanas de este proceso sea de los más graves de nuestra historia están a la vuelta de la esquina. Las incertezas son muchas. Pero como dijera el Flaco, algunas certezas tenemos. No queremos un valle de catacumbas nunca más.

  • Post-crucifixión (Pescado Rabioso, 1973)

Abrázame, madre del dolor. Nunca estuve tan lejos de mi cuerpo. Desde el 10 diciembre de 2023, nuestra patria y nuestro pueblo se encuentran en un largo viacrucis y aún no asistimos a la instancia de la resurrección posterior al mismo. Miles de Marías Magdalenas son lapidadas cotidianamente en un altar de la crueldad que es tan grande que incluso contagia a algunos de los cuales deberían enfrentarla y hasta dicen hacerlo.

La caza de brujas incluye a los jubilados, las diversidades sexuales, las mujeres, los inmigrantes y las grandes mayorías, que arrastran la cruz de la Pasión entre escupitajos de trolls, periodistas ensobrados y una actitud estilo Poncio Pilatos de vastos sectores de nuestra sociedad y nuestra dirigencia. Son muchos los que antes de que cante el gallo negaron y niegan no tres sino cien veces las convicciones que siempre dijeron tener y a los mártires a los cuales deberían abrazar, seguir y representar. Tampoco son pocos, incluso, aquellos que por 30 denarios traicionaron o traicionan su historia. Pero este clima de época, que no solamente se sufre en estas tierras, no puede ser ni será perpetuo. Lo que no es plausible es esperar que la resurrección se produzca por generación espontánea, sino que la misma es algo en lo cual cientos de miles deben concentrar sus energías y sus acciones.

Abrázame, madre del dolor, nunca estuve tan solo en este mundo. Abrázame que amanece y hay resignación. Esto no puede seguir así y lo sabemos. La política en general y el peronismo en particular deben volver, como decíamos, a abrazar, representar y expresar a esa comunidad alguna vez organizada que hoy se siente abandonada. Cada unidad básica, cada parroquia, cada club de barrio, cada sindicato de base, cada centro cultural y cada espacio colectivo debe transformarse en un espacio de organización, contención y representación. No alcanza, como jamás alcanzó, con la lucidez o la supuesta brillantez de un puñado de dirigentes. La salida hay que pensarla colectivamente y de manera dialéctica entre el abajo y el arriba de nuestro movimiento, más allá de quién ostente el bastón de mariscal, la lapicera o el tótem de turno. El óleo sagrado del que hablara el General está en cada uno de nosotros.

Ni la crueldad que impulsan los poderosos puede convertirse en un modo de acción generalizado, ni el lavarse las manos y promover el sálvese quien pueda puede instalarse en el largo plazo como forma de vinculación social y política. No nos podemos comer esta psicopateada ni convertirnos nosotros también en psicópatas.

Si lo que deseamos es que esta pesadilla termine más temprano que tarde, si realmente pensamos que es posible una resurrección del campo popular que implique un renacer de nuestra patria y de nuestro pueblo, no podemos resignarnos.

En tiempos en los cuales lo político, lo social y lo cultural parecen tan teñidos con tintes milenaristas y mesiánicos, en tiempos en los cuales el discurso religioso es utilizado de manera falaz y profana como simple retórica para justificar lo injustificable, no podemos regalarle la dimensión de lo espiritual al enemigo. Multiplicar los panes y los peces y convertir pesos en dólares en una caja de seguridad no son lo mismo: son muestras de dos maneras de entender y practicar esa espiritualidad en las cuales subyacen cosmovisiones no solo distintas sino contrarias y hay que elegir, sin dudar, de qué lado estamos. Francisco fue un ejemplo de eso como lo son los curas villeros y tantos otros que alzan su voz y construyen cotidianamente en contra de la corriente. La resurrección, una vez más, es posible. Desclavemos los clavos de las manos y los pies de los que sufren en lugar de sumarnos al coro de los aplaudidores de esta falsa magia y comencemos a agitar el viento e invocar las tormentas que son la última alternativa para que esta barca se desencalle y comience a retomar su rumbo. Porque seguimos siendo actores y no meros espectadores, e intuimos que, en esta quietud… tenemos presagios de lo que vendrá.

  • Y tu amor es una vieja medalla (Luis Alberto Spinetta, Kamikaze, 1982)

El oro y la muerte cambiaron tu querer, trocaron tu risa por temor, amaste y dormiste y el sol se alejó. Y tu amor es una vieja medalla. Esta película ya la vimos. Deme dos, un peso, un dólar. La historia de nuestro país en las últimas décadas está llena de ejemplos de supuestas primaveras económicas en las cuales mientras cientos de miles raspan el fondo de la olla para sobrevivir, una porción pequeña de nuestra sociedad tira manteca al techo, se da la gran vida y se desentiende del destino de las mayorías. “Achicar el Estado es agrandar la Nación”, “nada de lo que deba permanecer en manos del Estado seguirá siendo estatal”, y para irnos un poco más atrás: “hay que pasar el invierno”.

Miraste y no viste y el sol se alejó. La receta es siempre similar; unos pocos toman todo a partir de políticas remanidas y dictadas desde afuera mientras la mayoría sufre. Pero pareciera que incluso los que cargan con más años en su espalda suelen perder la memoria cíclicamente y olvidar que cada vez que estas recetas se aplicaron, la cosa terminó mal, muy mal. Porque Martínez de Hoz y su tablita terminaron en la Guerra de Malvinas; Cavallo y la convertibilidad, en el 19 y 20 de diciembre de 2001, y la lista podría seguir.  La motosierra también terminará y lo hará de mala manera, incluso la que aplican algunos que se disfrazan de compañeros pero que cada vez lo son menos.

Hay quienes sostienen que la historia es cíclica, pero a nosotros nos gusta más describirla como una espiral en la cual el tiempo a su vez avanza y gira sobre sí mismo; por lo tanto, aquello que parece igual nunca es exactamente igual que la vez anterior. Y esta desmemoria a la cual nos referimos no es algo que el poder imponga cada tanto solo en materia económica sino que también, como venimos diciendo, lo impone en materia de libertades políticas y civiles, tanto colectivas como individuales. El deja vú parece interminable pero no lo es. Nos encontramos ante una nueva forma de autoritarismo en cuyo marco quizás ya no sean necesarios los golpes de estado tradicionales, sino que alcanzaría con la psicopateada a la cual ya nos referimos, instrumentada a través de la manipulación mediática y la complicidad del poder judicial, y de una clase política que, salvo excepciones, da pocas muestras de dignidad. Pero como suele decirse: se puede engañar mucho tiempo a una persona o algún tiempo a muchas personas; lo que no funciona es el engaño masivo en el largo plazo. E intuimos que estamos llegando al punto en el cual este engaño es cada vez menos verosímil para el conjunto de nuestro pueblo.

Aunque parezca que la pelota la maneja el equipo contrario y que la posesión de la misma nos es birlada en cada pase que se hacen entre ellos, llegará sin dudas el momento en el cual podamos recuperarla y contraatacar de cara a la valla del adversario. Pero sigue dependiendo de nosotros, un nosotros que, aunque a veces parezca herido gravemente, es imprescindible reconstruir para volver a sentir como compañeros a quienes se dicen compañeros. Hay que terminar con el conventillo en el vestuario y salir a la cancha pensando en el arco de enfrente, pasándole la pelota al que se la tengamos que pasar y no solamente a nuestros compinches de turno.

La empatía con los que más sufren y el sabernos parte de un mismo colectivo, por más matices que tengamos entre nosotros, son una condición necesaria pero no suficiente para ello. La tarea que tenemos por delante es titánica, pero se imponen la inteligencia, la responsabilidad y la generosidad para poder llegar a un puerto que valga la pena. Y esto es todo lo contrario a la forma de accionar de un psicópata. Y tu amor yo lo encontraré, las luces del alma sin muros y sin sed habrán de encontrarse al final otra vez.

 

  • Plegaria para un niño dormido (Almendra, 1969)

Plegaria para un niño dormido, quizás tenga flores en su ombligo y además… en sus dedos que se vuelven pan, barcos de papel sin altamar.  En la obra pictórica a la que podríamos calificar como peronista-kitsch de Daniel Santoro podemos intuir, por poner solo un ejemplo en el marco de las artes, que alguna vez en este país “los únicos privilegiados fueron los niños”. Y así como el arte es metáfora, esta máxima del primer peronismo es en realidad un ejemplo más de una cosmovisión en la cual, como dijera nuestra querida abanderada de los humildes, “donde existe una necesidad, hay un derecho”. Esta es la discusión de fondo entre nuestro campo y el campo del enemigo que, como decíamos, no solo incluye al poder ejecutivo sino a los otros dos poderes, al llamado círculo rojo y, para qué negarlo, parece haber hipnotizado a gran parte de nuestra sociedad. En ese sentido podemos recordar que no hace demasiado tiempo uno de los integrantes de la Corte Suprema de in-justicia se refirió a esa frase como un despropósito. Lo mismo hace todo el tiempo el actual presidente.

Porque volviendo a una perspectiva amplia, la batalla cultural en la cual nos encontramos sin dudas no es solo una batalla entre concepciones políticas y económicas. La Argentina de hoy se debate entre un poder que impulsa la crueldad disfrazándola de libertad y las banderas que siempre defendió nuestro Movimiento, en las cuales prima un humanismo que sostiene que todos somos iguales y merecemos vivir la vida con dignidad. El ataque contra nuestros viejos y personas con discapacidad, el barro en el cual sobreviven más de la mitad de los niños y niñas de este país, dan cuenta de que esta batalla es, volviendo a poner el eje en el plano espiritual, entre el bien y el mal. O, parafraseando a Cristina, entre el amor y el odio. Porque más allá de todo relativismo, sea este cultural o ideológico, más allá del new age y del ying y el yang a través de cuyo cristal muchos interpretan el mundo y la realidad en la cual vivimos, seguimos pensando que existen el bien y el mal. O, como mínimo, existen cosas que están bien y cosas que están decididamente mal. Y esto que puede sonar cándido e ingenuo es, sin embargo, la descripción más certera que podemos hacer de qué es lo que está en juego: un país para unos pocos privilegiados que se engullen todo y desprecian cualquier forma de otredad, frente a un proyecto a reconstruir, que debe impulsar un país con “la gente adentro”.

Se ríe el niño dormido, quizás se sienta gorrión esta vez. Jugueteando inquieto en los jardines de un lugar que jamás despierto encontrará. Queremos que nuestro país se despierte y en lugar de ser el desierto en el que nos quieren convertir sea un sitio en el cual se pueda vivir la realidad con la que sueñan millones de quienes lo habitan. Y la historia nos demuestra que esto es posible. Entonces, aquí es donde entra la política, con todas sus complejidades, con todos sus intereses y con todas sus miserias, pero que deben ser dejados de lado y colocados en un segundo plano si aún seguimos sintiéndonos parte de un Movimiento que basa toda su arquitectura en unos pocos ladrillos que jamás deberíamos olvidar. Si el peronismo no es el bien para el conjunto, que no sea nada. Si el peronismo no está del lado de los que sufren, si no acompaña a los que luchan y si no se propone combatir con todas las armas al poder, no tiene razón de ser. No queremos el pseudo peronismo de los noventa, tan en boga en el presente y a tantos kilómetros de distancia de lo que fueron, al menos dos veces, nuestros años dorados.

En el país que imaginamos, y que sabemos que es posible reconstruir, los lustrabotas y los limpiavidrios son ciudadanos con los mismos derechos que los empresarios o los jueces. En ese país, nuestros viejos disfrutan sus últimos años de vida asistidos no solo por sus familias sino también por el Estado. En ese país, los trabajadores llegan a fin de mes, comen asado los fines de semana e incluso se van de vacaciones, y los jóvenes pueden imaginar un futuro mejor que el de sus padres y sus abuelos. Y ese país, tiene que dejar de ser apenas un sueño, para que sigamos siendo una tierra en la cual estando despiertos no queramos volver a dormirnos para evadirnos de una realidad hostil. Que nadie, nadie, despierte al niño, déjenlo que siga soñando felicidad, destruyendo trapos de lustrar, alejándose de todo el mal.

 

  • Contra todos los males de este mundo (Spinetta Jade, Los niños que escriben en el cielo, 1981)

Vamos a buscar al enorme dragón a su morada entre las ruinas de oro. La noche nos guía al sol, se asomará y al volverse lo obligaremos a dar su corazón, a dar el antídoto contra todos los males de este mundo. El mundo en el que vivimos es sin lugar a dudas un caos. Las promesas de la modernidad y las no promesas de la posmodernidad se combinan en un escenario catastrófico en el cual florecen las guerras y las matanzas, no existe ningún orden y la institucionalidad establecida en la segunda posguerra terminó de desmoronarse. Y todo esto tan solo para sostener y cuidar los privilegios y la voracidad de una porción ínfima de los que habitan el globo, que sueñan con viajes espaciales a costa de la miseria y la muerte de millones y millones. Nuestro país es, en ese sentido, apenas un capítulo más de todo esto, aunque pretenda colocarse como furgón de cola de uno de los sistemas de poder que se disputan el presente y el futuro que quizás, en perspectiva, sea el que lleve las de perder.

Pero volviendo a las visiones llamadas tradicionales o a las religiosas, siempre toda creación de un nuevo universo deviene del caos. En la mitología griega el mundo se crea a partir del mismo. En la tradición judeocristiana, pasa algo parecido. Podemos encontrar concepciones similares del surgimiento del hombre y del mundo en cualquier punto del globo y en casi todas las culturas. Incluso la ciencia, con su teoría del Big Bang, sostiene que el universo surgió a partir del caos primigenio. Será cuestión entonces de no perder las esperanzas y de concentrar toda nuestra humanidad y nuestra fuerza, tanto física como espiritual, en pos del nacimiento de un nuevo orden menos oprobioso.

Si a estas ideas les agregamos la combinación híbrida de las concepciones del tiempo lineal surgido en el llamado occidente moderno, con las cosmovisiones más autóctonas que piensan al tiempo de manera circular, podemos volver a la metáfora de la espiral como forma de transitar la historia, en la cual la misma un poco avanza y un poco gira sobre sí misma, en un devenir que no necesariamente es teleológico. Después de la Edad Media vino el Renacimiento, con un interregno también milenarista. Después de la conquista vino la emancipación. Después del orden burgués y colonial del siglo XIX surgieron las revoluciones y los procesos de descolonización en el siglo XX. Por lo tanto, no debemos dejarnos caer en el pesimismo. Intuimos que después de este caos hay pocas opciones de cara al futuro. O se construye un mundo más justo, o el mismo -tal como lo conocemos- no resiste demasiado tiempo más.

Sabemos que el dragón es inmenso, feroz y que escupe fuego por la boca, pero también sabemos que no es invencible. Por más Trumps, Netanyahus, Mileis o Bolsonaros que suframos en el presente, la esperanza no puede darse por vencida. Algo nuevo sobrevendrá y ningún actor, individual o colectivo, pequeño o gigante es ajeno respecto de la resolución acerca de hacia dónde va el mundo en las próximas décadas. El secreto, eso sí, es colocarse del lado correcto y formar parte de sueños y acciones colectivas, en cada uno de los ámbitos de los que formamos parte, pero fundamentalmente en las calles. Podemos decir que: La marea misma nos guiará y al cambiar lo obligaremos a dar su dirección, a dar el antídoto contra todos los males que hay aquí.

 

  • Los libros de la buena memoria (Invisible, El jardín de los presentes, 1976)

 

Parado estoy aquí esperándote, todo se oscureció, ya no sé si el mar descansará. La primera mirada puede ser desoladora y eso es obvio. La realidad actual, sea en su capítulo local o en el global, parece dirigirse hacia un iceberg y en primera instancia, todos nos sentimos náufragos en el mar de la incertidumbre. Pero volviendo a la cuestión de las promesas, sean estas las del espíritu o las de la razón, los sueños de emancipación tienen que ser nuestro horizonte si queremos transitar este presente de una manera que haga honor a nuestro pasado. El tiempo es una espiral, sí, y podemos ver en el mismo, como ya dijimos, momentos en los cuales la humanidad y nuestro pueblo en particular, superaron encrucijadas más difíciles que la actual. Los sueños de San Martín y Bolívar, de Martí y de Ugarte, de Perón y Eva, de Fidel, de Néstor, de Lula y de Chávez, fueron alguna vez algo cercano a la realidad y pese a la hipnosis de algunos, aunque suene esencialista, siguen vigentes en el subsuelo de nuestra Patria Grande.

Habrá crecido un tallo en el nogal. La luz habrá tiznado gente sin fe. Esta botella se ha vaciado tan bien que ni los sueños se cobijan del rumor. Ahí las tenemos a Claudia Sheinbaum en México, Xiomara Castro en Honduras, y obviamente, a Cristina en la Argentina, como faros que siguen guiando a cientos de miles de compañeras y compañeros desde el Río Grande hasta Ushuaia.  Hay que ser maximalistas en los sueños e inteligentes y prácticos en la política; no hay que perder jamás la humanidad, la esperanza y el optimismo. O, como decía el Che: “hay que endurecerse sin perder la ternura”. Aunque a veces no lo parezca, la moneda está en el aire y aún no sabemos si va a caer de cara o cruz.

Volviendo a la mitología, los cantos de sirena son tentadores y seducen nuestro lado más oscuro, ese que solo se mira el ombligo y, a lo sumo, el del pequeño núcleo que nos rodea. Pero no hay que tomar ese sendero. Debemos arriesgarnos a robar el fuego de los dioses y, como ya dijimos, imaginar un futuro en el cual los sueños de todos los sectores oprimidos se transformen en bandera irrenunciable, aunque a veces nos miremos a nosotros mismos empujando perpetuamente una piedra cuesta arriba, sin llegar jamás a la cima de la montaña. Ya dijimos reiteradas veces que para nosotros la historia es una espiral; también sabemos que a veces hay que remar en contra de la corriente por más que nos duela hasta el alma el esfuerzo. Salgamos de la comodidad y del individualismo. Como ya dijimos, el dragón no es invencible. Mucho menos lo es el león. Licor no vuelvas ya, deja de reír. No es necesario más, ya se ven los tigres en la lluvia…

Todo esto no implica mirar el futuro en el espejo retrovisor de la nostalgia. El pasado nunca será más que el pasado, aunque podamos abrevar en él y construir a partir del mismo una genealogía de nosotros mismos y de aquello que debemos proyectar hacia adelante. Mi voz le llegará, mi boca también. Tal vez le confiaré que eras el vestigio del futuro.

 

Coda:

Y deberás plantar y ver así a la flor nacer. Y deberás crear si quieres ver a tu tierra en paz.  No alcanza con saber lo que fuimos y regodearnos en sentirnos los buenos de esta historia. Tenemos la obligación de inventar, combinando lo mejor de nuestras tradiciones con las banderas del presente, tales como las de los jubilados, los pueblos originarios, los trabajadores informales, las mujeres y las diversidades sexuales; porque una mayoría no es una entelequia sino una suma de las parcialidades que la constituyen, y eso es lo que tenemos que proyectar hacia el futuro.

Y deberás amar, amar, amar hasta morir, y deberás crecer sabiendo reír y llorar. Como expusimos más arriba, en algún punto la pelea es entre el Bien y el Mal, entre el amor y el odio. Y no estamos en momentos en los cuales las medias tintas, la tibieza o el mero tacticismo sean lo que ese pueblo al que queremos volver a representar nos esté pidiendo a gritos.

Antes afirmamos que esto, tarde o temprano, terminará en una tempestad. Y no es que nos hayamos convertido en pitonisas o pitonisos que ven el futuro pero, aunque el pasado no nos sirva como espejo retrovisor para la nostalgia, podemos vislumbrar en él algunos signos que refuerzan nuestra intuición a partir de la experiencia. Habrá que esperar la tempestad entonces, para que a partir de las ruinas de lo que quede cuando esta pesadilla termine, podamos construir esa otra realidad que imaginamos. La lluvia borra la maldad y lava todas las heridas de tu alma.

En esta espiral en la cual transitamos nuestras biografías, bajarse no es opción que no se asimile con traicionarnos a nosotros mismos. Y ni el presente ni el futuro andan a la búsqueda de un nuevo Judas que nos haga retroceder. Por eso, asumamos los costos que tengamos que asumir tanto a nivel individual como colectivo. Ese es nuestro deber. Este agua lleva en sí la fuerza del fuego, la voz que responde por ti, por mí. Y esto será siempre así, quedándote o yéndote.

 

Playlist para escuchar mientras se lee esta nota:

La bengala perdida: https://www.youtube.com/watch?v=2auIuJw71-A&list=RD2auIuJw71-A&start_radio=1

Post Crucifixión:  https://www.youtube.com/watch?v=0vtl9K4-JCk&list=RD0vtl9K4-JCk&start_radio=1

Y tu amor es una vieja medalla: https://www.youtube.com/watch?v=CdOoOas1pQA&list=RDCdOoOas1pQA&start_radio=1

Plegaria para un niño dormido: https://www.youtube.com/watch?v=gHqvPD_pmxY&list=RDgHqvPD_pmxY&start_radio=1

Contra todos los males de este mundo: https://www.youtube.com/watch?v=wXUpODBh3LI&list=RDwXUpODBh3LI&start_radio=1

Los libros de la buena memoria: https://www.youtube.com/watch?v=HPcgbOHkEfk&list=RDHPcgbOHkEfk&start_radio=1

Quedándote o yéndote:  https://www.youtube.com/watch?v=Jqi2rk5l0-k&list=RDJqi2rk5l0-k&start_radio=1

Horacio Bouchoux

Horacio Bouchoux

(1973) Es músico, docente y militante peronista. Estudió en la UNLP donde es profesor. Fue funcionario en las áreas de Educación y Cultura de pcia. de Buenos Aires y de Nación. Formó parte del CC Oesterheld de La Plata y forma parte del CC Maradona de Haedo. Desde el despegue, es copiloto de avión negro.

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