En madrugada en pleno su esplendor
quién sino yo como ginebras destruyendo a sus víctimas amadas
para dar luz a la indecisa claridad de sus mesas
quién sino yo con papelitos lujosas descripciones hechas para callar
o la palabra mesa las mentiras
los metros de mentiras para vestir los codos del borracho
los sastres están tristes, pero se cose y canta
se miente en cantidad hermanos míos resulta bella la fealdad
amorosas las pústulas gran dignidad la infamia
al pájaro al cantor al distraído le han crecido reptiles
con asombro contempla su gran barbaridad
hurrah por fin ninguno es inocente
caballeros brindemos las vírgenes no virgan
los obispos no obispan los funcionarios no funcionan
todo lo que se pudre en ternura dará
miro mi corazón hinchado de desgracias
tanto lugar como tendría para las bellas aventuras.
Himno a la victoria (en ciertas circunstancias) – Juan Gelman
INTRODUCCIÓN:
El poema de Gelman que sirve de epígrafe a este artículo parece escrito ayer u hoy. Es descarnado y no pretende ocultar que, pese a lo que su título induce, está escrito desde la derrota. Habla de la mentira, de aquello que debería ser y no es de la manera que se enuncia, desde un lenguaje a su vez lírico y llano, políticamente incorrecto, pero profundamente realista. Habla desde el dolor, pero sin abandonar la esperanza, que se vislumbra en aquellas “bellas aventuras” para las cuales aún habría lugar en el corazón del poeta.
Los desordenados apuntes que siguen aquí abajo, escritos a modo de inventario de temas a debatir en este presente tan ominoso, están inspirados, justamente en este realismo, este dolor, esta esperanza, y esta incorrección política a la que nos remite el gran poeta montonero. Seguramente, muchas de las líneas que siguen causarán incomodidad a algunas y algunos, molestarán a otros, pero no nos preocupa. Estamos convencidos de que, para poder debatir francamente en esta etapa, que cada día parecería oscurecerse un poco más, hay que ir a fondo y sin miedo a incomodar, a decir de forma cruda lo que haya que decir. Porque como diría otro grande de nuestra historia: “por libertad, ni ofendo ni temo”. y la libertad, pese a que nos quieran robar el concepto, sigue siendo un valor para nosotros.
Vaya, entonces aquí este desordenado y provocativo inventario que ojalá sirva para sacudir modorras, zonas de confort político y ciertas perezas intelectuales de esas que abundan desde hace rato.
CAMBIO DE ÉPOCA:
El resultado de las elecciones en USA es quizás una de las muestras más palpables de la deriva en la que se encuentra aquello que algunos llaman “mundo occidental” y del cual, mal que nos pese, por ahora seguimos formando parte. Pero esta deriva no es una deriva que haya surgido de un repollo, y Trump, Meloni, Le Pen o Milei no son simples consecuencias de malos Gobiernos ni del quiebre civilizatorio que implicó la pandemia. Al menos desde hace cuarenta años, como ya se ha dicho en estas páginas, las democracias occidentales, incluida la nuestra, se sustentaron en un acuerdo implícito entre el poder económico y el poder político en el cual las libertades civiles y los derechos de vastos sectores fueron truculentamente negociados por debajo de la mesa a cambio de no cuestionar en profundidad un orden económico cada vez más desigual e injusto. Y pasó que los sectores más concentrados de la economía fueron avanzando poco a poco y devorando en su andar las libertades y derechos del conjunto de nuestras sociedades.
En la genealogía del presente, podemos encontrar decenas de agachadas de la política en favor de las corporaciones. Tatcher o Reagan iniciaron el camino que nos llevó hasta aquí, pero hubo complicidades varias. En nuestro país, por ejemplo, el juicio a las Juntas no fue acompañado por una investigación respecto de la ilegitimidad de la deuda externa contraída por la dictadura por la cual se juzgó a los militares genocidas. En la “vieja Europa” la llamada socialdemocracia jamás cuestionó seriamente el orden, las corporaciones económicas y fue una pieza clave en el andamiaje jurídico y financiero de una expoliación neocolonial que jamás se detuvo y que hoy les vuelve en forma de migraciones masivas, a las cuales estas derechas, tan en auge, no dudarían en calificar como unas nuevas “invasiones bárbaras”.
También, como parte del proceso de concentración económico, los medios de comunicación fueron construyendo un discurso único y maniqueo en el cual, casi de manera caricaturesca, se define quiénes son los buenos y quiénes son los malos en la película actual. Hay Estados considerados más autoritarios que otros por razones geopolíticas y/o ideológicas y no solo a partir de sus prácticas. Hay bombas nucleares más peligrosas que otras pese a lo que la historia ha demostrado empíricamente. Las rusas o norcoreanas son más peligrosas para la paz mundial que las inglesas, las yanquis o las israelíes. Hiroshima y Nagasaki… te la debo. Fueron y son muy pocas las voces que se alzaron en contra de la política criminal del Estado sionista, quizás por empatía con la historia del Pueblo judío, o más posiblemente por temor a cancelaciones del complejo mediático al cual nos referíamos o por miedo a sanciones políticas y judiciales.
Los organismos internacionales, salvo los financieros, siguen siendo un escenario cuasi ficticio en el cual no se decide nada importante, unas pocas potencias se sientan en el Consejo de Seguridad y son los que realmente definen nuestros destinos. Si hasta la FIFA tiene más países asociados. Hay millonarios, o billonarios, que tienen más que países enteros e incluso que conjuntos de ellos. Estas condiciones definen un nuevo “clima de época”, en el cual el discurso consensualista y hasta la idea de progreso cayeron definitivamente en crisis. Una crisis que se venía anunciando, pero que ahora ya es absolutamente inocultable. La etapa en la cual nos encontramos parece una mezcla de profecía malthusiana y película de ciencia ficción en la cual ya no sabemos si tomamos la pastillita roja o la azul y si son los seres humanos quienes conducen este descontrol en el que se ha transformado el mundo. El pensamiento único que se impone desde el poder en esta nueva época es algo con lo cual deberemos aprender a lidiar si pretendemos seguir haciendo política en un sentido transformador. A su vez, cada instancia en la cual podamos enunciar un discurso o ejercer prácticas contra hegemónicas, debe ser valorada y fortalecida como un espacio de resistencia y de siembra. En cada disidencia al discurso y al orden que nos imponen, no solo hay un foco de lucha, sino la semilla de un futuro distinto. Partiendo de la certeza construida históricamente de que ninguna victoria es definitiva, ni ninguna derrota es irreversible, es desde el lugar del cual debemos analizar, con el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad, esta etapa que se inicia tanto a nivel global como local.
En nuestro país, particularmente, el Gobierno actual expresa esos intereses y ese relato a los que nos referíamos. Los de esos millonarios, los de esos organismos financieros internacionales y los del complejo militar, mediático y diplomático anglo-sionista. Y esto hay que decirlo con todas las letras, incomode a quien incomode. Ya avisamos que este texto no busca agradar a nadie.
DE MAYORÍAS, MINORÍAS, HIPOCRESÍAS Y AUTENTICIDADES:
Desde hace un tiempo circula un discurso que se fue transformado en sentido común, que sostiene que hay una contraposición entre el bienestar de las mayorías y los derechos de las llamadas minorías, sean estas raciales, sexuales o de cualquier índole, que son enunciados, desde el discurso del poder, como privilegios y no como derechos. De esta manera, confunden y trastocan el sentido de las palabras y los conceptos, ya que desde la tradición histórica del campo popular se busca expresar, justamente, los intereses de las mayorías, a las que denominamos Pueblo, frente a los privilegios objetivos de las minorías que ostentaron y ostentan el poder político y económico tanto a nivel local como global.
Esta trampa retorica ha calado profundamente en vastos sectores sociales en todo el llamado mundo occidental, e incluso en nuestras filas. Estamos perdiendo la “batalla cultural” por goleada y es nuestra responsabilidad empezar a contraatacar para intentar dar vuelta el resultado, en lugar de colgarnos todos del travesaño. Hay que parar la pelota y pensar el próximo pase con tranquilidad, pero sin tardar demasiado.
El discurso único se sustenta en la falacia de que las mayorías son una entelequia y no una sumatoria de decenas de parcialidades con intereses diversos. Como si ser mapuche o ser gay en la Argentina, como si ser chicano o negro en USA, o ser inmigrante musulmán o lesbiana en la “vieja Europa”, excluyera a estos actores de esas potenciales mayorías que enuncian las nuevas derechas y el poder concentrado.
Como es obvio, cualquier mayoría es la expresión de una infinidad de grupos distintos, con demandas y formas de acción distintas y esto fue siempre así, aquí o en cualquier lugar de mundo. Contraponer los derechos de las hipotéticas mayorías que dicen expresar los que son parte fundamental de un dispositivo de opresión, a los de ciertos grupos específicos, es una falacia y una estupidez. Hay que dar cuenta, sin embargo, de que ese discurso ha calado hondo incluso y quizás especialmente en los sectores menos favorecidos en términos materiales por el orden que nos ha traído hasta aquí. En todo caso, quizás, exista un problema de jerarquización de las demandas en el discurso de aquellos Movimientos que, como el nuestro, pretenden ser mayoritarios y a su vez contra hegemónicos. La equivalencia de demandas construye sin lugar a dudas mayorías, pero esta equivalencia tiene que ser interpretada y enunciada de manera inteligente para no caer en la trampa de aquellos que, en nombre de supuestas mayorías, pretenden dejar a fuera de las mismas a diversas otredades.
A esto se suma, sin lugar a dudas, la hipocresía de los sectores pretendidamente progresistas que ostentan un discurso y ejercen una práctica completamente contraria. Los casos de Iñigo y Alberto son paradigmáticos en ese sentido, pero todos sabemos que no son los únicos. Sostener un discurso “progre” y ejercer una práctica que se da de bruces con el mismo, no hace otra cosa que favorecer este sentido común generalizado que se impulsa desde el poder. Sin coherencia entre el decir y el hacer no hay chance alguna de defender ningún proyecto transformador, por más enamorados que estemos del mismo.
Si a esto le sumamos que, desde la vereda de enfrente, hay una incorreción política que es leída por vastos sectores sociales como auténtica, la cuestión se torna más compleja. Pareciera como si las sociedades tuvieran que optar hoy entre un progresismo hipócrita y un cuasi fascismo que no oculta lo que es. Dar cuenta de esto es algo que no puede no estar entre las prioridades de quienes queremos resistir este embate y construir un mundo en base a otras coordenadas.
DE LIDERAZGOS, INFALIBILIDADES, PROSCRIPCIONES Y FORMAS:
La “infalibilidad papal”, es algo que la propia iglesia dejó de sostener hace bastante tiempo. Y si el representante del máximo en la tierra no es infalible para una inmensa masa de la feligresía católica, esto implica que ningún ser humano, ocupe el lugar que ocupe, tiene la potestad de no equivocarse jamás. En estas tierras San Martin se equivocó en varias batallas. Yrigoyen se equivocó reiteradas veces. Perón no fue infalible, más allá de lo que sostengan algunos seudo representantes mediáticos de la pureza doctrinaria ¿Cómo se le puede pedir a Cristina que no cometa errores? Lo sustancial en todo caso, es que los Movimientos Populares existen como tales cuando hay un liderazgo que los encarna. Si no, como dijimos antes, se convierten en una serie de grupos que resisten, más o menos coordinadamente, los embates del adversario de turno. La historia demuestra claramente esto en toda Latinoamérica al menos.
El peronismo nació de un liderazgo y tuvo pocos, muy pocos líderes y conductores con la capacidad de contener y conducir al conjunto o la mayoría de los actores del Movimiento. Cristina es sin dudas uno de esos líderes y hoy continúa haciendo política y es Presidenta del partido justicialista. Eso es uno de los activos políticos más importantes que tiene el peronismo en este momento histórico, más allá de las críticas que se le suelen hacer desde distintos sectores.
Ella está muy por encima de cualquier otro dirigente de la política argentina en términos de capacidad de gestión y de acción política. Quizás sea por eso entonces que el sistema de poder político, mediático y judicial no deja de atacarla. Como fueron también atacados en nuestra historia todos aquellos que expresaron un proyecto de país contrario a los intereses de la oligarquía y sus aliados, las principales potencias extranjeras. El peronismo estuvo dieciocho años proscripto, con Perón exiliado la mayoría de ese tiempo. Yrigoyen estuvo preso dos años en la isla Martin García. Rosas y San Martin murieron en el exilio. Podríamos remontarnos, incluso, al fusilamiento de Dorrego o a la misteriosa muerte de Mariano Moreno. Los sectores de privilegio y sus aliados externos no perdonan a quienes los desafían, y mucho menos a quienes ejercieron el poder poniendo en cuestión sus intereses. Y esto es así en toda Latinoamérica, como nos muestran los casos de persecución a líderes de procesos transformadores en varios de nuestros países hermanos.
La defensa de Cristina, tanto en términos políticos como judiciales, debería trascender los matices y las diferencias internas del peronismo y debería ser una causa común que se exprese no solo de manera retórica, sino también en acción política. Para esto, es imprescindible que todos los sectores de nuestro movimiento tengan la grandeza y la generosidad que se imponen en esta instancia. La defensa de la figura de Cristina es la defensa, no solo de una persona, sino del conjunto del Movimiento Nacional, porque si avanzan en su inhabilitación política o encarcelamiento, ese será solo el primer paso de una avanzada que no se detendrá ni en los dirigentes que se muestren hoy distantes, ni en la militancia ni en las bases de nuestro Movimiento. Para esto es imprescindible dejar de lado la facciosidad y el internismo y tomar conciencia de cuáles son los riesgos que nos acechan.
En este marco, pretender poner en pie de igualdad a cualquier figura, por más taquillera que parezca en términos electorales a la de una compañera que realizó el cursus honorum completo de la política, ejerció dos veces la presidencia en un sentido transformador y fue factor central en la reunificación del peronismo para volver al poder en el dos mil diecinueve es un sin sentido. También lo es pretender adelantar la discusión acerca de la sucesión de su liderazgo o, plantear a destiempo discusiones respecto de lo electoral y el armado de listas cuando el Gobierno de Milei todavía no ha cumplido ni siquiera un año y nos encontramos ante una agresión permanente hacia todos los sectores de nuestro Pueblo y hacia nuestro Movimiento en particular.
En tanto y en cuanto Cristina siga haciendo política, más allá de los embates judiciales en su contra, no hay dentro del peronismo figura capaz de ser puesta a su altura. ¿esto quiere decir que no hay nada que corregir? De ninguna manera. Estamos en una instancia en la cual, como ella misma dice, no sobra nadie y la guerra de guerrillas permanente a nivel interno no aporta más que a la dispersión y el desconcierto de nuestras bases y nuestra militancia. Dar cuenta de este momento histórico implica también dar cuenta de la necesidad de reformular ciertos parámetros que quizás funcionaron en otros momentos y hoy no son los ideales. Necesitamos un peronismo democrático y más federal que exprese al conjunto de los sectores sociales, económicos y políticos agredidos por este Gobierno cipayo. Como decía el General, conducir es persuadir. Eso está más que claro y persuadir al conjunto de un peronismo en crisis es una necesidad imperiosa de la conducción en esta etapa. La lealtad y la contención política del conjunto deben funcionar como una dialéctica virtuosa y no como un conflicto permanente.
Es necesario bajar los decibeles de la discusión interna y no pasarse de rosca ni con el verticalismo acrítico, ni con los cuestionamientos a ninguno de nuestros referentes, por más matices internos que existan. El peronismo nos necesita a todos en esta instancia en la cual es agredido política, cultural, mediática y judicialmente sin tregua y en la cual nuestro Pueblo realmente la está pasando mal.
ACERCA DEL CRECIMIENTO, LA DISTRIBUCIÓN Y OTRAS YERBAS:
En un momento en el cual, desde el campo enemigo, se pone en cuestión el conjunto de nuestro ideario, nuestras tradiciones y hasta la existencia misma del Estado como garante de derechos, tenemos que ser muy claros respecto de qué le ofrecemos a nuestro Pueblo como alternativa. El peronismo siempre fue un Movimiento que se paró sobre tres patas, que fueron sus tres banderas históricas.
La primera de ellas es la Justicia Social, lo que implica la justa distribución del ingreso entre todos los sectores, con especial acento en los ligados al mundo del trabajo. Pero este universo se ha complejizado y hoy no alcanza con garantizar los derechos de aquellos que tenemos el privilegio de tener un trabajo registrado y en blanco. Inmensos sectores de nuestra clase trabajadora sufren la informalidad laboral, forman parte de la economía popular de diversas maneras y el peronismo ha dejado de ofrecer respuestas claras a esos sectores que tenemos la obligación de representar y no lo estamos logrando últimamente. Si no, veremos de nuevo como dichos sectores nos abandonan y eligen otras opciones políticas y electorales, como ya lo han hecho varias veces en los últimos años.
La segunda bandera de nuestro Movimiento es la Independencia Económica. Y esta independencia económica es inseparable de un modelo de desarrollo y creación de riqueza, que es la que luego deberá ser distribuida. Desde la vereda de enfrente nos proponen un modelo económico primarizado y extractivista en el cual nuestro rol en la economía internacional vuelve a ser simplemente el de vender materias primas a bajo precio, y fulminar a la industria nacional, sea esta del tamaño que sea. Tener una respuesta inteligente respecto del modelo de desarrollo que impulsamos, acordando lo que se pueda acordar con los sectores de la producción, es una necesidad imperiosa si queremos volver a ser alternativa de poder y, sobre todo, tener la gobernabilidad necesaria a la hora de acceder al mismo. ¿Esto implica arrodillarse? De ninguna manera, esto implica negociar desde la posición de mayor fortaleza posible con los sectores con los cuales venimos confrontando desde hace años. También, implica no pensar al conjunto del empresariado como a un bloque uniforme ni operar sobre el mismo como si lo fuera. Aprendamos de nuestros errores del pasado, y leamos la realidad actual, en la cual, vastos sectores económicos empiezan a sentirse incomodos con las políticas del gobierno libertario.
También hay que decirlo claramente. No se puede gobernar este país sin base de sustentación en la región central del mismo. Necesitamos reconstruir un proyecto Nacional y Popular que exprese a una porción importante de los santafecinos, cordobeses, mendocinos, entre otros habitantes del mal llamado “interior”, que desde hace rato se sienten distantes, y quizás no sin razón, de una política centrada en la región metropolitana. Debemos tener en claro que no alcanza ni con el conurbano ni con la provincia de Buenos Aires. Y el federalismo tiene que ser uno de los ejes vertebradores de la etapa que comienza.
Una de las tareas que tenemos de cara al futuro cercano es la de sentarnos en una mesa, retomando la vieja idea del “Pacto Social” que impulsara el General Perón, con los sectores del trabajo, en todas sus variantes, y con los de la producción, para definir de manera conjunta cómo se genera la riqueza de qué manera el comercio exterior vuelve a generar un círculo virtuoso en términos de superávit comercial y fiscal, para luego esa riqueza sea distribuida de manera justa y equitativa, tanto en términos sociales como regionales. Sin eso, no hay gobernabilidad posible, por más que ganemos las elecciones que tengamos que ganar.
La tercera bandera histórica de nuestro Movimiento es la Soberanía Política. Y esa soberanía, implica, en este contexto, una reinserción inteligente en un mundo estallado en conflictos y guerras comerciales.
UN MUNDO EN LLAMAS:
La guerra comercial que se profundizará entre USA y China, es apenas una muestra del nivel de conflictividad del mundo en el cual nos encontramos. Una potencia en declive, un nuevo bloque en ascenso, al menos dos guerras abiertas o en potencia son algunas de las características que describen en que mundo deberemos ejercer esa Soberanía Política de la cual hablábamos. Algunos nos proponen, incluso desde nuestras propias filas, alinearnos con el eje anglo sionista y volver a la doctrina Monroe de “América para los americanos” leyendo al mundo como se leía hace cincuenta años, en términos de conflicto Este/Oeste, desconociendo que ese no es el principal conflicto geopolítico del presente, sino, que nos encontramos en un escenario novedoso, en el cual un norte que históricamente vivió a expensas de un orden colonial y que es expresa fundamentalmente en la OTAN, se enfrenta al surgimiento de un “sur global” cuya principal herramienta son los BRICS.
Ya sabemos qué es lo que sucede cuando aceptamos ser mansamente el “patio trasero” de una de las potencias en disputa. Eso es también lo que nos propone el Gobierno y con esa mirada tenemos que confrontar sin lugar a dudas. Defender el interés nacional por sobre todas las cosas, implica ser a su vez neutrales y utilizar inteligentemente el conflicto internacional en nuestro favor. Nadie dice que esto vaya a ser fácil. Pero ni el nacionalismo de Trump, ni el de los chinos, es el nuestro. Nuestra economía y nuestra política internacional tienen que sustentarse en un modelo de desarrollo que, desde una mirada regional, se asocie con aquellos países que sean complementarios con nuestra economía y no con aquellos que nos pretendan imponer sus condiciones, ni con los que nos quieran inundar con productos industriales a bajo costo. La batalla actual en la arena internacional es por la tecnología de punta y por los recursos naturales, desde esa perspectiva es que tenemos que proponernos gambetear esta solapada tercera guerra mundial para salir lo mejor parados posibles y seguir existiendo como Nación.
Tenemos que desarrollar nuestra tecnología y aprovechar nuestro litio, nuestro oro, nuestro agro, construyendo un modelo de desarrollo sustentable tanto en términos ambientales como sociales, y fomentar nuestra industria de manera autónoma e inteligente en todo nuestro territorio.
Nuestro bloque regional está en crisis. Latinoamérica es un territorio en disputa en este contexto tan complejo, y no sabemos aún cual será el desenlace de esta situación, pero si sabemos que México, Colombia, y Brasil siguen gobernados por sectores que expresan una mirada similar a la nuestra del mundo. En tanto esto siga siendo así, tenemos que aprovechar este contexto e impulsar un modelo que no nos vuelva a convertir en colonia de ninguna de las potencias en pugna.
El escenario es complejo, pero está abierto. Depende en gran medida de nosotros si esta película de ciencia ficción se convierte en una de terror o en una respecto de la épica.
EPILOGO:
El péndulo entre los proyectos de los dos bloques históricos que confrontaron durante gran parte del siglo XX y las primeras décadas de este nuevo siglo, al que algunos académicos han denominado “empate catastrófico”, hoy parece favorecer los intereses y el proyecto de los que siempre fueron nuestros adversarios. Los sueños de una “ancha avenida del medio”, que pretendieron expresar políticamente algunos sectores, parecieran haberse deshilachado en estos días. La polarización política sigue siendo una de las características fundamentales del presente. Hacer política desde el peronismo en este contexto, desde fuera de poder, implica pensar en resistir y a su vez, sentar las bases de un proyecto de país en el cual podamos gobernar sin encontrarnos en estado de conflicto permanente. La diferencia entre nosotros y el enemigo es que ellos imaginan un país sin nosotros, mientras que nosotros imaginamos uno en el cual ellos, simplemente, cedan una parte de su riqueza y sus privilegios en favor del conjunto de nuestro Pueblo. Volver a expresar un peronismo los más amplio y contenedor posible, tanto en términos económicos, como sociales y regionales, es la única posibilidad que tenemos de volver a ser alternativa de poder.