El llano
“Vamos, vamos, que llegamos”, la consigna de ocasión, pura intuición metodológica, de los pocos muchos que vislumbraron la distinción de lo posible hace 51 años. Con esa pintura, rememoraba Horacio González a la embarrada Ezeiza y al confín del día del militante. Sobreimpresa, en la crónica de rigor, se impone la foto de José Rucci y su paraguas sincero. Para los legos, para los que no estuvimos, para los que estuvieron, o sea para todos, el necesario registro fílmico de Carlos Nine, con una Super 8, del cruce, en consecuente caravana, del Río Matanza. Paraguas y baqueanos. El instante de peligro, lo cálido de la vida, la organización vence al tiempo, avatares de la militancia: el movimiento. La nave insignia que conduce y acompaña. No hay prosa que alcance. No hay justicia, en la palabra, cuando la historia es hablada.
Arrivederci Roma
Alitalia, 2854. Roma-Ezeiza. El desplante al Generalísimo y la audiencia con Paulo VI que no fue. Atrás quedaban el chantaje del GAN, Puerta de Hierro, el coronel Cornicelli, la restitución de Evita y las cartas que aliviaban distancias.
Nino Bravo
Vicente López, centro operativo del día después. Entre Gaspar Campos y el Restaurante Nino se cocinó la salida a la dictadura. En la primera, el aguante y el remanso del General. Su pueblo, sus amantes, los trashumantes, que lo cuidaban, lo despertaban y lo vivaban: “la Casa Rosada cambió de dirección…”. En el segundo, el FRECILINA el antecedente del FREJULI bisagra entre éste y la pretérita Hora del Pueblo. Siglas, que desplegadas, ambicionaban, ante todo, liberación nacional. Cuenta Abal Medina en “Conocer a Perón” los pormenores, las negociaciones y el abrazo con Balbín. Las personalidades que se dieron cita en el Nino representaban lo más dinámico y representativo de la vida pública de entonces. Con esa puesta en escena, las maniobras continuistas y el tinglado de Lanusse quedaban en jaque. Y todo bajo la batuta de Perón y su quehacer. Allí estaba el viejo operando nuestro destino, en territorio argentino, para sorpresa de propios y extraños. Ejercía la conducción política. Concebía, preparaba, realizaba y explotaba el éxito. Y en total libertad. Libre como el ave que escapó de su prisión y puede, al fin, volar.
Luche y vuele
La campaña, en la voz popular, designa un borde y un proceso. Está presidida por una promesa: “volveremos a estar contigo”. Contiene, con severidad, la relación resultados-esfuerzo pues, de otro modo, no se gana “el derecho a la felicidad que se reclama”. Habita el tiempo tirano prófugo y anuncia una despedida: la de una época precisamente. Caños, peronismo sin Perón, Framini-Anglada, el Galeao, el avión negro, la saga de los azos, la insurrección, el foco, la revolución como profesión. La campaña es una nave en velocidad crucero. Ni apresurados, ni retardatarios. La campaña es la ciudad que se deshace en paredones, en los andenes, en los durmientes, en alquitrán, en gritos de guerra y victoria. “La sangre derramada no será negociada”. “Perón vuelve cuando se le canten las pelotas”. “Perón presidente, los yanquis que revienten”. “Trelew, la patria fusilada”.
El más bello fuselaje
Hacia las tinieblas con Conrad. Hacia la tragedia con Cameron y Melville ambición y vanidad mediante. Hacia el “mundo libre” con Harrison Ford en “Avión Presidencial” y con Hitchcock en “8 a la deriva”. Más acá en espacio y drama, hacia la soberanía nacional con el Pulqui, los Pucará, con el ARSAT, la Fragata Libertad y el ARA San Juan. La nave es uno de los fundamentos simbólicos más tradicionales. Es el pasaje y la figura iniciática, teológica, del viaje. Si el búho de Minerva levanta vuelo con el crepúsculo, el aeromodelismo argentino, para el proyecto nacional, es una palabra auroral. La nave es un anuncio. Al decir de Borges, la “juzgo tan eterna como el agua y el aire”.
Argentina, 1972
El asesino serial Robledo Puch. Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano. El Mendozazo. Sallustro y el General Sánchez. Carlos Capuano Martínez. El Padrino en la peatonal Lavalle. La Opinión de Jacobo Timerman. Rock hasta que se ponga el sol. La vuelta del tango: Astor Piazzolla. SITRAC SITRAM. Sui Generis y canción para mi muerte. “Cinzano en el cambio”. Para leer al Pato Donald de Dorfman y Matelart. Rawson, la Base Almirante Zar, Trelew. Que velen a los muertos en Avenida La Plata. Las tanquetas de Villar. Fuga. Chile, puente aéreo a La Habana.
¿Dónde está el piloto?
Con todo, Perón voló resistiendo la inclemencia de una salud y un cuerpo impiadosos. Casado en terceras nupcias, general del Paraguay, único título a cuestas, Perón volvió con las novedades incorporadas a su modo, propiciando el acuerdo, el buen vivir, el cuidado de la Casa Común y la paz. Testimonios de insumisión ante ortodoxias de diferentes pelajes.
Cabe en la nave
Si algo ha caracterizado al movimiento nacional ha sido la amplitud en la base, su generosa capacidad de representación correspondido con un vértice, con un liderazgo unipersonal. Si en el movimiento nacional no hay conducción, entonces está en un estado de ebullición. Y, en estado de ebullición, difícilmente pueda enfrentar con éxito a sus adversarios y realizar las tareas históricas para las cuales fue ungido.
Tanto gre gre para decir gregario
El movimiento, como la nación, es una tarea inconclusa, un signo abierto, un desplazamiento continuo de sus fronteras. Si ingreso, o me veo ingresado en él, como en la nave, admito la experiencia, el pasaje hacia la regeneración, hacia el sentido gregario de la vida y el reconocimiento del otro. Ante él, no soy un extraño. ¿Quiénes caben en la nave? Tirios y troyanos; barro y bosta; buenos y malos; combativos y contemplativos; los viejos y los muchachos que levantan banderas revolucionarias.
Hoy voy a bailar
El olvido es el anverso de la memoria. Reinventamos la nuestra con lo mejor de quienes nos precedieron para prolongarnos en los que habrán de venir. La nave es la comunidad de destino, la trascendencia, y el olvido lo que buscamos restar. Bajamos en alegre aluvión si la coyuntura – vocablo desdichado – nos es favorable. Persistimos en hilitos, en citas secretas, cuando la suerte no acompaña. Somos el rescoldo que crepita en la memoria de nuestro pueblo. Quizás, soplando esa ceniza, se encuentre la respuesta esquiva para recuperar y reinventar nuestras tradiciones políticas más avanzadas. Somos la nave que hace del olvido un puente de plata generacional y sincrónico con los que quieren y pueden. Ya quiero despegar.