De cuna peronista, la biografía de Camila Ronconi está marcada por la militancia cristiana y la política municipal. Sus padres se conocieron en Acción Católica y fue ahí donde ella forjó su vocación de servicio, esa que la llevó a lo partidario. Crecida entre libros doctrinarios, desde “gurisa” seguía a su papá que, además de militante, era funcionario municipal. Así, anduvo entre merenderos, guarderías, reuniones de formación y la gestión local en momentos álgidos para la Argentina y la Provincia de Entre Ríos: la creación del corsódromo, la crisis del 2001, entre el trueque y los federales, como también la conciencia colectiva generada por la lucha contra la contaminación pastera.
En la secundaria siguió organizada, a pesar de que aún no había política en los centros de estudiantes. Luego se sumó a la militancia peronista local hasta que se mudó a La Plata para estudiar abogacía. Entonces, se acercó a la Juventud Universitaria Peronista – JUP- y como extensionista dio clases de derecho en las unidades carcelarias de la zona. Recibida de abogada en tiempo récord, desde el 2012 empezó a dar clases de apoyo y merienda en el Centro Recreativo y Cultural Entre nosotros de La Plata del Barrio Cementerio y luego a hacer asesoramiento jurídico gratuito en los barrios Villa Montoro y Altos de San Lorenzo de La Plata. Docente en el Plan Fines y parte del Programa Sumar del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, sintió con fuerza la derrota del 2015: a las dificultades en las aulas se le sumó la persecución laboral del nuevo gobierno provincial. Más aún, en Tolosa, donde militaba su compañero, se vivió con particular intensidad la represión orquestada por el gobierno municipal de Julio Garro tras despedir a más de 3.500 trabajadores y cooperativistas. En ese contexto, con su primer hijo recién nacido, decidieron volverse a Gualeguaychú: “dolía el desarraigo de la organización política, porque la Jotapé fue una gran escuela de formación política, de aprender la generosidad de los compañeros y compañeras”.
Cuando llegó al Entre Ríos natal, la primera parada fue el PJ. Junto a Elías, su compañero, conocieron referentes de distintas organizaciones y ya se vislumbraba el cambio de aire por la nueva gestión partidaria a cargo de Esteban Martin Piaggio. Motivados por la necesidad de acompañar al pueblo que padecía el ajuste macrista, comenzaron a militar en un asentamiento en las afueras de la ciudad. En ese entonces, mientras algunos decretaron el fin del kirchnerismo, Mauricio Macri asumió el Gobierno Nacional y Gustavo Bordet el provincial. Sin embargo, en Gualeguaychú, Esteban Martín Piaggio se consagró como la expresión de fuerza política que aglutinaba a todos los sectores del campo nacional y popular.
Convocada por Martín Roberto Piaggio, primo de Esteban Martín y artífice del actual proyecto político Más por Gualeguaychú, Camila empezó a trabajar como asesora legal en la Dirección de Ambiente y se especializó en derecho ambiental: “empecé con este tema y me conmovió. Es que primero aprendí a que la valoración de los bienes comunes y el sufrimiento de las consecuencias ambientales en la salud no me fuera ajeno y luego entendí que se podía cambiar desde la política”.
Con una política ambiental pionera en la provincia, de protección de los humedales y de prohibición del uso de glifosato, Gualeguaychú llegó varias veces hasta la Corte Suprema de Justicia de la Nación y quedó envuelta en denuncias que expresaban la feroz persecución al gobierno por tocar ciertos intereses. Es que en Entre Ríos, históricamente, la lucha ambiental es central: “lamentablemente, a nuestro alrededor hay muchas personas enfermas y en general son casos que están relacionados con la aplicación de agrotóxicos. Somos un pueblo de sacrificio, estamos al lado de las producciones y, en muchos lugares, por una cuestión económica se permite que se fumigue cerca de las escuelas, de las casas. Y aunque acá -en Gualeguaychú- está prohibido, lo cierto es que hasta nuestra agua tiene veneno. En ese contexto, en nuestra ciudad el área de ambiente es un área muy política, muy visible, en coordinación con otros organismos y en constante relación con sectores como los jóvenes, las organizaciones ambientales, los productores, la dirección de energía, de obras públicas, de servicios, de presupuesto”.
Embanderada en esta lucha, mucho antes de ser funcionaria, en 2019 pasó a ser la Directora de Ambiente de la Municipalidad, fue madre nuevamente de una niña y hoy, con 34 años, encabeza la lista del Frente Más para Entre Ríos como candidata a Vice intendenta. En esta entrevista, tomamos nota del proceso político en curso y de la tríada peronismo, ambiente y feminismo.
Un proyecto político con sede en Gualeguaychú
MH – Entre Ríos comparte calendario electoral con la Nación y este 13 de agosto se elige Gobernador, legisladores e intendentes. En Gualeguaychú hay unidad del peronismo y esa propuesta lleva a Martín Roberto Piaggio como candidato a intendente y a vos como candidata a Viceindentende. ¿Cómo fue el proceso de construcción de esta propuesta electoral?
CR- En este contexto electoral siempre me imaginé componiendo el proyecto político, aunque no me imaginaba en ese rol. Y sabía que donde fuera, iba a seguir comprometida, estudiando el tema que fuera porque nadie tiene los temas atados. Nunca me puse en el lugar de “yo quiero esto o aquello”. Al contrario. Me puse a disposición para lo que surja y cuando me lo propusieron también entendí que si ahí sumo, entonces ahí voy a estar. Asimismo porque me interpela asumir mayores responsabilidades por el bien común y representar un proyecto político donde prima la buena administración, la transparencia, la honestidad y la decisión política para avanzar en el buen vivir y el desarrollo amigable con el ambiente.
Hoy se presenta la posibilidad de continuar con este proyecto junto a Martín Roberto que fue quien me convocó en 2016 y con quien trabajo desde entonces. A la extensa relación que tenemos, se le agrega mucha confianza: confianza en la gestión compartida; confianza en la coincidencia ideológica que tiene como eje central a las personas; y confianza en lo metodológico, en la forma de trabajar y complementarse.
MH – Desde acá se ve, se nota que están comprometidos y a gusto con el desafío.
CR –Es así, por lo que dije anteriormente, hoy estamos disfrutando de la campaña. Además se trata de una elección personal, ambos podríamos estar haciendo otra cosa y ganando el doble en el sector privado, pero elegimos lo que estamos haciendo a pesar de los golpes y de los ataques. Lo elegimos como proyecto de vida por eso también creemos que es importante disfrutarlo junto con la familia.
MH- ¿Cuál es el programa de gobierno para el Municipio? ¿El salto a la Provincia está en el horizonte?
CR – El día de la bandera, hicimos una convocatoria pública para escuchar a la ciudadanía en una escuela. Fueron 800 vecinos y vecinas, la mayoría de a pie e independientes, que debatieron por más de dos horas sobre 23 ejes como la salud, el deporte, la cultura, el ambiente, el género, el trabajo, entre otros. Luego, cruzamos las iniciativas con la viabilidad de los recursos y así surgió el plan de gobierno. Es un ejercicio que ya habíamos hecho en 2015 y 2019 y que decidimos repetir para tener una propuesta genuinamente trabajada con la comunidad.
Siempre tuvimos una política abierta: somos aproximadamente 100.000 habitantes en el Municipio y eso nos habilita tener una cercanía cotidiana. Además, año a año asumimos mayores responsabilidades de las que tiene un gobierno local avanzando en asuntos como la vivienda, el acceso a la tierra, el albergue a mujeres en situación de violencia o una casa de la diversidad. Es que el horizonte es la provincia porque las cuestiones más gruesas que hacen a la vida de los vecinos y vecinas son provinciales, la educación, la salud, y el trabajo. Por eso, no podemos perder de vista la importancia de ese nivel y tenemos que ampliar el proyecto político con sede en Gualeguaychú, profundizar esta experiencia que ya lleva ocho años y cambiar el paradigma desde los municipios.
MH- ¿Cuál es el paradigma?
CR- Basados en la autonomía municipal, desde el gobierno local, promovemos otra forma de producción en todos los sectores tanto el agrícola como el industrial. Hoy estamos construyendo un parque industrial seco, es decir sin efluentes. Es una iniciativa que permite ordenar la ciudad, corriendo del centro las actividades industriales, al tiempo que promueve una gran inversión en infraestructura para el desarrollo industrial, procurando que éste sea sustentable. Desde el Municipio fomentamos actividades que no contaminen, entendiendo que no tenemos que destruir el lugar donde habitamos y nos desarrollamos, como categóricamente lo sostiene el Papa Francisco en su encíclica Laudato SI.
También repensamos la primacía del modelo privatista en muchos planos, como el acceso a las playas o al Carnaval mismo. Por eso impulsamos el programa Mi primer carnaval para garantizar que, por lo menos, la primera vez esté a la mano de todos y todas.
La política y la tríada
CR – No hay ninguna de las causas del feminismo que no me haya convocado. Me reconozco feminista pero no me encasillo únicamente ahí porque muchas veces siento que eso me aleja de la gente, porque hay mucho desconocimiento de qué es el feminismo y necesito empezar de atrás, explicando un concepto sobre el que hay mucho enredo aun. Además de que mi militancia encuentra previamente origen en el peronismo y la justicia social.
MH- ¿ El femicidio de Micaela García no funcionó como un parteaguas en ese sentido?
CR – Sí, ese caso fue un cimbronazo que visualizó las deficiencias de la sociedad, motivando luego la creación de la Ley Micaela de capacitación en género en la Administración Pública y en la Justicia. Está cambiando mucho y se palpa en la calle. Sin embargo, en Entre Ríos los principios del feminismo siguen siendo desconocidos para gran parte de la ciudadanía. A modo de anécdota, hace poco tiempo una mujer me dijo que le parecían muy bien los conceptos rectores del feminismo, pero que si tuvieran otro nombre sería más inclusivo, que el término mismo excluye.
MH – Esta idea de que el feminismo es lo mismo que el machismo pero al revés. Más allá de la mala prensa, hoy parte del debate que el mismo movimiento, o una parte de los feminismos en plural, se está dando tiene que ver con el alcance y sus limitaciones para dar un salto político que permita volver a producir lo común.
CR: Si, ese malentendido o mala prensa, sin duda daña al movimiento. Creo que como feministas, tenemos que, en principio, humanizar la política, hacerla inclusiva, diversa y compatible con la familia, con el deseo de maternar también. En lo personal, suelo ir a reuniones con mi gurisa así como también lo hace mi marido, porque decidimos y militamos la crianza responsable y totalmente compartida. Esto no siempre pasa y muchas eligen no protagonizar porque quieren maternar, mientras que para los varones eso nunca representa un obstáculo.
MH – ¿Y crees que existe un saber- hacer masculino de la política? ¿Qué hay una camaradería entre varones, de códigos y de saberes compartidos, de ámbitos informales que funcionan como una frontera para la plena incorporación de las mujeres?
CR – Sí, a lo largo de mi vida vi un montón de prácticas machistas en la política, más bien muchas prácticas de construcción masculina del poder en términos de que prima la competencia, la comparación, el autoritarismo, los destratos, los espacios de camaradería masculina. En el espacio político del que hoy soy parte no las veo. Es un proyecto muy horizontal, tanto que al principio me costó porque vengo de una escuela históricamente verticalista, orgánica del peronismo.
Hay anécdotas que son claras sobre estas prácticas machistas, en los primeros años de nuestra vuelta a Entre Ríos, mi compañero tuvo diferentes invitaciones a asados con debate político donde se sugería no incorporar mujeres.
MH – Y así, entre asados y fútbol, se va forjando una amistad entre varones para hacer política. Una trayectoria común, proximidad, información y confianza. Es infrecuente que las mujeres tengan esos ámbitos, es infrecuente que puedan sumarse a esos espacios que hoy son exclusivos de varones sin que se desnaturalicen o que les permita alcanzar los mismos resultados para ellas.
CR – Sí, también es cierto que muchas prácticas de construcción machista son ejercidas por mujeres. Aunque las últimas conquistas, como las del Ni Una Menos y la marea verde, nos ha cambiado mucho, todavía hay mucho por hacer. En todo este tiempo veo que se ha ido avanzando. Y aunque no veo una esencia ni del varón ni de la mujer, porque somos todos tan particulares que sería imposible, tenemos que seguir desterrando las prácticas machistas que hay en la política y que, en general, apuntan contra las mujeres y contra la posibilidad de que podamos hacer política: comentarios sobre los cuerpos, sobre la belleza, sobre que los roles que algunas mujeres ocupan se explican por sus rasgos físicos o por sus relaciones sexoafectivas. Lo veo en compañeras, compañeros y compañeres. Y lo veo en todos los ámbitos. También soy parte del Carnaval y allí también las mujeres son blanco de críticas, cuestionamientos, comentarios. Entonces si decimos que “no hay nada mejor que un compañero” pero después se le arranca el cuero a una mujer, entonces no sirve. Hay que cambiar en la casa partidaria, en el carnaval y en la casa familiar. Hay que desterrar estas ideas en todos los ámbitos y hay que ser coherente en todos los espacios que habitamos.
Más allá de eso, es notorio que las mujeres históricamente hemos estado a cargo de las tareas de cuidado y de contención. Y en ese sentido, a mi muchas veces me surge abrazar a quienes son agredidos, es como que tengo un llamado medio de madre. También creo que tenemos que repensar qué lugares ocupamos porque lo que veo es que, en general, nos ocupamos de todos los temas vinculados con el cuidado de otras personas y con la reproducción de la vida: la salud, la niñez, la educación. Y me pasa que, en campaña, tengo reuniones de ciertos temas, como la obra pública, y prima la presencia masculina.
Es una cuestión histórica y estoy segura de que la vamos a cambiar. De hecho, en el Municipio tenemos a una mujer a cargo de la Secretaría de Hacienda. Es un paso importante en ese sentido.
MH- Me gustaría terminar con la pregunta por las colisiones que se derivan de la práctica política desde un prisma peronista, feminista, ambiental. Es una tríada que promueve que nos formulemos interrogantes, muchos de los cuales entran en contradicción con estructuras valorativas o para las que simplemente no tenemos respuesta. A eso, en tu caso se le agrega lo religioso. ¿Cómo pivotás entre estas escuelas?
CR- Sí, muchas veces, en discusiones políticas, me plantean que existe una contradicción entre las políticas ambientales y el kirchnerismo como si estos términos fueran antagónicos. Y sin desconocer las deudas ambientales, no se puede perder de vista que a nuestro proyecto político, con Néstor y Cristina al frente, le tocó asumir con un país reventado, con el 2001, muertos en la calle, una sociedad quebrada y con muchísimas urgencias. Argentina es un país con una historia relativamente corta, con muchas cuestiones básicas aún sin resolver y muchas veces se nos compara con otros que tienen cuestiones fundamentales, derechos básicos, resueltos hace siglos. Además, en todo este tiempo, muchos compañeros y compañeras se fueron formando en el tema, investigando, aprendiendo de lo que se hace en otros lugares del mundo y hoy se puso el tema ambiental en lo más alto. Pienso en compañeras como Daniela Vilar, primera Ministra de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires, que trabaja con un motor tremendo para que el cuidado ambiental y el desarrollo ambiental sean compatibles y una realidad en todo el territorio.
También, la tensión entre el aborto y la fe católica. Pero justamente por el ejercicio de pensar, dar el debate y la discusión creo que fuimos entendiendo que quizás una no elige interrumpir un embarazo para sí misma pero no puede desconocer que es una opción para otras, y que ello necesita una respuesta efectiva en términos sanitarios. Hay que poder distinguir el proyecto general de la esfera personal: que todos y todas podamos elegir según sus convicciones.
Nosotras aprendimos de Cristina y ella siempre dejó en claro que, a partir de las enseñanzas de su hija, está en deconstrucción. Nos pasa a todas, todos y todes que nos encontramos pensando y diciendo cosas que ya no van más. Pero a las contradicciones no hay que negarlas, sino enfrentarlas, debatirlas y seguir haciendo.