CONOCER A PERÓN

Reflexiones, y entrevista a Juan Manuel Abal Medina sobre su libro “Conocer a Perón”

“Perón nos cagó”, les hace decir el genial Pedro Saborido a varios personajes en su desopilante “historia del Peronismo”, luego de que uno de ellos escuchara durante una noche completa el discurso del general el primero de mayo de 1974. Este ejemplo quizás un tanto risueño es una muestra de la matriz interpretativa con la cual, durante décadas, muchos militantes que nos sentimos herederos de la tradición de la tendencia revolucionaria de los setenta nos formamos. Las lecturas disponibles respecto de la etapa, fundamentalmente las que partieron del paradigma impuesto en  libros como:  “Ezeiza”, “La voluntad” y  “El presidente que no fue”, entre otros y salvo unas pocas excepciones,  modelaron en la literatura respecto de esa etapa de nuestra historia, y fundamentalmente con el boom editorial posterior a 2003, en la primera mitad de esa década, una lectura de los conflictos internos de nuestro movimiento en la cual primaba la imagen de un Perón, como mínimo, maquiavélico y manipulador, que habría utilizado a la por entonces llamada “juventud maravillosa” simplemente como parte de una estrategia destinada a volver al poder fuera de la forma que fuera. Así, la voluntad transformadora de cientos de miles de jóvenes habría sido traicionada por un conductor que, en realidad, buscaba otros objetivos no ligados a la construcción de lo que declamaba discursivamente.

Desde esa mirada, no había lugar, por un lado, para la comprensión de los inmensos cambios geopolíticos que se produjeron en esa etapa luego de la “crisis del petróleo”, la debacle yanki en Vietnam y su contraofensiva iniciada en Chile en 1973; y por el otro, de la puesta en cuestión de ciertos sectores, a la conducción de un líder al cual la inmensa mayoría del pueblo quería volver a ver con la banda presidencial puesta.

Tampoco, más allá de las visiones, también maniqueístas, que ponían el acento en supuestas traiciones de la conducción montonera, y no en las distintas miradas que convivían al interior de las llamadas organizaciones político-militares y sus frentes de masas, se abordó el tema de las diferentes lecturas ideológicas y de clase que subyacían en las posiciones entre los integrantes de aquella generación. Obviamente, hubo excepciones, entre las cuales podemos citar los libros “Montoneros, la buena historia”, o “Los montoneros del barrio”. Pero seguía primando esa misma mirada, fomentada tanto por izquierda como por derecha, de un Perón manipulador.

Sin embargo, y pese a todo lo antes dicho, faltaba una voz. Y esa voz, no era otra que la de uno de los, sino el principal protagonista de esa etapa histórica; es decir el propio General Perón. En el maravilloso libro de Juan Manuel Abal Medina, secretario general del Movimiento Nacional Justicialista durante aquellos años, y hombre de extrema confianza del General, escuchamos por primera vez esa voz. Y escuchar esa voz, nos obliga a repensar tanto aquella etapa como los posteriores devenires del peronismo hasta la actualidad.

A su vez, hay otra voz fundamental que aparece en este imprescindible texto: la voz de Fernando, hermano del autor, fundador de la organización Montoneros y protagonista de uno de los acontecimientos históricos mas relevantes de aquellos años. Y este hecho no es otro, obviamente, que el “Aramburazo”. En su último encuentro con su hermano, nos relata el autor cuales eran las cuestiones que desvelaban a Fernando, en tanto indudable hombre de bien, por haber matado a otro hombre, pese (aun) a considerar ese ajusticiamiento como una acción correcta política e históricamente, de la misma manera que la leía en ese momento la inmensa mayoría del pueblo peronista. En otros diálogos posteriores, queda claro la sustancial diferencia política, ética y moral existente entre aquellos que decidieron utilizar la violencia política desde la perspectiva de los oprimidos y proscriptos, respecto de la calidad de quienes, antes y después, en bombardeos, fusilamientos, desapariciones y torturas, lo hicieron desde el campo de los opresores. Ellos nunca dudaron ni sintieron remordimiento alguno y, como queda cada día más claro, siguen sintiéndose orgullosos de lo que hicieron, más allá de la infame teoría de los dos demonios, pretendida imponer desde los primeros años del retorno democrático y acentuada en estos últimos. Esto marca una diferencia sustancial entre un “ellos” y un “nosotros”, que mas allá de cualquier matiz, error o diferencia política, jamás debemos olvidar. Y este libro también nos deja está lección.

En la entrevista que sigue, a la cual generosamente se avino a responder nuestras preguntas el autor de “Conocer a Perón”, nos proponemos, simplemente, plantear algunos disparadores que surgen a partir de la lectura de ese imprescindible libro para cualquiera que se considere peronista o que, simplemente, pretenda comprender los años previos a la tragedia, sin prejuicios y desde la honestidad política e intelectual.

Como venimos diciendo, en su libro describe la personalidad del Perón de los últimos años como a la de un buen tipo, contradiciendo la visión instalada por muchos sectores tanto gorilas como parte de nuestro movimiento de un general perverso, manipulador y maquiavélico. ¿Quiénes cree en términos de relato individual y colectivo que fueron responsables de esta caracterización que atravesó casi 50 años de nuestra historia y porque razones?

La leyenda gorila creo una imagen monstruosa del General, que fue sin dudas, no sólo el mejor y el más patriota de nuestros gobernantes sino la mejor persona que yo haya conocido en la política, no sólo nacional sino en el mundo… y conocí a muchos. Esta convicción es uno de los motivos esenciales por los que escribí Conocer a Perón, para subsanar el menos en una pequeña parte la injusticia histórica que se sigue cometiendo con su memoria.

Entre fines de los 60 y 1973, se producen cambios geopolíticos importantes en la región y en el mundo. ¿Qué importancia les asigna a esos cambios en el conflicto entre Perón y la llamada tendencia revolucionaria, y porque razones?

La revolución cubana empalma con otros fenómenos contemporáneos, principalmente el proceso de descolonización de Asia y África, el Concilio Vaticano II y las revueltas estudiantiles europeas y se genera un espíritu de época que tiene impacto en la Argentina. En paralelo el gorilaje agota sus políticas de exclusión del General y del pueblo y amplios sectores juveniles se suman a lo que se considera, sin mayores precisiones, expresión local de aquellos procesos. Ese desconocimiento de la especificidad del peronismo está en el origen de los desencuentros posteriores.

Usted dice que con el retorno del general en 1972 se rompió el maleficio de los grandes lideres o referentes del campo nacional y popular muertos en el exilio. Sin embargo, a los pocos meses de asumir a la presidencia de la nación el general muere. ¿Considera que la tragedia posterior a su partida habría sido evitable y que se podría haber procesado la sucesión de una manera distinta o cree que las cartas ya estaban echadas?

Las cosas fueron como fueron por el empecinamiento gorila en impedir por 18 años el regreso del General. La Argentina se habría ahorrado esos años terribles, y hoy sería un país infinitamente mejor, si ese nefasto y miserable proceso de 1955 no se hubiera producido.

Agradecemos a nuestro entrevistado Juan Manuel Abal Medina, y también las gestiones del compañero Juan Manuel Abal Medina (h), por facilitarnos esta posibilidad y permitirnos darnos este lujo.