Mama la libertad, siempre la llevarás
dentro del corazón.
Te pueden corromper, te puedes olvidar,
pero ella siempre está…
Ayer soñé con los hambrientos, los locos,
los que se fueron, los que están en prisión.
Hoy desperté cantando esta canción
que ya fue escrita hace un tiempo atrás.
Es necesario cantar
de nuevo una vez más…
Inconsciente colectivo, (Charly García, 1982)
PRELUDIO
Libertad es el nombre de uno de los personajes más entrañables de Mafalda, la tira del gran Quino, que retrató para vastos sectores de nuestra sociedad las peripecias de varias décadas del siglo que nos precede. Cientos de mujeres de este país llevan ese nombre en un doble homenaje tanto al personaje como al concepto, que durante aquellos años quiso ser contracara de un autoritarismo que parecía ser la regla a través de la cual los sectores dominantes imponían un orden acorde a sus intereses. Pero la libertad es un concepto polisémico, aunque algunos protagonistas de la realidad actual pretendan amputarle muchos de sus significados, despojándolo de cualquier connotación que no tenga que ver con la pura y llana libertad individual (y, más precisamente, la libertad para comerciar y para matar).
Esta discusión, en algún punto, siempre existió pero fue resuelta históricamente, de manera consensuada o por imposición. La Revolución Francesa, iniciadora de la modernidad en lo político, la conjugaba con la igualdad y la fraternidad. Más cerca en el tiempo y en el espacio, el Movimiento Nacional le agrega una dimensión situada geográfica e históricamente al incorporar el concepto de Soberanía.
Estamos transitando un cambio de ciclo histórico de una profundidad tan grande que puede poner en duda nuestra existencia. Reina la incertidumbre y todo está en disputa. Desde los recursos naturales hasta la tecnología, pasando por el sentido de las palabras. Entre ellas, la palabra libertad. En el fragmento citado al comienzo, el llevarla en el corazón va acompañado del pensar en “los hambrientos, los locos, los que se fueron, los que están en prisión”. Como sugerimos al principio, esto fue durante décadas lo que connotaba el concepto de libertad para nosotros, aunque hoy nos quieran convencer de que la misma es algo escindido de cualquier lazo social horizontal, y quieran hacernos sentir solos frente a un poder al cual algunos de sus personajes más prominentes en estas latitudes intentan identificar con la casta política, solo para ocultarnos el verdadero rostro de los titiriteros, de quienes ellos no son más que una pieza.
En este momento tan particular de la historia, desde esta geografía y desde un universo de ideas al que podríamos definir como nacionales y populares, podemos sostener que el territorio que habitamos tiene la capacidad de autoabastecerse y de abastecer a otras regiones del mundo por varias generaciones. Y eso nos coloca también como un territorio en disputa entre los poderes existentes, sean estos estatales o no.
En ese contexto global y local, el resultado de las PASO fue un cachetazo inocultable que nos pone, sin anestesia, ante una realidad insoslayable. Vayamos paso a paso entonces, con nuestras aguafuertes que, más que nunca, no son otra cosa que una serie de botellas al mar que pretenden aportar al imprescindible debate que se debe dar en el seno de nuestro movimiento, en esta coyuntura y de cara al futuro.
I. EPOCALIPSIS (Virus, 1987)
“El problema de la Argentina de hoy, es que cualquier cosa es verosímil”, sentenció el periodista de la señal TN refiriéndose vaya uno a saber si a alguna cuestión ligada a la política, la economía, el mundo del espectáculo, etc. Y lo dijo sin ponerse colorado, pese a hacerlo desde la pantalla de uno de los principales grupos mediáticos de nuestro país que no pueden de ninguna manera ocultar su responsabilidad respecto de la situación que pretende describir. Ellos son parte fundamental de quienes hicieron que cualquier cosa se tornara verosímil en la Argentina. Abundar en ejemplos sería innecesario.
El problema, sin embargo, es mucho más profundo: cualquier cosa es verosímil hoy, no sólo en nuestro país sino en toda la faz de la tierra. Cambio climático. Guerras y disputa geopolítica. Pandemia. Migraciones empujadas por el hambre y por sueños que se transforman en pesadillas en los suburbios de cualquier gran ciudad. No es la primera vez que sucede esto en la historia de la humanidad. Pero hay otros elementos que son novedosos: el Big Data, una especie de Gran Hermano de la posmodernidad, transmodernidad o como se la quiera llamar, que no sabemos cuál es el nivel de control que tiene sobre las comunicaciones, la información y, por qué no decirlo, sobre la mentalidad de cientos de millones de habitantes de la Tierra.
En este marco, hay un bloque hegemónico en declive y otro emergente caracterizado como totalitario desde la tradición de la democracia liberal, pero que en alguna medida, a través del control que se ejerce sobre su población, parece una zona liberada de esa Matrix que ya nadie sabe quién controla. El escenario pareciera ser realmente apocalíptico, como parece serlo en todo fin de época o ciclo histórico. Y en ese marco es que surgen nuevamente los falsos profetas, que en esta nueva coyuntura mezclan el milenarismo con el new age y las nuevas formas de socialización donde lo real y lo virtual no llegan a diferenciarse del todo.
Zonas de nada, violentas bifurcaciones acechan. Busco un atajo personal para salvar el huracán, dice la canción compuesta por Federico Moura hace casi 40 años. Pero aunque suene trillado, sabemos que nadie se salva solo. Los cantos de sirena de la salvación individual o sectorial son parte de la trampa en la cual estamos inmersos y de la cual debemos escapar.
II. UN LOCO EN LA CALESITA (Juan Carlos Baglietto, 1983)
Julio César cruzó el Rubicón y en ese acto simbólico, que desafió los cánones de lo aceptado, empezó a morir la República Romana, que tenía varios siglos de vida, y a surgir el Imperio que también, con infinitas mutaciones, sobrevivió varias centurias. Más allá del hecho puntual, del acontecimiento, fue el fin de una época y el comienzo de lo desconocido.
Hoy, en el ámbito que sea, son cientos los que se anotan a cruzar el Rubicón y a animarse a aquello a lo que hasta ahora nadie se había animado, rompiendo los moldes. Los ejemplos de Trump, Bolsonaro, Meloni o, en términos de cabotaje, Javier Milei, son emergentes, en distintas latitudes, de la crisis de la democracia liberal. Pero en el fondo, nadie sabe si son locos, brillantes actores, psicópatas, agentes de algún demonio o simples personajes que se disfrazan de faisán; si son puras máquinas de humo o qué cosa.
Lo que tienen en común es que dicen que van a patear el tablero, que van a romper con un statu quo que genera insatisfacción social por doquier y que, como parte de ese mesianismo pseudomilenarista al que nos referíamos antes, se sienten elegidos. Dicen que un ángel los atrapó en el baño, que hablan con Dios y utilizan una estética y un discurso de villanos de comic que genera fascinación sobre todo en las generaciones más jóvenes.
Las nuevas derechas de las que todos hablan hoy y estos outsiders que las expresan se alimentan del desencanto, pero nos proponen el abismo de una nueva feudalización de las relaciones sociales previa a la modernidad; y en esa encrucijada nos encontramos, en el mundo y en nuestro país en particular.
III. NADA ES PARA SIEMPRE (Fabiana Cantilo, 1995)
Así como cayó la República Romana y más tarde cayeron las monarquías absolutistas, hoy hay un orden que está cayendo a nivel global sin que aún haya emergido uno nuevo. En la Argentina también se solapan varias crisis o finales. El llamado pacto democrático, basado en un piso común de ideas de la elite dirigente argentina en cuanto a orden jurídico, económico y social, cruje por todos lados. Los actores más poderosos rompen las reglas del juego todo el tiempo, con una justicia que, en lugar de arbitrar, convalida cualquier atropello.
A su vez el liderazgo del movimiento Nacional y Popular está, objetivamente, finalizando. Aún no tenemos certezas respecto del quiénes, el cómo y el cuándo de la dirigencia del Peronismo en su conjunto, pero sabemos que Cristina se está retirando del centro de la escena, por decisión propia y/o por imposición de la realidad. Nadie tomó aún el bastón de mariscal y no hay demasiadas certezas al respecto, salvo la adquirida a partir de este gobierno. Sabemos que al final abrazarse al dolor no nos deja brillar y que, si el Peronismo tiene algún sentido, es el de mejorarle la calidad de vida a los sectores menos privilegiados.
En el mapa del poder local, fragmentado a su vez en varias facciones que defienden el interés propio sin que parezca, a veces, haber un real sentido de pertenencia ni siquiera en el campo del enemigo, aparece una anomalía que pretende canalizar el hastío generalizado de un Pueblo que es rehén de esta situación. Pero sabemos que, más allá del personaje construido para ser vendido como un producto más en esta ley de la selva de la oferta y la demanda, quien se presenta como lo nuevo no es más que una de las caras, en términos de proyecto de país, de los intereses más concentrados y nefastos de la clase dirigente. Basta leer los nombres que viene proponiendo para su gabinete para darse cuenta de esto (aunque agregue a una psicóloga especializada en astrología y neuroprogramación para estar a tono con su discurso y su estética).
Macri cuestionaba los últimos setenta años de nuestra historia, culpando al Peronismo de los reiterados fracasos del proyecto de país desarrollado que simula pregonar. Milei va más allá. Él nos habla de una Argentina idealizada de fines del siglo XIX, en la época de lo que los historiadores denominan orden conservador, previo no solo a los derechos sociales y políticos conquistados para el conjunto de los sectores subalternos durante el Peronismo, sino previo incluso a la ley Sáenz Peña de sufragio universal que consagró a Yrigoyen como Presidente y al Radicalismo como primer partido popular.
Milei pretende correr la línea divisoria de la grieta, desde la antinomia peronismo-antiperonismo a la etapa previa a la Revolución del Parque. Hay que ver si los herederos de Alem, en términos de su dirigencia intermedia y sus bases políticas -que no son pocas- hacen esta misma lectura o si decidieron asumir, de una vez y para siempre, el camino iniciado por Alvear.
IV. NENE DE ANTES (Divididos, 1998)
El “Pitu” Salvatierra, dirigente social devenido panelista televisivo en uno de los pocos espacios masivos en los cuales seguimos teniendo voz, en nuestra diversidad, decía el otro día que mientras la dirigencia de un sector tradicional de nuestro movimiento habla de la ultraactividad de los convenios colectivos de trabajo, otros sectores a los cuales queremos representar no solo no poseen esos derechos, sino que a veces ni siquiera saben que existen. Parte de nuestra dirigencia, tanto política como sindical y social, se ve sepia en las fotografías de ese colectivo al que queremos representar sin haber internalizado sus mutaciones. Como “Enrique el antiguo”, se participa de la realidad del Movimiento Nacional pero desde un lugar que no solo muestra en blanco y negro a algunos de sus personajes sino que tiñe de gris al conjunto de la escena.
Le hablamos al morocho del sur del conurbano bonaerense que hace setenta años cruzó el Riachuelo y metió las patas en la fuente de la Plaza de Mayo, pero la inmensa mayoría de los que deberían ser nuestro sujeto histórico, quizás ni siquiera conozcan el Centro, o lo visiten una o dos veces al año. Seguimos soñando con el mismo balcón de inconclusas serenatas, pero este redujo su relevancia en la escena actual, del mismo modo que la política viene reduciendo su papel.
Esperemos que en el trasvasamiento generacional que se debe dar hacia el interior del Peronismo se comprenda esta problemática. Nuestro sujeto real o ideal ya no es el mismo que hace veinte, o cuarenta, ni mucho menos setenta años. Dar cuenta de ello, y traducirlo en la distribución de los protagonismos y los espacios de poder, es imprescindible para seguir existiendo como proyecto político.
Sin embargo, la cuestión central tiene que ver con la incapacidad que ha tenido este gobierno para mejorar las condiciones materiales de vida de los sectores populares. Más allá de la diversificación y fragmentación de nuestro sujeto histórico, la situación se agrava cuando dejamos de ser la garantía de que la guita alcance para que el pueblo coma, se vista y disfrute del ocio que se merece. Como dice nuestra marcha, el peronismo tiene que ser realidad efectiva.
V. HABLANDO A TU CORAZÓN (Charly García y Pedro Aznar, 1986)
El Peronismo, como todo movimiento político del llamado mundo occidental, sea este central o periférico, está sustentado en una cosmovisión cartesiana y moderna. Su manera de analizar y accionar en política está derivada de la racionalidad. Discutimos con argumentos, defendemos sistemas de ideas y confrontamos con otros sistemas de ideas que, como el nuestro, pensaban el mundo y a la política desde ese mismo cartesianismo y esa misma modernidad.
La afectividad, como en la vida privada, ocupaba un lugar subalterno al del proyecto en su conjunto. Por ejemplo, el amor a Evita o a Cristina estuvo siempre ligado a la pertenencia a un proyecto político, pensado desde la razón.
Ya hace tiempo que hay quienes desde la teoría o desde la praxis, vienen dando cuenta de la escasez de herramientas que brinda esa racionalidad para comprender y abrazar en profundidad la problemática de nuestro Pueblo.
A su vez, la historia nos enseñó que los antagonismos políticos suelen derivar en profundos enconos en otras dimensiones de la vida. El odio gorila y el revanchismo existen, y los sentimos en carne propia como movimiento muchas veces. Pero hoy, esa afectividad adquirió una dimensión distinta. Inicialmente fogoneada por el poder a partir de la semilla de ese odio que volvió a germinar con Néstor y Cristina, se fue convirtiendo en la pulsión principal de la política argentina. La famosa grieta ha derivado en esto, y quizás se les esté yendo de las manos incluso a ellos, como ya les pasó en Brasil. Porque no, no puedes ser feliz con tanta gente hablando a tu alrededor, y entre todas las voces hay una que sobresalió y está explotando a fondo esa dimensión de lo humano que es su costado irracional, en el cual se mezclan lo religioso, lo esotérico, lo afectivo y ahora también lo político.
Una porción de nuestra sociedad le cree a Milei como si fuera un profeta, que mezcla irresponsablemente anarquismo y capitalismo en un cóctel que sólo puede derivar en un sálvese quien pueda.
Como decíamos antes, lo que propone respecto de la casi desaparición del Estado pone en crisis la divisoria de aguas de la política argentina, ya que la discusión acerca de, por ejemplo, la salud y la educación pública, corre la línea de esa antinomia y podría hacer coincidir en un mismo campo al Peronismo y a la fracción con raigambre popular de uno de los dos lados de la grieta. El si prima lo racional o lo afectivo es una de las grandes incógnitas de los próximos tiempos y es parte de lo que definirá nuestro futuro.
Recuperar la dimensión afectiva de nuestro proyecto político es otra de nuestras tareas fundamentales: el peronismo es y fue siempre pulsión de vida, amor por el otro y por la Patria.
VI. PRESENTE (Vox Dei, 1970)
Las nuevas formas de vinculación, que fueron creciendo con la aparición de las redes sociales y se profundizaron definitivamente con la pandemia, exaltan no solo la hiperconectividad de gran parte de nuestra sociedad, sino la sensación de vivir en un presente continuo y efímero, aislados y en soledad, con poco interés en el pasado y sin una sensación de futuro. Esto se da en el marco de todos los fines de época a los que nos venimos refiriendo anteriormente. El pibe que sale de caño para comprarse una pipa, está jugado y lo sabe. No le importa, todo es ya. Parte importante del sujeto al que deberíamos representar vive la vida de esa forma. De un lado y del otro de la llamada inseguridad. Creyendo en mañana fracaso hoy. Parece no haber proyectos de vida de largo plazo; la onda es pegarla, salvarse en una.
Ofrecer una esperanza, un futuro posible, en el medio de este contexto, es una obligación de nuestro movimiento; tenemos que construir y convencer a nuestro pueblo de que hay un proyecto de país de cara al mediano y largo plazo.
VII. DESDE LEJOS NO SE VE (Los piojos, 1998)
Todos los jueves se realiza una conferencia de prensa de la vocera presidencial. Durante varias horas o días, el conjunto del aparato mediático retoma de manera irónica algunas de sus declaraciones. Hace poco tiempo dijo que en la Argentina no había hambre; después, pidió perdón. El día de la inundación en La Plata, habiéndose ya realizado las PASO, discutía por Twitter con algún personaje de esos que se ríen de ella diariamente. La imagen que contrasta en el noticiero o el informe radial, editado a toda prisa, nos muestra a una jubilada que saltea todas las cenas porque no le alcanza. Acto seguido, vemos llorar a un carnicero que cuenta que le regala un bife de chorizo por semana a otro jubilado para que coma algo de carne. Todo mechado con la información de algún hecho de inseguridad en el tan temido conurbano. En el recorte siguiente nos cuentan que en tal o cual ministerio se gastan tantos millones de pesos en comida, bebida o viajes.
Pensemos en el mundo en el que estamos, en el cual todo se caricaturiza y se ridiculiza. Todos los gestos y rasgos se agigantan y se promueve sin tapujos el odio, 24/7. Volviendo a Roma -tan patriarcal ella- y al César, no solo hay que ser, hay que parecer también. De lo contrario, se agrandan las distancias entre quienes tienen una vida cotidiana realmente difícil y los que aparecen en los medios como bastante cómodos en las suyas. La vida embrutecida, canalla, torcida avanza enloquecida y no hay quien la pare.
La política parece estar más en la rosca permanente, de uno y otro lado, que en resolver los problemas concretos de la gente. La posición ante la realidad de nuestras bases no es la misma que la de nuestra dirigencia. Sobre esa distancia se basa el discurso de la casta, y si parece que funciona en una parte de nuestra base social es por responsabilidad nuestra. Mirarnos menos a nosotros mismos y mirar de verdad al otro, que no es el otro que queremos que sea sino el realmente existente. Una vez más.
VIII. LA BALSA (Los Gatos, 1967)
La lógica del capitalismo salvaje y el individualismo que tiñen el clima de época de la coyuntura actual, sea a nivel económico, político o social, y sea a nivel global o local, generan un marco opresivo y a veces hasta apocalíptico en el cual intentan sobrevivir las construcciones sociales y políticas de nuestro Pueblo. Pero muchas veces la conjunción de esto hace que, en la práctica y en cualquier ámbito, la tendencia sea la de construir espacios para la supervivencia, que muchas veces suelen estar distantes de los espacios de supervivencia construidos por otros, iguales o parecidos a nosotros.
La lógica es: si lo que se viene, quizás, sea una tormenta, hay que construir una balsa; y para construir una balsa hay que conseguir mucha madera. Y la madera necesaria puede adquirir muchas formas. Pero desde el campo Nacional y Popular, y fundamentalmente desde el movimiento del que formamos parte, sabemos que no hay catástrofe histórica que haya podido con nosotros. Muchas veces cantamos que “a pesar de las bombas, de los fusilamientos, los compañeros muertos, los desaparecidos: no nos han vencido”. Transitamos varias coyunturas en las cuales se había decretado nuestro fin y, pese a ello, seguimos existiendo. Porque el conjunto de los sectores de nuestro movimiento, con los matices que sea, supo construir sus espacios de supervivencia y resistencia; pero, fundamentalmente, porque en las etapas de mayor dispersión, siempre existió la certeza de formar parte de un colectivo que contenía a cada una de las partes. A tono con el lenguaje místico y religioso que ha ido adquiriendo la política, siempre supimos que en medio del diluvio había un arca.
Que cada cual fortalezca su espacio de identidad y pertenencia, sea para el escenario que sea, pero sepamos que la única garantía que tenemos de que siga habiendo futuro es que siga existiendo la certeza de que hay un Nosotros que nos contiene. Y ese Nosotros tiene que seguir siendo el Peronismo.
IX. TODO CAMBIA (Man Ray, 1993)
Arranquemos, que los melones se van acomodando en el camino, dice el saber popular. Este presente continuo, esta especie de reel de Instagram al que a veces se parece la realidad, nos obliga a pensarla a una velocidad tal que no alcanzamos a procesar, ni siquiera individualmente, los cambios con la rapidez con la que se producen. ¿Cómo pretender entonces que un movimiento integrado por diversos sectores y colectivos de diversos tipo y tamaño, procese la realidad a la velocidad necesaria? Ese es uno de los problemas de la etapa actual.
Pero así como hay cambios acelerados, también hay cosas que no cambian. Cristina fue, hay que decirlo claramente, la única que previó el escenario en el cual hoy nos encontramos. Ella dijo hace unos meses, mientras informaba de su decisión de no ser candidata, que se venía una elección de tercios y de pisos, en la cual lo central era lograr la cantidad de votos y el porcentaje para entrar en la segunda vuelta. También identificó claramente a uno de esos tercios, con la figura estelar del momento, previendo la operación que el círculo rojo y el poder global iban a intentar replicar pese al fracaso de Brasil.
El problema es que el mejor cuadro político y estratégico de los últimos cuarenta años en Argentina ya no ejerce efectivamente la conducción del conjunto. El proceso va a ser raro, complejo y, como decíamos, con la sensación de transcurrir a toda velocidad. Pero tenemos la obligación de pensar, de discutir, de intentar construir consensos y síntesis. Primero entre dos, después entre cinco, después entre diez y así hasta llegar a una mirada relativamente común que exprese a la mayoría de las bases y la dirigencia de nuestro movimiento.
Y si te digo todo está mal, seguro que mañana puede cambiar. El escenario de corto plazo es complejo porque la indefinición de la situación geopolítica global genera incertidumbre en el conjunto de los actores sociales, políticos y económicos, por más grandes o pequeños que sean. Pero en el mediano plazo, el escenario puede ser promisorio si el Peronismo logra ordenarse y continuar disputando el poder de este país. La ecuación macroeconómica en el futuro, si logramos conducir o condicionar el escenario, implicará la posibilidad de aumentar nuestra soberanía política y nuestra independencia económica; y esa es nuestra razón de ser, además de la de conseguir que ese escenario se sustente a partir de la justicia social que el poder económico decidió cuestionar. Escuchemos los discursos de los candidatos; está claro quiénes, con mayor o menor radicalidad y virulencia, cuestionan inicialmente este último concepto, pero sabemos que en el fondo cuestionan nuestras tres banderas históricas. Lo que no cambia, entonces, es saber quiénes somos nosotros mismos. Los que, sea en el escenario que sea, seguimos pensando en un país digno en el que donde hay una necesidad nace un derecho.
X. EL TESORO DE LOS INOCENTES (Indio Solari, 2004)
Juegan a primero Yo. Y después a también Yo. Ya lo dijimos, el individualismo parece ser una de las condiciones principales de nuestra época. A los dueños de todo nos les alcanza ya con todo y están forzando los márgenes de ese todo al costo posible de romperlo, de romperlo todo, sea en la dimensión que sea.
Sabemos también que ese mal de época, a veces, cubre nuestras propias playas y es muy difícil que no sea de esta manera. El problema del individualismo es que puede trocar en faccionalismo o sectarismo. Pero la diferencia entre el campo del enemigo y el nuestro no puede ser una simple cuestión de grado. Tiene que ser una cuestión de fondo y hace a la esencia de ese nosotros del cual venimos hablando.
Tanto en nuestra dirigencia como en nuestras bases y nuestro potencial sujeto, vemos muchas actitudes que, desde nuestra mirada, parecen autodestructivas. Por ejemplo, entre los votantes de Milei hay muchos que -en términos estratégicos y en términos históricos- fueron, son y deben seguir siendo parte de nuestro sujeto: los desheredados. Y sabemos también que tanto El León como La Piba van a por ellos. Y nuestra obligación, en el escenario actual y en el que se viene, es defenderlos e intentar volver a representarlos.
Volviendo a la dimensión afectiva de la política de la que tanto se viene hablando, hay un punto en el cual el ellos y el nosotros no se mezclan: en el amor al otro. A los repartidores que andan en moto, cobran por las aplicaciones y no conocen lo que es un trabajo formal. A los empleados del Estado, pese a lo que hay que cambiar del mismo, para defenderlo. A los docentes. A los laburantes en general. A los pibes. A los pueblos originarios. A cada rincón de nuestra tierra. A las mujeres. A la Patria. Si no hay amor, que no haya nada entonces. Hay cosas en las que el Movimiento Nacional no regatea.
CODA
Intentar pensar a toda velocidad este escenario y sus posibles derivaciones no implica no reconocer cuales son las urgencias. Y la urgencia hoy es el proceso electoral en curso. Nuestra fórmula presidencial tiene que ser una de las que disputen el ballotage. Tenemos que retener el gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Debemos tener la mayor cantidad de legisladores nacionales, provinciales y municipales posibles. Hay que ganar la mayor cantidad de intendencias que podamos ganar. Falta poco tiempo para las elecciones y el escenario es complicado, pero nuestro equipo todavía está en la cancha. Nuestra obligación es militar por todos los medios y convencer a la mayor cantidad de compatriotas de que el Peronismo sigue siendo, pese a todo, el único proyecto que incluye a la totalidad de los habitantes de este país.
Necesitamos del Estado. No solo del poder del mismo sino de su existencia como institución. En frente tenemos a quienes pregonan su desaparición en términos estratégicos.
Si no hay Estado, no hay Peronismo ni sociedad en la cual se pueda vivir en relativa paz y, paradójicamente, en libertad. Eso es lo que está en juego.