La lluvia no pregunta
se cuela en cada hueco de los huesos
se desliza entre hendiduras y relieves.
La lluvia no deja constancia, no emite opinión,
traza un mapa incorpóreo de tu aliento
revela el punto en que se detiene a respirarte.
¿En qué espacio callado se disuelven tus secretos,
se dispersan sigilosos los pliegues de tu risa?
¿En una mortaja de flores marchitas?
¿En un surco de sol que se cuela
y reblandece lo imposible?
Quizás en la inmensidad del agua
que desprendió tus colores.
¿Dónde está el extremo del hilo de oro
que sale de la boca de la muerte
y llega hasta mi noche macerada en la espera?
Quiero tirar de ese hilo
hasta encontrarte
aunque seas arena,
un médano mudo
que se deshace en pesadillas.