La VIII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) celebrada del 1 al 3 de marzo en San Vicente y las Granadinas enfocó diversos temas, que abarcaron desde la integración regional hasta los conflictos internacionales. En estos dos ámbitos aparecieron diferencias políticas significativas:
Con respecto a que la integración regional supere los mecanismos netamente comerciales, la nueva composición gubernamental que hoy se expresa en algunos países de nuestra América no apunta en ese sentido, o a la complementariedad y búsqueda de un abroquelamiento soberanista que enfrente el avance en influencia y cooptación que ha emprendido la administración norteamericana sobre nuestros recursos naturales.
La Declaración de Kingstown, refleja el compromiso con una integración regional, en medidas como la cooperación sanitaria, abogando por el fortalecimiento de la producción local de vacunas y medicamentos; la Conectividad aérea, apostando a la ampliación de oportunidades para vigorizar la integración regional; el desarrollo de proyectos de infraestructura regional; o el Impulso de un sistema financiero más justo, democrático e inclusivo; pero los desafíos que hoy enfrenta la región con la vuelta de políticas de subordinación continental a las pretensiones neocolonialistas y a la locura guerrerista de la entente otanista en el continente y la perversidad fondomonetarista contra muchos países que todavía no se han recuperado de la catástrofe pandémica, requiere, que la estructura regional efectúe una respuesta mucho más audaz a la expresada en el documento final y aporte soluciones concretas a problemas que fundamentalmente atentan contra la paz, la democracia y la soberanía en la región.
Existe una contingencia política que debe albergar la posibilidad de que países como Colombia, Brasil, Nicaragua, Cuba, Bolivia, Venezuela, Honduras y México se organicen en aras de avanzar para superar las provocaciones económicas y políticas y consolidar una serie de instrumentos que garanticen neutralizar cualquier intento destituyente que pretenda desarrollarse desde las terminales otanistas en la región. Esto no excluye la participación de dichos países en las herramientas construidas en las últimas décadas, pero soplan nuevos vientos que amenazan con tormentas de inusitada virulencia.
Las críticas a las potencias dominantes estuvieron presentes durante las exposiciones de algunos mandatarios durante la cumbre, pero ellas aparecieron atenuadas en el comunicado final de 30 páginas, el cual reconoció la importancia de la cooperación Sur-Sur, sin olvidar el papel de la cooperación Norte-Sur.
Conflictos regionales y nuevo mapa electoral 2024
En un cónclave de integración, el abordaje de los problemas que impiden el avance conjunto a la prosperidad regional, debe estar presente, como también toda discusión sobre la garantía del mantenimiento regional de la paz, la democracia y la soberanía.
El tratamiento sobre el histórico problema de Haití que pretende ser solucionado policialmente de la mano de las potencias que lo han saqueado y hundido en la violencia y la miseria o el recrudecimiento del crimen organizado a expensas del retroceso del Estado y mediante el apuntalamiento del capital financiero y la pretendida dolarización de las economías de los países, no son temas menores e individuales de cada país.
Temas como el conflicto político sobre la disputa en torno al Esequibo entre Venezuela y Guyana, trasversalizados por los intereses multinacionales de los Estados Unidos, o el criminal bloqueo a Cuba, la constante política injerencista de Estados Unidos sobre Nicaragua o la descarada consolidación colonialista de Gran Bretaña en las Islas Malvinas, son asuntos que no se pueden despachar con una simple declaración.
Ya los líderes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), reunidos en La Habana en el año 2014, habían firmado una resolución que declaraba a la región como “zona de paz”, y en Buenos Aires, en la reunión de enero de 2023 se procedía con un, sólido respaldo regional a los legítimos derechos de la República Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, en el marco del derecho internacional aplicable, en particular lo dispuesto en la Resolución 1514 de la Asamblea General de las Naciones Unidas el 14 de diciembre de 1960, a fin de lograr que la región de América Latina y el Caribe sea un territorio libre de colonialismo.
Sigue pasando el tiempo y el deterioro de la soberanía regional se incrementa por la falta de determinación política de los gobiernos al abordar problemas que son de suma importancia para la unidad como la lucha contra el colonialismo y el respeto para los gobiernos que son asediados con sanciones e injerencias destituyentes que irrespetan la voluntad popular de quienes quisieron darse ese tipo de gobierno.
De igual manera, es grave observar que haya gobiernos que se presentan como democráticos y vacilan ante los horrores del genocidio perpetrado por el gobierno de Israel en el territorio palestino ocupado a sangre y fuego desde 1948. Ni hablar de quienes se suman y apoyan como el nuestro.
Este año en nuestro continente seguirán produciéndose cambios gubernamentales que seguramente configurarán un nuevo mapa político en la región.
El domingo 5 de mayo se realizarán elecciones generales en Panamá, en las cuales se elegirán presidente y vicepresidente, así como los 20 diputados al Parlamento Centroamericano y 71 diputados ante la Asamblea Nacional, entre otros cargos distritales.
También en mayo tendremos elecciones generales en República Dominicana en donde se elige presidente y vicepresidente y habrá renovación del Senado de la República y la Cámara de Diputados, se elegirán 32 senadores, 262 congresistas que integrarán la Cámara de Diputados y 40 diputaciones al PARLACEN (20 titulares y 20 suplentes).
En junio México votará por presidente, 64 senadores por el principio de mayoría relativa, 32 por representación proporcional, y 32 de primera minoría. Así como 300 diputaciones por mayoría relativa y 200 por representación proporcional, en simultáneo tendrán lugar elecciones sub nacionales para Gobernaciones, Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, Congresos Locales, Ayuntamientos, Juntas Municipales y Alcaldías. Por lo que se ponen en juego más de 19 mil cargos.
A fines de julio, el día 28, fecha en la que se conmemora un nuevo aniversario del natalicio de Hugo Chávez, habrá elecciones para elegir presidente en la República Bolivariana de Venezuela.
A principio de octubre 152 millones de electores se volcarán a las urnas para elegir autoridades Municipales en Brasil, para más de 5.000 municipios.
Y finalizando el mes de octubre se realizarán elecciones Generales en la República Oriental del Uruguay para elegir presidente y vicepresidente, 30 senadores y 99 diputados, con un mandato de cinco años. Si ninguno de los candidatos obtiene más del 50% de los votos válidos, los dos que más votos hayan obtenido avanzarán a una segunda vuelta, prevista para el mes de noviembre. También en Chile habrá elecciones Regionales y Municipales donde se elegirán 16 gobernadores y 302 consejeros regionales distribuidos en los 16 consejos regionales, así como 345 alcaldes y concejales.
Terminando el año electoral 2024, en Estados Unidos, los votantes elegirán a los compromisarios que a su vez deberán escoger al nuevo presidente y vicepresidente a través del Colegio Electoral. Un punto fundamental a tener en cuenta es que el candidato más votado en un estado se lleva todos los compromisarios de ese territorio.
Otro dato que no se debe pasar por alto es que estas elecciones no solo determinarán el próximo presidente del país, sino que también conllevarán la elección de 33 senadores y la totalidad de la Cámara de Representantes.
En este escenario y de cara al incremento bélico que sacude a los otros continentes, los destinos de Nuestra América no pueden estar atados a las políticas pusilánimes y entreguistas de quienes pretendan encolumnarnos detrás de intereses que nada tienen que ver con el destino de grandeza que merecen nuestros pueblos.
Es necesario comprender a cabalidad que de la actitud que tomen los gobiernos y los pueblos de nuestra región la premisa de estar Unidos o Dominados se hará una realidad que definirá el futuro de las próximas generaciones.