Y ahora estoy tan confundido
Niebla y humo alrededor
¿Dónde está el sol? (¿Dónde está el sol?)
¿Dónde está Dios?
Dime quién me lo robó
No sé muy bien qué voy a hacer
Quiero mi fe, quiero creer…
Dime quién me lo robó (SUI GENERIS, Vida, 1972)
PRELUDIO
El gran Leopoldo Marechal, autoproclamado poeta proscripto, en su monumental Megafón, o la guerra, define que la batalla entre el bien y el mal, entre el lado oscuro o el lado luminoso de la vida, o como se prefiera llamar, se da tanto en el ámbito terrenal como en el ámbito celestial. Algunos, quizás forzando el análisis, podrían reducir esta hermosa idea a la más gastada de “batalla cultural”.
Lo que es indiscutible es que en estas pampas, desde el principio de los tiempos, hay dos fuerzas que se enfrentan y que expresan, al menos en el ámbito más pedestre, dos proyectos de país. Las discusiones del presente son discusiones que, más allá de ciertas miradas centradas en lo táctico y lo propagandístico, expresan este enfrentamiento. La situación, quizás novedosa, o no tanto, es que coyunturalmente somos una minoría social y que la mayoría de nuestro pueblo hoy no nos ve como su expresión política.
Sin embargo, y como veremos, también podríamos decir que esto no es la primera vez que sucede. Después de Caseros vinieron al menos sesenta años de hegemonía de las fuerzas oscuras. Después del 30, el fraude patriótico se enseñoreó durante más de diez años en nuestro país. En el 55 y en el 66, sobre todo, el silencio fue salud para muchos de los que no sufrían en carne propia las consecuencias de ese, otra vez, orden oscuro.
La única verdad es la realidad: hoy no somos mayoría. La cuestión está en intentar enfrentar esa realidad y buscar las respuestas para modificarla, aunque no sean las mismas que siempre conocimos. De este tema van a hablar las siguientes Aguafuertes que, una vez más, están inspiradas en el gran cronista de nuestra historia que fue el insuperable Charly.
I. LOS DINOSAURIOS (CLICS MODERNOS, 1983)
Si los pesados, mi amor/ Llevan todo ese montón/De equipaje en la mano/ Oh, mi amor, yo quiero estar liviano. Las pericias psiquiátricas pueden ser una buena herramienta de diagnóstico para ciertas patologías ligadas a la salud mental. Eso es cierto. Pero cuando las patologías no son otra cosa que desvaríos políticos, hay que debatirlos en profundidad. La discusión acerca de la cercanía o no al peronismo de la vicepresidenta no es una anécdota graciosa. Implica una concepción que atrasa cincuenta años respecto de cuáles son los márgenes posibles de nuestro movimiento.
La bandera de los derechos humanos fue incorporada no solo por el peronismo, sino por el conjunto de la sociedad argentina. Néstor la puso a la altura de nuestras tres banderas históricas, no solo cuando bajó los cuadros en el colegio militar sino en su histórico discurso en la Asamblea General de la ONU en el 2004 y, fundamentalmente, asumiéndola como una política de Estado.
Juan José Hernández Arregui, un pensador que escribió durante la resistencia y que es fundante de nuestro ideario contemporáneo, nos hablaba en la introducción a La formación de la conciencia nacional de dos conceptos fundamentales sobre los cuales vamos a intentar hablar: el “nacionalismo sin pueblo” y de la “izquierda sin patria”. Pero lo que aquí interesa es discutir si el debate ha retrocedido tanto como para que consideremos la posibilidad de incorporar al peronismo a ese “nacionalismo sin pueblo” que históricamente nos persiguió, nos mató y nos desapareció.
Los que están en el aire pueden desaparecer en el aire./ Los que están en la calle pueden desaparecer en la calle./ Los amigos del barrio pueden desaparecer./ Pero los dinosaurios van a desaparecer. En este país hubo un plan sistemático, una maquinaria aceitada destinada a la muerte, la tortura y la desaparición de los militantes populares. Y ese nacionalismo sin pueblo, tuviera el rótulo de Roca o de Uriburu, de Rojas o de Aramburu, vino y viene aplicando el asesinato masivo y la represión, incluyendo al tristemente célebre Ramón Falcón fusilando a los sindicalistas anarquistas en aquella Patagonia rebelde que Osvaldo Bayer tan brillantemente describiera. Rodolfo Walsh también describió los crímenes de la fusiladora en Operación Masacre, y tantos otros lo hicieron respecto de la última etapa oscura. Esa derecha sin pueblo no puede ni debe ser parte de nuestro movimiento. Son una expresión más de las clases dominantes de nuestro país y son asesinas. Ese no puede sino ser un límite infranqueable.
Por más que algunos, más cerca de ser panelistas televisivos que dirigentes políticos, se arroguen la potestad de decir qué entra y qué queda afuera de nuestra doctrina histórica, hay puntos en los cuales no podemos ni queremos retroceder.
Cuando el mundo tira para abajo, es mejor no estar atado a nada/. Imaginen a los dinosaurios en la cama. En la del peronismo no van a estar. Y sabemos que eso depende de nosotros.
II. FILOSOFÍA BARATA Y ZAPATOS DE GOMA (FILOSOFÍA BARATA Y ZAPATOS DE GOMA, 1990)
Conozco a un empleado que fue muerto de pena, enamorado de las sirenas. El cine de mi barrio ya me mostró la escena. Cuenta Homero que Ulises, en una de las infinitas pruebas para regresar a Ítaca, tuvo que enfrentarse con el irresistible canto de las sirenas, que lo hubieran desviado de su camino. Fue valiente y decidió atarse al mástil de su barco para que esos cantos no lo hicieran perder su objetivo estratégico. Lamentablemente, el último presidente que tuvimos carecía absolutamente de esa virtud. Además de su inocultable cobardía, ostentaba un discurso pero ejercía una práctica absolutamente contraria, como nos estamos enterando cotidianamente. Esto no puede ser caracterizado como un problema individual cuando afectó y afecta al conjunto de una fuerza política histórica.
Y en este torbellino donde nada importa/ me sentí aliado y te perdí. El expresidente, como tantos, se mostraba como un “aliade” ante frente a las causas de los feminismos y las ligadas a las minorías sexuales y de género. Pero era una farsa. Y esta farsa no es una farsa cuyo sayo le quepa solo a una persona. El discurso “progre” nos colonizó. Eso también es indiscutible. Y decir esto no implica de ninguna manera negar las reivindicaciones específicas de cada uno de los sectores de nuestra sociedad. La equivalencia de demandas de la que tanto se ha hablado en los últimos años tiene que ordenarse. Tiene que haber una jerarquía. El peronismo es un movimiento de mayorías. Y en este país hay dos mayorías que nadie en su sano juicio puede osar discutir: los sectores populares, ligados históricamente al mundo del trabajo, y las mujeres. Todo el resto de las demandas deben ordenarse a partir de la certeza de que tenemos la obligación de expresar a esas mayorías, que son las que representamos históricamente. Recordemos no solo a Perón sino también a Evita. Se podrían incluir casi una infinidad de grupos y sectores con demandas particulares y esas demandas tienen que ser incluidas, obviamente, pero en el marco de esta certeza inicial.
Filosofía barata y zapatos de goma,/ ni esta mentira te hace feliz. El progresismo, la social democracia, o como se la quiera denominar a esta corriente de pensamiento que, como dijimos, colonizó en parte la agenda de nuestro movimiento, es una filosofía barata, al menos en estas tierras. Desde Hernández Arregui hasta los decoloniales, pasando por Alcira Argumedo y por el inmortal Arturo Jauretche, hay decenas de pensadores al sur del Ecuador que han escrito y reflexionado sobre esto. No podemos asumir como propia, sin filtros y sin la mínima pretensión de revisar ciertos postulados, lo que escribe un francés, un alemán o un gringo. Y esto sí es, como lo fue siempre, parte de la batalla cultural. Y ese progresismo actual, en estas pampas, se parece demasiado, a veces, a esa “izquierda sin patria” de la cual hemos hablado. Asume una agenda construida desde el centro del poder económico y cultural mundial, pero no ha aprendido a incorporarlo a una agenda pensada desde la periferia del mundo en la cual nos encontramos. Fueron pocos los intentos que han logrado este cometido.
El riesgo, si no asumimos esta obligación de expresar a las mayorías, es el que estamos viviendo como consecuencia hoy. La inmensa mayoría de nuestro pueblo percibió que mirábamos a otro lado y nos dijo: Y en la terminal, y en la terminal,/ estoy descalzo y te espero a ti./ El ómnibus se ha ido, el amor se ha vencido./ Quise quedarme pero me fui.
III. PELUCA TELEFÓNICA (YENDO DE LA CAMA AL LIVING, 1982)
¡Telephone!/ Tírate ya del trampolín/ ¡Papelón!/ Sácate la gomina, pelá sin brillantina. Podríamos traducir esta idea como “¡bajate del pony, che!”. Hay quienes sostienen que para medir la calidad humana y como compañero o compañera de un militante, hay que otorgarle una cuota de poder y observar cómo la ejerce. Un mal de época quizás sea que, como consecuencia de los cambios sociológicos que se produjeron en las últimas décadas, y la fragmentación que ello implicó, algunos de nuestros compañeros y compañeras se montaron a ese pony. Uno no niega la necesidad de que la dirigencia se destaque y posea una mayor cuota de poder y protagonismo que la del conjunto de la militancia. Pero eso es una cosa y otra, muy distinta, es que algunos de nuestros dirigentes “se la hayan creído”.
La comedia de enredos respecto de quien da órdenes por teléfono es una muestra entre trágica y cómica del estado de descomposición de una parte de nuestra dirigencia. Nos recuerda a la pelea entre dos hermanos para definir quién maneja el control remoto del televisor en la habitación compartida. Porque, mal que nos pese, seguimos viviendo en la misma casa. Somos parte del mismo movimiento y eso es algo que trasciende individualidades y egos, como también lo demostró la historia.
Y cuando encuentro un amigo/ Lo tengo que buscar/ Y voy al supermercado/ Buscando un capataz. Esto no siempre fue así. Durante décadas la vinculación entre las bases y la militancia, y entre la militancia y la dirigencia era algo que fluía con mayor naturalidad y de manera más cotidiana de lo que hoy sucede. Incluso en los tiempos en los cuales la comunicación era mucho más compleja, nadie le “clavaba el visto” a nadie ni dejaba de atenderle el teléfono, salvo por una ofensa grave. El diálogo interno es la base indispensable para volver a pensarnos como opción de poder. Una de las cosas que hay que corregir para que el peronismo se vuelva a trasformar en eso es recuperar esa dinámica sin veleidades.
Pareciera si no que muchos de los protagonistas de esta etapa, ostenten la responsabilidad que ostenten, nos invitaran a un sálvese quien pueda que hace décadas tan sabiamente definió Charly: El poeta tenía razón, la balsa hay que tomar. Puede haber disputas, pero no puede suceder que cada uno haga la suya sin medir daños ni consecuencias.
Nuestro pueblo nos necesita. Y nosotros necesitamos de nuestro pueblo. El proceso político en curso, encabezado por los sectores más concentrados de la economía y la política, nos hace gritar cotidianamente a todos y pese a la creciente represión: ¡Córtenla! Déjennos vivir en paz.
IV. EN LA VEREDA DEL SOL (SERÚ GIRÁN, PEPERINA, 1981)
Están tocando aquella canción que no es mi canción./ Ya ves no tengo nada que hacer en esta función. Como venimos describiendo, esta es hoy, al menos coyunturalmente, nuestra realidad. Nuestro pueblo decidió, una vez más, no acompañarnos. Hay una máxima, que muchos en nuestro movimiento sostienen, que dice que “el pueblo nunca se equivoca”. No vamos a entrar en esta discusión porque sería interminable. Lo que es indiscutible es que hoy tenemos una realidad y depende en parte de nosotros modificar esa realidad. Las fichas blancas del poder mueven. Las negras, las de nuestro pueblo, también tienen que hacerlo, pero hay que ser menos impulsivos y más inteligentes. No solo tenemos que reconstruir los lazos, sino que tenemos que ser bien claros respecto de “de qué lado de la mecha” nos encontramos. Y para eso, tenemos que saber qué le propondremos a esa mayoría de la que hablábamos.
Mirar toda la fiesta de afuera, buscando la emoción verdadera./ Lejos los barcos llevan la fiesta hacia el mar. Borrar de la memoria de millones de personas fotos, videos y otras escenas que mostraron a cierta parte de nuestra dirigencia enfiestada mientras ellos la pasaban bastante mal, no es algo ni posible ni imaginable ni correcto. Tenemos que hacernos cargo de nuestras propias cagadas. Pero estas cagadas nos tienen que servir como lección y, como decíamos en el punto anterior, tienen que ser una máxima de conducta de aquellos que pretendan ocupar roles protagónicos de cara al futuro. Hay que terminar de una vez por todas con la asociación entre peronismo, corrupción, fiesta y machirulaje. Pero para eso, hay que erradicar y/o castigar esas conductas de una manera que nos vuelva a acercar a quienes queremos representar. Hay que mantener una línea de conducta y demostrarla para ser nuevamente mayoritarios. Sabemos que tenemos el aparato comunicacional más grande de la historia midiendo cada paso que damos: no caigamos en más trampas. Cualquier militante obrero, estudiantil o social sabe que para representar a sus pares tiene que ser el mejor y más solidario de ellos. Nunca más olvidemos esta premisa.
No quiero conocer a nadie,/ Quiero salir a ver la calle. Y esa conducta de la que hablamos recién se adquiere, fundamentalmente, sintiéndose, sabiéndose y acatando como un par de aquellos a quienes queremos representar y expresar políticamente. Ser buen compañero y hablar con la gente no es tan difícil. Es lo básico que aprende cualquiera que se incorpora a la militancia por convicción y no por conveniencia.
Estoy en la vereda del Sol/ Que ya va a nacer. Además, necesitamos un proyecto. Y ese proyecto no puede ser concesivo ni tibio, aunque las relaciones de fuerza parezcan indicar lo contrario. Nuestro proyecto tiene que ser un proyecto de máxima que exprese los intereses nacionales y populares. Que se proponga defender a la patria y a los intereses de las mayorías. Hay que plantar la semilla. Después el árbol crecerá si lo regamos todos periódicamente. Y plantearse esto no es proponer la “toma del Palacio de Invierno”, como una vanguardia enloquecida. Un pensador europeo, pero que escribía desde las cárceles de una Italia periférica, muchas veces más parecida al sur que al norte, nos explicó que la batalla por la hegemonía en una sociedad es larga y más parecida a una “guerra de posiciones” que a una batalla abierta. Y ya que estamos con Don Antonio, diremos que para reconstruir el bloque histórico que siempre expresó el peronismo, tenemos que proponer un proyecto que incluya a los sectores a los que el mismo siempre incluyó. No hay que andarse con chiquitas a la hora de proponer un programa. Miremos, si no, la reciente constitución aprobada en la provincia de La Rioja.
Para empezar, debemos volver a las bases y a las mejores prácticas de nuestra historia. Tenemos que estar en las movilizaciones, sí. Pero también tenemos que estar cotidianamente con los y las que más sufren con este modelo que ya sufrimos varias veces en este país. Yo estoy volviendo al pueblo allá abajo Los primeros habitantes salen/ A celebrar el Sol de los vivos/ A despertar a un mundo dormido.
V. CERCA DE LA REVOLUCIÓN (PIANO BAR, 1984)
¿Por qué no vienes hasta mí?/ ¿Por qué no puedo amarte?/ ¿Por qué no vienes hasta mí?/ ¿Por qué no cambias como el sol?/¿Por qué eres tan distante?/¿Por qué no cambias como el sol? La primera certeza que tenemos que tener es que el pueblo no va a cambiar de posición de un día para el otro ni va a venir corriendo hacia nosotros con los brazos abiertos. Los que tenemos que cambiar y salir a buscarlos somos nosotros. Nuestra militancia y nuestra dirigencia, sea de la manera y por el medio que sea, tiene que asumir el rol que le corresponde en este momento histórico, que como ya sabemos, nunca terminó y ni terminará.
A su vez, cuando el peronismo fue transformador del orden social, estuvo siempre ligado a un hecho revolucionario, fuera este más o menos heterodoxo. Podríamos decir que la Argentina, incluso, está teñida con este color, y que cada momento histórico que favoreció a la nación o al pueblo estuvo ligado a algún hecho revolucionario, sea este de la índole que sea. La Argentina es hija de la Revolución de Mayo. El radicalismo es hijo de la Revolución del Parque. El peronismo es hijo del 17 de octubre. El retorno de Perón es hijo de una situación que las clases dominantes al menos leyeron como “prerrevolucionaria”. El kirchnerismo, finalmente, es una consecuencia indiscutible de las jornadas de diciembre de 2001. Hay que perderle el miedo a la palabra revolución, hay que recuperarla en nuestro lenguaje y en nuestra propuesta política.
No es solo una cuestión/ De elecciones,/ No elegí este mundo, pero aprendí a querer. Sin embargo, una cosa no quita la otra. El peronismo siempre accedió al poder de manera democrática. Pero pretender que todo se resuelve teniendo el candidato que supuestamente más mide, se parece demasiado a comerse el postre antes de la cena. Las cosas sucederán de la manera que tengan que suceder y con los tiempos que requieran en este escenario tan incierto, pero tengamos la certeza de que sucederán. Por más que haya cuestionamientos a quien fuera la conductora de nuestro movimiento durante más de diez años, aunque haya crisis interna. Aunque haya candidatos que suban y bajen en las encuestas todo el tiempo. La taba tarde o temprano se dará vuelta. Nuestro pueblo es un pueblo que jamás se ha resignado mansamente al orden de las clases dominantes. Y nunca sucederá. Lo que nos obliga a estar preparados. No podemos mirar para otro lado y hacernos los desconcertados como si no fuéramos protagonistas de nuestra propia historia. Y decir una cosa no implica negar lo contrario. Este orden, tarde o temprano caerá de manera más o menos virulenta, pero caerá. Me siento sólo y confundido a la vez,/ Los analistas no podrán entender.
CODA
Nunca dejes de abrirte./ No dejes de reírte./ No te cubras de soledad./ Y si el miedo te derrumba/, Si tu luna no alumbra,/ Si tu cuerpo ya no da más,/ No te dejes desanimar./ Basta ya de llorar. Para un poco tu mente y ven acá. Tener en claro quiénes somos y cuál es nuestro lugar en la historia es el primer paso para recuperar ese “optimismo de la voluntad” imprescindible con el cual tenemos que encarar la etapa que se inicia. Ejemplos de “pesimismo de la razón”, sobran. Pero salgamos de esa otra trampa y recuperemos la esperanza. Nosotros, como el conjunto de nuestro pueblo, estamos más que saturados de una realidad que agobia y que, como venimos diciendo, tarde o temprano terminará. Estás harto de ver los diarios,/ Estás harto de los horarios,/ Estás harto de estar en tu lugar.
Tenemos que proponerles a las mayorías que queremos representar un proyecto en el cual puedan soñar con la casa propia, con el auto, con las vacaciones y con una igualación de derechos hacia arriba y no hacia abajo como propone este gobierno. No podemos asumir como propio lo que sentencia el poder en sus distintas variantes. Ya no escuchas el canto de los mares/ Ya no sueñas con ver lindos lugares para/ Descansar una eternidad.
El futuro no está escrito, pero la historia es algo que se escribe entre muchas manos, tengan el poder que tengan. Hemos pasado situaciones tan malas, e incluso peores, que la que estamos atravesando hoy. Pero nunca lograron derrotarnos. Ni lo harán si sabemos asumir nuestra responsabilidad. No te dejes desanimar./ No te dejes matar/ Quedan tantas mañanas por andar.