¿Cómo se explica el posicionamiento de Bullrich, considerando su militancia en la izquierda peronista, cuando desconoce la cifra de los 30 mil?
Ya se sabe que el cerebro de Patricia Bullrich es un órgano muy flexible. En ese sentido se podría decir que su militancia juvenil en la izquierda peronista ha quedado sepultada bajo las capas del olvido, ¿no? De hecho, ella reconoce a regañadientes su militancia en la juventud peronista, pero niega haber participado en el aparato militar de Montoneros, cosa que no es así. En mi libro hay algunos casos que demuestran lo contrario, pese a que ella no fue un cuadro militar ni nada por el estilo, sino que en esa estructura cumplió tareas menores (incluso la cargaban sus compañeros diciendo que el grado que ella poseía dentro de esa estructura era el de “cuñada primera”). Pero ella omite ese aspecto de su militancia, lo cual es, ya de por sí —en el sentido literal de la palabra—, una actitud negacionista.
Sucede también que al haber adoptado posiciones primero de centro, después de derecha y ahora de ultraderecha, ese negacionismo también se extiende hacia la revisión del pasado histórico; y la revisión de ese pasado histórico tiene una cifra: esa cifra son los 30 mil desaparecidos.
No sé hasta qué punto ella, en su juventud, creyó en las cosas por las cuales luchaba. Y no sé si en la actualidad, cree en las cosas por las cuales ahora “lucha”.
En ese sentido, más bien creo que su ideología —o lo que demuestra de su ideología— está moldeada por su interés personal, por el don de la oportunidad que le ofrecen determinadas coyunturas. Recientemente, con respecto a este problema, a este tema en particular, ella hizo circular un texto en el que prometía, en el caso de llegar a la Casa Rosada, revisar las sentencias y los procesos de los militares acusados por delitos de lesa humanidad. Repito, más que fruto de convicciones profundas o cambios profundos en sus convicciones, estas posturas son tomadas y son esgrimidas por conveniencias coyunturales. Si, por ejemplo, en este momento las ideas dominantes de la actualidad fueran de izquierda, ella interpretaría, qué sé yo, una versión desmejorada de Rosa Luxemburgo.
¿Cómo imaginás una presidencia de Bullrich?
Imaginar un gobierno de Patricia Bullrich es como adentrarse en una pesadilla. En 1989, durante su campaña electoral, Menem hablaba de “salariazo” y “revolución productiva”. Ya sabemos que hizo exactamente lo contrario, y él dijo: “si hubiera dicho lo que realmente iba a hacer, no me votaba nadie”. Pues bien, en la actualidad, candidatos como Milei o como Patricia Bullrich son sinceros en tal sentido. Dicen exactamente lo que van hacer. Y lo dicen —y esto resulta increíble— con el propósito de ganar el voto de sus futuras víctimas. En ese sentido, recientemente, Mauricio Macri anticipó que si Bullrich gana las elecciones y asume como presidenta, hará lo mismo que hizo él en su gobierno: quitará el cepo cambiario, llevará el valor del dólar al doble de lo que está hoy y provocará una devaluación de, al menos, el cien por ciento, lo cual obviamente golpeará de lleno en los salarios de trabajadores y también en las empresas.
A eso se le suman las características personales de ella. Por ejemplo, no olvidemos su famoso blooper discursivo referido a sus intenciones de entrar con una cámara en las bóvedas del Banco Central para demostrar que allí no hay reservas, como si las reservas fueran físicas y no digitales. O sea, a las características propias de la actual ideología de la candidata, se le suman su precariedad intelectual y su absoluta ignorancia en todo lo que tiene que ver con el aspecto económico. Razón por la cual le pusieron una especie de interventor, que es Carlos Melconian, que habla por ella no solo de economía sino de otros aspectos en los cuales esa mujer muestra más que una flojedad.
Por otra parte, resulta obvio que en los temas que ella más maneja, o sea, en el de la seguridad o de la inseguridad, su intención (su fórmula) es: punitivismo social, represión política y un control absoluto sobre el espacio público. En definitiva, podríamos hablar horas de cómo uno se imagina que sería un gobierno de ella, pero me figuro que sería una versión aún más extrema y aún peor de lo que fue el gobierno de Mauricio Macri, matizada por sus limitaciones que durante la campaña saltan la vista de una manera atroz. Y lo más atroz que tiene esa mujer es, tal vez, su estructura de chiste.
¿Cuál es o cuáles son las explicaciones posibles del tránsito de un extremo al otro de la arena política argentina?
No es infrecuente que alguien salte de la izquierda a la ultraderecha. De hecho, Mussolini empezó en el partido socialista italiano y ya sabemos dónde terminó. De hecho también, por ejemplo, Rodolfo Walsh empezó en la Guardia Restauradora Nacionalista y terminó siendo un militante del campo popular. Pero lo de Patricia Bullrich es distinto, no es tan abrupto. Lo de Patricia Bullrich más bien es lo que podríamos llamar una sustitución escalada de lealtades, lo cual podría interpretarse como fruto de una personalidad cambiante. Pero a mí me parece que ella siempre fue la misma persona y siempre tuvo un mismo ideal. Y ese ideal no fue otro que la acumulación de poder, sea donde fuere y siempre al lado del ganador de turno, ya sea Galimberti, Cafiero, Menem, De la Rúa, Mauricio Macri. Solo que ella, en este momento, se autopercibe como la ganadora de turno sin necesidad de ser ladera de nadie. Bueno, los resultados están a la vista.
¿A qué intereses político-económicos responde hoy Patricia Bullrich?
Es evidente que Patricia Bullrich responde a los intereses del capital concentrado. Ahora bien, habría que preguntarse si esos sectores están contentos de tener representantes políticos de la calaña de Milei o de Patricia Bullrich. Pues bien, el carácter —o, mejor dicho, la inestabilidad emocional— de Milei, o las características ya enumeradas de Patricia Bullrich, no parecen indicar eso. Patricia Bullrich parece una versión femenina de los Austrias menores; no está de más ahondar en esa cuestión. La endogamia o directamente el incesto dejaron su huella en los reyes que gobernaron España entre 1598 y 1700. Creo que eran Felipe III, Felipe IV y Carlos II, quienes pasaron a la historia como los Austrias menores. Sus características más notorias fueron la fragilidad psicológica y una inteligencia rayana con la subnormalidad. Eso, junto con la falta de formación intelectual, hizo que para cumplir con sus responsabilidades de Estado tuvieran que apelar a consejeros con atribuciones de monarca, como el Duque de Olivares o el Cardenal Portocarrero, quienes, además, demostraron ser tan ineptos como sus representados. Bueno, Patricia Bullrich tiene su propio “Duque de Olivares”, que es Carlos Melconian. En ese sentido, si bien Bullrich representa, como dije al principio, a los sectores más fundamentalistas del capital concentrado, estos —repito— no están demasiado contentos con la posibilidad de tener a una delegada como ella en el sillón de Rivadavia.
Patricia
De la lucha armada a la seguridad
Ricardo Ragendorfer
Editorial Planeta, 2020