En la tercera entrega del ciclo Mujeres que hacen mundos, entrevistamos a Ada Ullón Almada: una mujer paraguaya de 72 años que vive en la Argentina desde finales de 1985. Se fue de su país huyendo de la dictadura de Stroessner. Recorrió varios puntos del mundo y finalmente llegó a nuestro país. Acá se instaló en Berazategui y tuvo dos hijos. Pudo trabajar de lo que es: trabajadora social y socióloga. Esta conversación interesa porque en Ada se cristaliza una parte de la historia reciente de nuestra región y el mundo, pero especialmente porque en esta tierra rehízo sus raíces. Su experiencia es, sin dudas, expresión de muchas realidades de migrantes que viven en nuestra provincia.
Manuela Hoya (MH) ─ ¿Dónde estudiaste?
Ada Ullón Almada (AUA) ─Me recibí en Paraguay, en la Universidad Nacional de Asunción. Estudié Trabajo Social y Sociología juntas porque ya desde el año 1970, en algunos círculos, se avizoraba que la dictadura tenía pensado cerrar esta última. Así que, de manera intensiva, avanzamos en las carreras, rindiendo en mesas extraordinarias, pero no pudimos hacer la tesis. Entonces presentamos un recurso de amparo, de puro caradura sabiendo que no nos iban a hacer caso. La respuesta fue que nos dejáramos de pavadas porque nos iba a ir mal. Además, en ese contexto, había fallecido mi mamá y al poco tiempo mi padre se volvió a casar y por una serie de otras cosas personales, decidí irme de Paraguay.
MH ─ ¿Primero a Uruguay?
AUA ─ Sí, primero a Uruguay porque le habían dado la libertad a una amiga mía desde la adolescencia. Mirta, esta amiga me afilió al Partido Comunista cuando teníamos 17 años y estuvo presa cerca de 9 años y la liberaron cuando todavía estaba todavía la dictadura en Uruguay por presión del exterior. Me enteré por una carta que me mandó uno de mis primos, porque mi familia paterna emigró a ese país por la dictadura para Uruguay. Entonces fui por ella y porque ya no podía estar más en Paraguay, ya habían detenido a una compañera de facultad, al marido, a la hermana de ella también, al marido de la hermana a quien mataron en medio de la tortura.
MH ─La dictadura estaba mostrando su rostro más sanguinario.
AUA ─Si, claro. Y después desapareció otro amigo y comunicaron que había muerto en un enfrentamiento. Toda una mentira que también se dio en Argentina.
MH ─ ¿Y estuviste cuánto tiempo en Uruguay?
AUA ─Dos meses. Logré hacer un arreglo en mi trabajo. Para entonces trabajaba en un Banco Hipotecario que me contrataron porque querían trabajadores sociales con conocimientos contables para ser analista de crédito. Antes había trabajado en una dependencia estatal, sabiendo que me iban a echar porque no estaba afiliada al partido colorado que era el que le daba el marco “democrático” a la dictadura. De hecho, un día me llamó el director del proyecto y dijo ” Ada su trabajo es maravilloso, pero su documentación no está completa” y yo me hice la tonta. Pero agregó “usted es muy inteligente, usted sabe lo que le falta. Afíliese Ada” y yo no lo iba a hacer. Entonces, pedí que me echen y aunque me intentaron convencer de que “no complique las cosas” yo no tenía nada, no estaba casada, no tenía hijos ni nadie a cargo. Finalmente me echaron. Hice una solicitada en el diario y todo.
MH ─ ¿Y qué efecto tuvo la solicitada? ¿Hubo alguna represalia o persecución?
AUA ─Si, sabía que controlaban el teléfono de mi casa, que controlaban donde estaba. Pero después fui a trabajar a ese banco, donde el Gerente General era un amigo mío que era del Partido Colorado y él un día me avisó que había llegado una instrucción del departamento de investigaciones de la policía para que anotaran quién me llamaba por teléfono y quien me iba a buscar al banco.
MH ─O sea que estabas en peligro.
AUA ─Sí y entonces decidí irme. Arreglé con el banco una licencia con goce de sueldo, pero era por tres meses. Hasta que, en Uruguay, a mi amiga el partido la mandaba a Bélgica a hacerse un tratamiento de salud por los daños que le causó la prisión. Problemas de salud severos. También los traumas que le quedaron fueron imborrables, uno de ellos imborrable. Llevaban a una muchacha y era una violación sistemática, no de una, varias. Así que bueno, eso le marcó muchísimo a ella.
MH ─La violación como parte del repertorio de tortura.
AUA ─Si, exactamente, porque era una cosa cuasi consuetudinaria ¿verdad? Entonces, me quise ir con ella y me postulé a una beca de estudio. Nos fuimos a la Escuela de Altos Estudios Sociales e ingresé en una maestría en diseño, implementación y administración de proyectos sociales. Era una filial de la de París y mi preocupación era que hablo castellano, guaraní y alemán, pero no hablo francés. Pero el alivio llegó cuando nos enteramos de que las clases eran en castellano.
Risas
MH ─ ¿Y cómo terminaste en la Unión Soviética?
AUA ─Porque cuando estaba terminando mis estudios en Bélgica, mi amiga me comentó que había una posibilidad de ir a la Unión Soviética. Yo no lo podía creer. Era una beca así que nos postulamos y fuimos. Tuvimos el problema de la documentación porque en nuestros países, donde estaban las dictaduras cívico-militares, nos daban el pasaporte para viajar a todos los países del mundo excepto los que tienen gobierno comunista. Entonces, era complicado, pero en ese tiempo el Partido Comunista estaba muy bien organizado a nivel internacional. Felipe González, que era presidente del Gobierno de España, daba a todos los que habíamos huido de estas latitudes un pasaporte especial. Y así entramos en la URSS.
MH ─ ¿Y cómo fue llegar a la URSS?
AUA ─En primer lugar, lo que enseguida nos conmovió y nos sorprendió fue el orden. Pero no veías a la gente con la cara de miedo como te vendía la propaganda occidental ¿verdad? Era y es un pueblo alegre. Ni siquiera había perros vagabundos. Toda la gente trabajaba, toda la gente estudiaba.
MH ─ ¿Y esa idea construida por Occidente de que la URSS estaba inmersa en la miseria y en la imposibilidad de elegir? ¿Tenés registro de haber visto esto?
AUA ─No, no mucho la verdad. El tema es que, dentro de un sistema socialista y comunista, si no hay para todos tenemos que racionar. Acá se decía inclusive que vos tenías unos tickets y tenías que comprar solamente en la cooperativa. Y era mentira. Había muchos negocios. Indudablemente que empezaba a haber algunos objetos suntuarios ¿verdad? pero como ese pueblo ya estaba muy bien educado como que lo suntuario no era necesario.
MH ─Claro, imagino que sería por la década de 1980 en tiempos de la Glasnost y la Perestroika, la antesala de la caída del muro.
AUA ─Si, exactamente, la antesala del derrumbe. La verdad que fue una experiencia muy rica, tanto intelectualmente, académicamente, como personalmente. Siempre nos pintaron que todo aquel mundo era gris, oprimido y no. El caso es que completé los estudios que también eran en castellano porque había un montón de españoles ahí. Inclusive había descendientes de aquellos que se llamaron los niños de la guerra civil española, que cuando Madrid estaba por caer en manos de Franco, el pueblo no se fue, pero mandó a sus hijos a la Unión Soviética. Otros fueron a México.
MH ─Los hijos de la República.
AUA ─Si, así es. Y mantuvieron su idioma, su cultura. Decían que, lo único que no habían podido replicar fue la corrida de toros.
Risas.
MH ─Ya era mucho ¿no?
AUA ─Sería demasiado. Pero ahí teníamos tres profesores que eran hijos de la guerra.
MH ─Un encuentro muy singular: ¿todos con militancia política huyendo de las dictaduras de América Latina o de guerras y encontrándose en la URSS?
AUA ─Exacto. Por supuesto que antes de irte te hacían toda una entrevista “¿usted es consciente que no puede volver a su país?”.
MH ─ ¿Y qué análisis te acordás que hacían desde la URSS sobre las dictaduras latinoamericanas?
AUA ─Ya se decía que iban a caer porque en un momento histórico eran zonas de interés de Estados Unidos, en tanto que esas dictaduras funcionaban como el freno al comunismo. Pero algunas de ellas llegaron a tener tanto poder que dejaron de ser los alumnos obedientes y quisieron emprender vuelo propio, por ejemplo, en Panamá. No fue el caso paraguayo al que estaban sometidos totalmente. La de Stroessner fue una dictadura tenaz y extensa hasta que entró el narcotráfico muy fuertemente y hubo una división de aguas dentro del gobierno de facto. A eso sumémosle que Stroessner se fue poniendo viejo y el dictador cuando lleva mucho tiempo se cree omnipotente y eterno. Él no pensó que en algún momento algo podría terminar y se creía muy seguro porque tenía el apoyo de Estados Unidos.
MH ─ ¿Cómo terminaste en Argentina? ¿Después de la URSS viniste para Berazategui?
AUA ─Me quede en España un tiempito, trabajando en una editorial. Y después se me cayó la ficha de que mi papá ya tenía muchos años. Yo no tengo hermanos, y entonces de alguna manera quería estar un poco más cerca.
MH ─La familia siempre resulta como un limitante al proyecto migratorio, ¿no? Como aquello que tracciona para volver.
AUA ─Si y entonces me vine para acá donde ya estaban mis primos hermanos por el lado de mi madre.
MH ─Te reencontraste con tu familia en el conurbano de la provincia de Buenos Aires.
AUA ─Así es y me quedé. Aquí conocí a un español cuyo padre también tuvo que huir de Franco. La vida es muy compleja ¿no? Nunca pensé en casarme y menos en que me iba a casar con un español. Te cuento algo más: cuando estuve en España, en una ocasión fui para Navarra y en el tren una señora que iba sentada conmigo me nombró a una ciudad llamada Tudela. Y no sé por qué fui hasta San Sebastián y me quedé en Tudela. Bueno, resulta ser que mi marido era de Tudela.
Risas
MH ─La señal de aquella mujer en el tren que te lo vaticinó.
AUA ─Así es, así es.
MH ─ ¿Y cómo fue el encuentro con la sociedad argentina? ¿Cómo fue tu llegada?
AUA ─Bueno, yo ya conocía Argentina porque tenía unos cuantos primos acá que eran hijos de un hermano con quien mi madre estaba muy unida. Además, cuando mi padre tuvo una enfermedad que no le pudieron diagnosticar en Paraguay, vinimos y mi padre se repuso. Así que veníamos mucho.
MH ─Y con tu radicación, ¿la integración fue sencilla? ¿Sentís que Argentina es ese país de brazos abiertos?
AUA ─No tuve grandes obstáculos la verdad. Hay una categorización que la hizo Jauretche: el “medio pelo argento”. En esa franja sí hay una cierta discriminación por mi cantito, como hablo yo, que no pierdo hasta hoy. Además, me costó horrores convalidar el título. Tuve que ir un montón de veces del Palacio Pizzurno a Cancillería. Iba y venía. Luego, cuando ya había legalizado todo, hice un curso sobre violencia familiar en la Universidad de Lomas de Zamora y ahí contacté con el Doctor García Coto que estaba trabajando en autismo. Tuvimos varias clases con ese grupo. Yo tenía un sobrino autista y el tema me interesaba, así que quería ahondar. Además, en mi formación en Paraguay había tenido dos años de psicopatología. En ese tiempo, los contenidos de trabajo social se volcaban mucho hacia la salud y hacia el desarrollo de comunidades rurales y de comunidades periféricas. Así que entré al equipo de García Coto, trabajando con autistas muchos años y di clases en un instituto terciario.
MH ─ ¿Y sentís que tomaste una decisión correcta al momento de migrar?
AUA ─Si, yo en un momento sentí que si me quedaba allá se me iba la vida. No se si la vida física, pero la vida intelectual, emocional, la vida afectiva se me iba ahí.
MH ─ ¿Y migrar fue de alguna manera la fuga para poder rescatar la vida también?
AUA ─Si, exactamente. Migrar fue la apuesta a la vida.
MH ─ ¿Sentís a la Argentina como tu Patria también?
AUA ─Si, me cantó el himno y todo.
Risas.
MH ─Un corazón partido en dos patrias…
AUA ─Sí, claro. En mi casa, el 14 de mayo y el 15 de mayo siempre hay fiesta por la independencia patria y al día siguiente el día de la madre.
MH ─El día de la madre paraguaya es importantísimo en Paraguay.
AUA ─El 15 se tomó como fecha porque, cuando se formó la tercera junta fueron cónsules y una dama criolla fue llegando con un ramo que tenía jazmines blancos, rosas rojas y unos lirios que son azules. Entonces se decidió que esa fuera la bandera de Paraguay y en homenaje a ella es el día de la madre. Somos contradictorios los paraguayos porque Juana María de Lara era una mujer soltera que nunca se casó y nunca tuvo hijos, pero en homenaje a ella ese 15 de mayo es el día de la madre. También es muy importante el día de la mujer paraguaya que es el 24 de febrero. En tiempos de la guerra de la triple alianza, las mujeres se juntaron en una asamblea espontánea, donaron todas sus alhajas y dijeron que ellas también estaban en condiciones de tomar las armas.
MH ─Reivindicaron su derecho de defender también a su Patria.
AUA─Y muchas fueron, muchas fueron.
MH ─ ¿Cómo te llevás con el feminismo?
AUA ─Bueno, para eso tengo que contar una pequeña anécdota familiar y vas a entender que ya el feminismo parece que lo traemos en los genes. Mi abuela materna nació en 1888 y por determinadas circunstancias yo estuve mucho con ella. Mis padres vivían en Asunción y yo cuando cumplí un año, me llevaron y me quedé en el campo con ella. Esta abuela tuvo cinco hijos varones y cinco hijas mujeres. A todas ellas les decía que tenían que tener una profesión porque jamás tenían que estar colgadas a sus maridos.
MH ─Una mirada muy adelantada para la época.
AUA ─Si, ella nos marcaba que el marido no era dueño, sino que compañero, un igual. Todo eso me marcó muchísimo.
MH ─ La última ¿volverías a Paraguay?
AUA ─Ya no, ya no porque hice una evolución que ya no me permite vivir en una sociedad tan conservadora. Todavía respirar hondo y oles los tufillos del stronismo. Tantas cosas se cercenaron durante la dictadura que no sé cuántas generaciones tendrán que pasar para que se pueda recuperar algo, para que eso se pierda, porque el miedo pasó a ser como la segunda piel de los paraguayos.
Volví durante el gobierno de Lugo porque me convocaron a trabajar para el gobierno y coordiné un proyecto a nivel nacional, que lo ejecutaba el Ministerio de Industria y Comercio. Y ahí me di cuenta, en el ejercicio de la política, que era exactamente igual que antes: se discriminaba al que no era Colorado. Fue un gobierno de coalición, donde estaba la izquierda, los liberales y otros partidos. Los liberales que durante mucho tiempo fueron como la reserva moral de la nación, tenían el mismo sistema de los Colorados, el mismo sistema stronista.
Así que ya no puedo. Voy, con mucha frecuencia, pero no para quedarme.
MH ─Ya echaste raíces acá. Y ¿hay algo del escenario actual que te preocupe?
AUA ─Sí, claro que me preocupa. Me preocupa y voy a decir unas palabras de Antonio Gramsci: el tiempo viejo se murió, el tiempo nuevo tarda en llegar, en ese claroscuro del medio, surgen los monstruos. Ya tuvimos un periodo histórico así ¿verdad? y ahora nuestro monstruo es Milei.