En la columna anterior sostuvimos que “defender el salario es un imperativo nacional”. Agregaremos, ahora, para complejizar el análisis pero, más bien, para no faltar a la verdad, que es nuestro imperativo nacional. Porque debemos reconocer, con Hernández Arregui, que el “ser nacional no es uno sino múltiple” ya que el “ser nacional” tiene tantos significados como clases sociales existen en una sociedad, en la medida en que “en la base del ser nacional se encuentran las clases sociales”. Entonces, “el ser nacional manifiesta su diversidad en la lucha política de una nación” y, por ende, “en las grandes crisis de una nación cada clase concebirá la realidad nacional desde perspectivas diferentes”. Por lo tanto, los “imperativos nacionales” son unos u otros para cada “ser nacional”. “Nuestras verdades relativas”, decía Néstor Kirchner. Digamos, siguiendo con Hernández Arregui, que “el ser nacional emerge ahora como la comunidad escindida, en desarrollo y en discordia, como proceso en movimiento (…) como contrastación velada o abierta de las clases actuantes dentro de la comunidad nacional”. Y que, así entendido, en el complejo tiempo histórico que nos toca vivir, en este particular escenario de crisis nacional se agudizan las posiciones (los Proyectos) de las diferentes clases sociales, en una lucha de poder en la que cada sector pugna (pugnamos) por establecer su visión, su “ser nacional”, su Proyecto y, por ende, sus “imperativos”, sus objetivos. Esto, que ocurre en todo tiempo de crisis, hoy aparece exacerbado porque nosotros vivimos la crisis como argentinos, desde Argentina, pero la nuestra es una crisis inmersa en una crisis múltiple, sistémica, donde la globalización que empezó hace casi cuatro décadas parece haber llegado a su fin, como se cristaliza en las estrategias de reshoring y nearshoring que encabeza EE.UU., en conjunción con la aceleración del agotamiento del estadío neoliberal inaugurado en la década de 1970 y el fin de la hegemonía estadounidense consolidada en la posguerra.
Estas consideraciones son importantes porque no podremos avanzar en nuestro análisis para empezar a delinear nuestro Proyecto de País, como propusimos en la anterior columna, si no dejamos claro que así como hay un proyecto que es nuestro, en esa misma definición está contenida otra: que nuestro Proyecto no es el de ellos, que sí hay un ellos y un nosotros, y que el significado de nuestro ser nacional difiere sustancialmente del de ellos.
Adelantémonos un par de pasos: si nuestro proyecto no es el de ellos, nuestros imperativos, que son consistentes con nuestro proyecto, tampoco son los de ellos. O sea, defender el salario es un imperativo nuestro pero no es un imperativo de ellos y, en ciertas ocasiones (muchas), el de ellos es exactamente el contrario. Ejemplos, para darle contenido concreto a esta afirmación, sobran. Pongamos uno bien conocido y claro: muchas veces expliqué (aunque es suficiente la experiencia histórica sobre la que cada uno y cada una puede reflexionar para comprobarlo) que la relación entre devaluación y salario real es inversa, o sea que si hay devaluación los salarios reales caen. Así las cosas, dado que la falta de reservas en poder del Banco Central determina la incapacidad del Estado para defender el valor de la moneda y, como vimos, el salario (dada la relación inversa entre devaluación y salarios reales) o, más en general, los ingresos, no es difícil observar que quienes promueven la fuga de divisas de la economía (traducido: el vaciamiento de las reservas del Banco Central), la abolición de los controles cambiarios que facilita esas prácticas (sin modificar, o aun amplificando, las condiciones estructurales de endeudamiento externo, dependencia importadora, bajo valor y diversificación de las exportaciones); quienes estimulan devaluaciones, en definitiva, como lo hizo Macri ni bien asumió, no tienen como imperativo la defensa del salario (en rigor de verdad, persiguen el objetivo contrario: redistribuir a favor de las ganancias), es decir no participan de nuestro imperativo y, como ese imperativo es condición necesaria para el emplazamiento de nuestro Proyecto, y es esencial para nuestro “ser nacional”, entonces, es bastante claro que esos sectores, que tienen otros imperativos, también tienen otros proyectos y expresan un “ser nacional” distinto del nuestro.
Avancemos un paso más. Los salarios, en una economía capitalista, son el medio que tienen trabajadoras y trabajadores para sustentar la vida. Es decir, toda persona necesita ingresos para poder vivir. Desde lo más básico, como la alimentación, que es un derecho, sí, pero que no se puede realizar de manera efectiva sin ingresos para comprar alimentos, hasta prácticamente cualquier necesidad del ser humano (abrigo, vivienda, salud, acceso a bienes culturales), se impone a las personas la necesidad de contar con dinero (a las personas trabajadoras, la necesidad de contar con un salario suficiente) para que esos derechos humanos no se queden en la letra muerta de leyes o declaraciones universales. A menos, claro, que esos bienes y servicios sean provistos, aunque sea parcialmente, por el Estado. Pero, como sabemos, esos mismos sectores que promueven devaluaciones —para seguir con el ejemplo anterior— y, por ende, la caída de los salarios reales, demonizan el gasto público (seguridad social, salud, educación, políticas de vivienda, etc.) como supuesta causa de todos los males. Entonces: 1. pretenden salarios tan bajos que no permiten satisfacer los derechos humanos básicos (recordemos a Macri, cito de memoria: “el salario es un costo más que hay que bajar y, si no se puede devaluar —a declaración corresponde a los años de la convertibilidad— hay que hacer un recorte nominal”; recorte, por cierto, que Patricia Bullrich llevó adelante en el gobierno de la Alianza cuando conducía la cartera de trabajo y seguridad social) y 2, rechazan que el Estado, al menos parcialmente, asegure algunos de esos derechos que, por falta de ingresos, las personas no pueden realizar pagando por ellos. Por lo tanto, ¿sería temerario decir que esos sectores, que están en contra de un nivel de salarios dignos y que están en contra del gasto del Estado para satisfacer, al menos parcialmente, los derechos humanos básicos, están en contra de la vida o, al menos, que no están a favor de la vida? Porque no se puede estar a favor de la fuga, el endeudamiento, la devaluación y la redistribución hacia las ganancias del capital, sin estar en contra del salario digno y ¿acaso esto no es estar en contra o, al menos, no estar a favor de la vida de los trabajadores?. Y tampoco se puede estar en contra de los derechos de exportación (retenciones) y, en general, de cualquier tributo que busca recaudar entre quienes tienen ingresos de sobra para garantizar plenamente sus derechos, sin estar en contra de la realización de los derechos humanos básicos de los que no tienen ingresos suficientes para satisfacerlos pagando por ellos y, de nuevo, ¿acaso esto no es estar en contra o, al menos, no estar a favor de la vida de los trabajadores, en este caso de los trabajadores desocupados, informales o pasivos? ¿Sería, entonces, temerario decir que esos sectores, que tienen su expresión política, o sea, ejercen la representación política de sus intereses (de clase) en proyectos como el que expresan Macri o Bullrich, entre otros, están en contra o, al menos, no están a favor de la vida de quienes, por no ser propietarios de un capital que les permita vivir de ganancias o rentas, dependen de un salario para vivir?
Antes de seguir aclaremos que los discursos, los “relatos”, como es obvio, no tienen ninguna relevancia. Importa nada que quien sea declare que está a favor de los derechos de los trabajadores si, en la práctica, abre las importaciones, promueve la fuga y escala el endeudamiento externo, determinando la falta de reservas del Banco Central, es decir, genera las condiciones para devaluar, que es equivalente a recortar los salarios reales. Incluso, importa nada, si lo hace de manera explícita o si, sencillamente, lo hace por “dejar hacer, dejar pasar” tendencias que ya venían determinadas de antes ya que, como dijimos, lo que importa son los hechos, materiales y concretos, y porque, como también dijimos, la defensa de la vida de los trabajadores es inescindible de la defensa del salario. De eso hablamos cuando decimos que “el salario es un medio de vida”, o sea que la vida está mediada (literal, no metafóricamente) por el salario, por la retribución monetaria que reciben los trabajadores, ya que los derechos (incluso los más básicos, como la alimentación), en una sociedad capitalista, están mercantilizados, o sea, hay que pagar por ellos, cual mercancía. Es decir que no tiene mayor relevancia para los trabajadores lo que se ponga en palabras, sino que lo que importa a sus condiciones materiales, y aun espirituales, de existencia, es lo que se ponga en acto y, si eso no ocurre, tampoco será determinante si es por una decisión consciente en defensa de intereses propios (de clase, para mejorar la participación relativa de las ganancias del capital en el ingreso nacional), por cobardía (dejar hacer para no confrontar con los sectores que están en contra de que los trabajadores tengan salarios dignos) o por ignorancia (por no comprender, por ejemplo, que si no se impiden las desestabilizaciones cambiarias, al no regular las importaciones o la fuga de divisas, se atenta contra el salario, así como se atenta, por igual, contra los derechos humanos de los trabajadores, si se ajusta el gasto en seguridad social, salarios públicos, salud o educación). Así, poner en acto exige convicción, coraje e inteligencia. Convicción, en tanto decisión consciente de defender el salario, los derechos; en suma, la vida de los trabajadores. Coraje, en tanto ausencia de miedo de confrontar con los sectores que reivindican intereses opuestos a los de la mayoría, a los trabajadores; lo cual, como muestra la historia, implica estar dispuesto o dispuesta a enfrentar las consecuencias de esa confrontación que abarcan la persecución, la difamación, la censura, la proscripción, la cárcel, el exilio, los tormentos físicos y, llegado el caso, la muerte; es decir que, en última instancia, representar y defender el interés de los trabajadores implica —hay que decirlo con claridad— estar dispuesto o dispuesta a entregar la vida por esa causa. Por último, inteligencia para entender, aun en la hojarasca de los debates instrumentales o superficiales, cuáles son las acciones y decisiones que atentan contra el salario, los derechos y la vida de los trabajadores.
Claro que medir estas “condiciones” necesarias para ejercer la defensa de la vida de los trabajadores no es algo que, a priori, pueda hacer la economía, pero, como dijimos, lo que importa son los actos, y los actos producen efectos. Esos efectos sí pueden medirse y observarse en el único laboratorio que tenemos disponible las ciencias sociales —entre ellas la economía—, que es la historia. ¿Qué dicen, entonces, esos efectos observables en el laboratorio de la historia? Si recortamos nuestro análisis al periodo democrático actual y medimos los efectos a partir de la evolución de la participación de los salarios y las ganancias en el ingreso nacional, la conclusión es definitiva: hubo un único periodo en el que se verificó la defensa efectiva del salario, los derechos, la vida de los trabajadores, y ese periodo coincide con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Es decir que fueron estos presidentes los únicos que, desde el retorno de la democracia, tuvieron la convicción, el coraje y la inteligencia para representar objetivamente el interés de los trabajadores. Es por esa razón que Cristina Kirchner es, para los trabajadores argentinos, mucho más que una (dos veces) ex presidenta o la actual vicepresidenta; Cristina Kirchner es la representante del interés de los trabajadores argentinos y la posibilidad, basada en la experiencia pasada, de que su salario, sus derechos, su vida, sean nuevamente y efectivamente, defendidos, en acto, en el futuro. Es por esa razón que Cristina Kirchner es, para los trabajadores argentinos, la única que demostró, que tiene no solo la convicción y la inteligencia, sino también el coraje de ejercer, en acto, esa representación al punto, como ya hemos dicho, de estar dispuesta a dar la vida por esa causa. Así como sus detractores, como quedó probado el 1 de de septiembre, están dispuestos, como lo estuvieron otras veces en el pasado, a tomarla. Lo que también demuestra no solo que Néstor Kirchner no se equivocó cuando la nombró “Presidenta coraje”, sino que esa frase estaba totalmente cargada de contenido. Y es, también, por esa razón que Cristina Kirchner ya no se pertenece, le pertenece a la historia, a la historia de los trabajadores y es, en definitiva, no solo lo que decidió ser sino, fundamentalmente, lo que los trabajadores hicimos de ella: la representante de nuestros intereses. Tal vez, también, por la misma razón haya sido la política argentina que, en su momento, inspiró en Fidel Castro una definición tan contundente como la que le expresó a la dirigente chilena Camila Vallejo: “Hay que defender a una mujer que representa el punto más alto en la lucha de América Latina, que es Cristina Kirchner”. Porque, visto desde el “ser nacional” de los trabajadores de la Patria Grande, ¿qué podría expresar el punto más alto en la lucha que la defensa misma de su propia vida? Y es, seguramente, por esa misma razón que, como afirmó recientemente el gobernador bonaerense Axel Kicillof, hay una voz que dice “Cristina 2023”. Es, sin dudas, la voz de los trabajadores que, cuando dice “Cristina 2023”, dice “queremos, como mayoría que somos en este país, volver a ser, en acto, representados, queremos recuperar nuestro salario, nuestros derechos, queremos que se reconozca el valor de nuestra vida”.
Cristina presidenta coraje el 2023, para defender el salario de los trabajadores y las trabajadoras y recuperar la soberanía y el ser nacional argentino
Escuchar tus palabras fortalece el estímulo peronista y nos sentimos acompañado por algo brillas entre muchos compañeros la mediocridad de los trabajadores se van corriendo solos no podremos arreglar el país en 4 años pero ver a los representantes como vos sabemos que hay luz tenés todo claro viendo la realidad y importancia al pueblo argentino con Fernanda Vallejos hay soluciones 💪💪 mí administración a la compañera
BRILLANTE
Sin duda alguna eres un cuadro político brillante tú también compañera eres mucho quizás por eso te apartaron la mediocridad de algunos lleva a marginar a otros sobre todo en la política tan escasa de ideas y mucho menos de creatividad insensibilidad para con el pueblo
Nuevamente no nos equivocamos
Y en tu caso desde ya y más allá de Cristina presidenta 2023 tendrás todo mi apoyo celular pero ya sabes qué el ser humano funciona Gracias a la vida de una primera célula