El presente año deja para el país un legado de declinación, crisis y dependencia. Dio inicio a una etapa de destrucción de los diversos atributos nacionales, desde la economía, el trabajo y la industria, hasta el estado y las instituciones, combinado con una deslegitimación de las relatos históricos y sociales que, hasta no hace mucho tiempo, habían servido al crecimiento colectivo. La secuela trágica vino acompañada por la natural partida física, ocurrida en los últimos años, de grandes intelectuales que dejaron huella, como Horacio Gonzalez, Guillermo Wierzba, Jorge Beinstein, José Pablo Feinmann, Eduardo Basualdo, Enrique Lacolla. León Pomer, fallecido el 22 de mayo de 2024, se agrega, sin duda, a esta honorable lista.
A los 95 años, Pomer pasó sus últimos días en la hermosa tierra entrerriana de Gualeguaychú, a orillas del río Uruguay, cuyo nombre en guaraní significa río de los pájaros. Su notable obra y trayectoria, nos obliga a su recuerdo y estudio. Además, su trato personal amigable y generoso, torna al recuerdo nostálgico y agradable a la vez.
Nacido en Bahía Blanca, como hijo de una familia de inmigrantes judíos, con el apellido de Pomerantz, León fue historiador de profesión. En la tarde del sábado 7 de julio de 2018, en el café El Hipopótamo, frente al Parque Lezama, le realicé una entrevista –de donde son las citas textuales, en adelante-, cuando se presentó como jubilado, esposo, padre de dos hijas, abuelo y bisabuelo, y “estudioso de toda la vida: me he pasado toda la vida estudiando y leyendo”. Dictó clases regularmente en las Universidades de Buenos Aires y del Salvador, fue perseguido por la dictadura de Ongania y después también por la intervención de Ottalagano, cuando decidió partir definitivamente hacia Sao Paulo, Brasil, donde inició una larga carrera académica en las Universidades de Campinas, del Estado de Sao Paulo y la Pontificia Universidad Católica. Recordaba la influencia de Rodolfo Puiggros, fundamental desde joven para la lectura del peronismo y el marxismo. Decía que, toda la folletería comunista, en un momento dado, me di cuenta que estaba plagada de faltas y de mentiras.
En 2005, regresó a Buenos Aires, ya jubilado del sistema universitario brasilero donde se vinculó con el Centro Cultural Enrique Santos Discépolo y, luego, participó de la creación del Centro de Estudios Históricos y Sociales Felipe Varela, junto con Norberto Galasso, entre otros, y fue redactor habitual del periódico Señales Populares. En ese contexto, es que, junto con varios compañeros y compañeras, tuvimos la oportunidad de contar con su amistad, y así lo vimos dar conferencias, escribir ensayos, artículos y notas, participar de debates de formación con las generaciones más jóvenes que, por entonces, nutrían al ambiente político de fervor transformador del país.
En Brasil, se relacionó con el sociólogo brasilero Florestan Fernandes y tuvo vínculo con el historiador Moniz Bandeira. Entre los nuestros, contó con a amistad de Fermín Chávez, y de Galasso, de quien dijo que su “producción intelectual es impresionante, es el ejemplo de alguien que trabaja de una manera extraordinaria donde la pasión y la voluntad desafía a cualquier adversidad”.
Una sensibilidad social y humanista, le llevó a reflexionar: “desde los 16 años que comencé mi militancia política siempre fui anticapitalista, pero la plena conciencia de los desastres del capitalismo, la tuve en Brasil, con un grado de miseria terrible […] Para mí. la experiencia brasilera – ¡fueron diecinueve años en Brasil! – fue decisiva, aunque nunca vi tanta miseria espantosa …. en contraste, conocí la absoluta indiferencia de la clase media, de donde proviene la clase universitaria, en las que el hecho de haber ascendido a la condición de profesor, les transformaba la conciencia en una mentalidad que toma distancia de los orígenes populares”.
Pomer reivindicó siempre los avances en nuestro país y en Latinoamérica, desde 2003, aunque, con la misma convicción, alertaba sobre los riesgos de reacción conservadora, ante la falta de profundización de los cambios sociales. Solía escuchárselo decir que, a su gusto, no es posible “abuenar al capitalismo […] se puede lograr transitoriamente una mejor redistribución de las rentas, o el llamado estado de bienestar, pero de ahí a hacer un lugar donde los seres humanos puedan realizar sus potencias creadoras y vivir sin sobresaltos, no lo creo.”
ALGO DE SU OBRA Y DE SUS IDEAS
En sus libros y ensayos, Pomer recupera el protagonismo del pueblo, de los de abajo, en la historia: los peones, indígenas, gauchos, los gauchisoldados, los caudillos federales. Decía que la lucha ideológica es una proyección mayor de la lucha política, que siempre estuvo presente en la historia argentina: “desde la colonia hasta hoy hay una línea de lucha y pertenecer a esa línea de lucha, con todas sus especificidades y diferencias, es sentirse acompañado. Y no es sentirse acompañado por muertos ilustres, sino por gente que nunca aceptó la realidad política y social tal cual le es impuesta por la clase dominante.”
Sus investigaciones sobre la guerra contra el Paraguay, le depararon los avatares del quehacer intelectual en un país donde la intolerancia es moneda de circulación cotidiana. En la introducción a la segunda edición de “La Guerra de la Triple Alianza”, escribió: “Toda obra de historia revisa una interpretación anterior, muda un panorama, ilumina áreas en penumbra, implica una toma de posición. Mas el historiador cuyo único compromiso es con la verdad, no se interesa demasiado por las consecuencias que su obra ha de acarrear. Si la historiografía es la memoria que se pretende rescatar para el pueblo, asumir la verdad es el primero compromiso.”
Una mención no taxativa de su obra, incluye al menos, a: “La Guerra de la Triple Alianza. Estado, Política y Negocios” (1968/2011, Colihue). “Cinco años de guerra civil en Argentina”, “La corrupción, cultura argentina”. “Historia de gauchos y gauchisoldados” (Colihue, 2007), Continuidades y rupturas, de la colonia a Mayo (Colihue, 2012), La construcción de los héroes; imaginario y nación (Leviatán, 2005), Conflictos e intervenciones extranjeras en la Cuenca del Plata, 1810-1890. (Instituto Superior Arturo Jauretche, 2012), La dominación consentida (Nuevos Tiempos, 2022), Proceso a Mitre, de Juan B. Alberdi (Punto de Encuentro).
En sus inicios, en los años sesenta, realizó publicaciones sobre Chacho Peñaloza Juan Bautista Alberdi y Bartolomé Mitre, figuras centrales del siglo XIX argentino, desde una mirada revisionista. De Alberdi reivindicaba no el de las Bases, sino el que fue “precursor de una historia no oficial, un notable anticipador de quienes más tarde se negarían a acatar la historia canonizada.”, el que afirmaba que “no hay civilizados de un lado y bárbaros del otro: hay intereses. En todo caso, si la dicotomía vale, es la dirigencia porteña la que produce barbarie con su política confiscatoria de los recursos nacionales.” (El otro Alberdi, El Cronista del Bicentenario).
La guerra contra el Paraguay (1864-1870) fue un acontecimiento clave, y traumático, en la configuración de los países de la cuenca del Río de la Plata. El fin de un proyecto de desarrollo autónomo, y la consolidación de las elites oligárquicas ligadas al interés financiero y comercial británica. Pomer fue su gran historiador, a la que describió, como en su época hizo Alberdi, no como una confrontación nacional sino como una guerra civil. Postuló y probó la injerencia decisiva e interesada de Gran Bretaña, a través de sus agentes y los bancos Baring Brothers y Rothschild. La actualidad de este debate, se advierte del hecho que aún hoy, la historiografía oficial milita la consigna que la guerra sirvió para unir al país y a la identidad nacional, y que los ingleses no tuvieron ninguna influencia (Luis Romero en La Nación, 13/05/2018).
León Pomer cuestionó este relato, con investigaciones documentadas y honestas interpretaciones: “Es gran desatino admitir que representan la ´civilización´, el Brasil monárquico y esclavista, la Argentina en que Mitre ejerce el terrorismo contra el pueblo, y el Uruguay de Venancio Flores, caudillo enancado en Mitre y el Brasil. Y el admitir que el Paraguay de López es ´barbarie´ porque carece de formas democráticas, comerciantes extranjeros, prestamos ultramarinos y una clase dirigente proclive a prosternase ante el dueño de las libras esterlinas.” (La Guerra de la Triple Alianza),
Como muy bien recuerda Mempo Giardinelli, en el posiblemente único obituario periodístico: “Acaso por similares hallazgos, Pomer es aún hoy silenciado en la historiografía oficial. Particularmente porque sus investigaciones sobre el Siglo 19 marcaron el paso de lo que debía decirse, pero se callaba, sobre la Guerra de la Triple Alianza.” (Página 12, 3/6/24) La Triple Infamia, decía Pomer.
En “Cinco años de Guerra Civil en Argentina”, Pomer escribe de la resistencia en la Argentina a la Guerra de la Triple Alianza, en especial, en Corrientes y el área guaranítica, en la cual había una cercanía muy grande, cultural y étnica con el pueblo del Paraguay.
LO ÚLTIMO, LA CRÍTICA DE LA DOMINACIÓN IDEOLÓGICA
En los últimos años, León Pomer se había sumergido en el estudio crítico de la realidad que nos rodea, con su trama densa de colonialismo y dominación cultural e ideológica. En sus disertaciones, se preguntaba. ¿por qué tenemos creencias y comportamientos en contra de nuestros propios intereses como pueblo y a favor de quienes nos dominan? O más álgido aún, ¿por qué existen compatriotas con la voluntad subyugada por los intereses imperialistas? Feroz y muy temprano crítico de las redes sociales, como Facebook y Twitter, alertó sobre su condición de instrumentos al servicio de los grandes poderes internacionales.
Sus últimos ensayos son una fuente de inspiración para pensar el presente de divisiones, odios y confusión ideológica que se difunde a mansalva por los nuevos medios. El colonialismo cultural ha sido la clave de la dominación social, en la historia de la humanidad y en la de Argentina. “La dominación consentida” es su último libro, cuyo título es elocuente de la realidad que vivimos. Allí describe y analiza, las vías de la manipulación con sus sofisticaciones y novedades tecnológicas, con el fin de introyectar la dominación en las conciencias de la población, y naturalizarla. “Así como la energía atómica puede servir para el bien o el mal, también la mente; ya que la mente es socialmente manejable. La sociedad es la que determina si va a triunfar Eros o Tánatos, el sentimiento de vida o el sentimiento de muerte, como decía Freud. La sociedad actual alimenta este último sentimiento.”
En el fondo, la clase dominante tuvo el ideal de la esclavitud. La demostración está, y sobre todo en Brasil, en donde la esclavitud, aunque no sea legal en los hechos existe: gente que trabaja, trabaja y trabaja, y apenas recibe para la comida, y tal vez algunas monedas que no le van a permitir jamás salir de esa situación de dependencia. Y encima los persigue la policía.
Se pregunta: “¿En qué medida se puede destruir en las mentalidades populares todo lo que se ha asimilado de la cultura de la dominación, de la fragmentación y la lucha entre los pobres?” Estudioso y difusor de Jauretche y Scalabrini Ortiz, sin embargo, reflexionaba como una de las falencias, el no haber percibido la magnitud de la cultura de la dominación para controlar las prácticas y comportamientos de los sectores populares.
En Europa, nunca han entendido cabalmente los problemas sociales de la Argentina; todavía hoy no han entendido lo que ellos llaman despectivamente el populismo. Nunca entendieron al peronismo, que para mí nunca fue una revolución, pero que tal vez fue lo máximo que pudo dar la Argentina en un momento determinado. Hablo del peronismo de Juan Perón y no el de Menem. En la medida en que las clases dominantes de todos los países como Brasil y Argentina nunca se desprendieron de un pensamiento ajeno, tuvieron grandes dificultades para pensar el país.
Pero, la esperanza no hay que perderla nunca, decía. “Ser de izquierda es no concordar con el estilo de vida que el sistema nos impone; es saber que existe una posibilidad más allá del sistema. El sistema pretende que creamos que esto que existe es la única manera de vivir, pero no es así.”
En uno de los intercambios electrónicos que mantuvimos (22/11/2023), decía: “Las clásicas categorías de análisis político han quedado inutilizadas. Hace casi 20 años que vengo estudiando el problema de la dominación, que tiene los cerebros como campo de batalla. Cancelar la facultad de razonar siempre fue un objetivo de la dominación. Cancelar incluso el significado de las palabras, que despojadas del mismo son nada más que sonido. Por qué todo este luctuoso proceso deshumanizante no fue advertido por las fuerzas que siempre bregaron por un mundo mejor, es un tema que vale la pena discutir.” Una tarea que debemos continuar quienes creemos en un país más justo y libre de toda dominación.
Su obra merece ser leída y estudiada, en las universidades y en cualquier lugar de debate público. Nuestro pueblo necesita revisar la historia para conocerla y orientarse en este presente confuso y amenazante. Por ahora, le hacemos a León, este breve recuerdo y homenaje. Y agradecimiento.